miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ultrasonido, un nuevo método para tratar el infarto cerebral

Sebastián A. Ríos
LA NACION
Con el objetivo de reducir la mortalidad y las secuelas asociadas con el accidente cerebrovascular (ACV), los médicos han comenzado a utilizar la misma tecnología que actualmente se emplea para realizar ecografías, pero para destruir los coágulos que obstruyen las arterias cerebrales.
La técnica llamada sonotrombolisis se vale del ultrasonido, el mismo que se emplea en los estudios diagnósticos que se realizan durante el seguimiento del embarazo, pero con equipos especiales que envían ondas de muy baja frecuencia.
"Cuanto más baja es la frecuencia del haz, mayor es su potencia -explicó la doctora Marta Luján Kura, jefa del Departamento de Ecografía y Doppler del Instituto Médico Eneri y de la clínica La Sagrada Familia-. Al aplicarlo sobre el cráneo se logra la desobstrucción de la arteria."
Días atrás, en el marco de la XIX Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo (SIMI), que se realizó en la ciudad de Buenos Aires, la doctora Kura presentó su experiencia con la sonotrombolisis: "En la Argentina ya lo hemos empleado en ocho casos con excelentes resultados".
El tratamiento -aún experimental- se reserva para pacientes que no pueden ser tratados de modo convencional, mediante la administración de drogas que disuelven los coágulos (trombolíticos). "Pero en teoría puede ser utilizado en cualquier paciente que se encuentra dentro de la ventana temporal para el tratamiento del accidente cerebrovascular, que son las primeras seis horas posteriores al evento", agregó Kura.
"Se trata de un método no invasivo, seguro para el paciente, que casi no tiene contraindicaciones", agregó el doctor Boris Pabon, neurocirujano del Instituto Médico Eneri.
Su única contraindicación es que el paciente no tenga fiebre elevada, ya que la aplicación de ultrasonido de baja frecuencia -que en el caso de la sonotrombolisis dura aproximadamente una hora- aumenta la temperatura de los tejidos.

Cada cuatro minutos
El accidente cerebrovascular (ACV) constituye la principal causa de discapacidad en personas adultas y se estima que cada cuatro minutos se produce uno en la Argentina. Existen dos formas: la isquémica, en la que un coágulo sanguíneo obstruye una arteria cerebral, y la hemorrágica, en la cual la arteria se rompe; en ambos casos, regiones del cerebro dejan de recibir sangre y, con ella, oxígeno.
En ambos casos, la consulta al médico debe ser inmediata, ya que los tejidos cerebrales no pueden sobrevivir a la falta de oxígeno. De ahí la importancia de tener presentes los síntomas habituales de un ACV: falta de sensación, debilidad o parálisis repentinas en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo; confusión súbita, problemas repentinos para hablar, entender o para ver; dificultades para caminar, mareo o falta de coordinación; dolor de cabeza súbito e intenso.


Microburbujas anticoágulos
Un paso más allá de la sonotrombolisis es el que propone una nueva técnica que suma a la aplicación de ultrasonido de muy baja frecuencia la administración de soluciones de contraste que permiten amplificar sus efectos.
"Es algo que pensamos incorporar el año próximo y que comenzó a utilizarse en el mundo en el marco de estudios clínicos hace tan sólo seis meses -comentó la doctora María Luján Kura, del Instituto Médico Eneri-. Consiste en la inyección de una solución intravenosa de contraste que contiene microburbujas de un gas llamado perfluten, recubiertas por una membrana lipídica, que circulan a través de la sangre y que al entrar en contacto con el ultrasonido se rompen y liberan energía."
La energía liberada en el interior de la arteria cerebral obstruida por un coágulo sanguíneo acelera su proceso de descomposición, iniciado por las ondas de baja frecuencia de la sonotrombolisis.
"La combinación de ambas técnicas aumenta la tasa de éxito y acorta el tiempo de recanalización [desobstrucción de la arteria cerebral]", comentó la doctora Kura. El uso de perfluten está contraindicado en pacientes con daño renal o hipertensión pulmonar.

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