jueves, 12 de noviembre de 2009

Comerse las uñas, una costumbre que se alimenta con la ansiedad


"Soy una persona sumamente nerviosa y nunca me traté. Siempre me comí las uñas. A decir verdad nunca vi uñas en mis manos. Trabajo con mis manos y es todo un sufrimiento y una vergüenza al verme mis dedos", dice Natalia. Lucrecia, en un relato similar, cuenta: "Para mí, comerme las uñas es algo terrible: trabajo como modelo y muchas veces me rechazaron en trabajos por tener las uñas comidas. Sé, soy consciente de que queda horrible, más en las mujeres. Las manos son la carta de presentación y sin quererlo también un reflejo de la personalidad pero, a pesar de tener todo esto en claro, llevarme las manos a la boca es más fuerte y no puedo evitarlo".

La onicofagia, conocida como la costumbre de comerse las uñas, es un trastorno muy común causado por la ansiedad, el estrés y las conductas obsesivas. Así lo definió a lanacion.com el psiquiatra Francisco Doria Medina. Y apunta que, en tiempos de crisis personales esta conducta compulsiva se intensifica.

El especialista explica que, entre las complicaciones que este hábito trae, las más fuertes son de orden social. "Cohíbe, avergüenza, atenta contra la autoestima", enumera. Agrega como efecto secundario, también, uno de índole físico. "Suele provocar infecciones".

María del Carmen, 59 años, cuenta que su padre (80) y su hija (32) se comen las uñas desde siempre. "Me pregunto si es hereditario", dice. Y cuenta que todos ellos intentaron alguna vez dejar este hábito que "molesta y duele". Sólo por épocas logra que una línea blanca, apenas perceptible, asome en sus dedos chatos.

La médica psiquiatra y homeópata Elba Garber abre los ojos muy grandes cuando se le sugiere la posibilidad de lo hereditario. "¿Genético? ¡No!", descarta. Enseguida habla de trastornos de ansiedad y de necesidad de contacto de quienes lo padecen. "Todo el tiempo están tocándose las manos; esa es una búsqueda de contacto", comenta en su apacible consultorio de Belgrano.

Allí, de una fuente emana un hilo de agua que relaja. Un sahumerio trae maderas de oriente. El ambiente de luz tenue y el sonido del agua armoniza con libros de psicología, sociología y autoayuda; también hay almohadones sobre un sillón tipo diván. Los frasquitos de Flores de Bach descansan alineados en una repisa. Esta es la principal terapia, cree Garber: escuchar a sus pacientes y acompañar el tratamiento con homeopatía.

Desde una terapia más convencional, Doria Medina considera que la onicofagia se cura atacando las causas que generan ansiedad y, para esto, cree que no hay como la psicoterapia. También, agrega, en ocasiones se vuelve necesario algún psicofármaco.

La solución no es sencilla ni se logra de un día para otro. Todos los entrevistados para esta nota reconocieron que alguna vez intentaron dejar y para esto recurrieron a diferentes tratamientos y productos: en ningún caso pudieron sostenerlo en el tiempo. Ante el primer desequilibrio de la vida cotidiana, volvieron a su "refugio": morderse las uñas.

Hay ciertos síntomas que comienzan en la niñez y perduran en la adolescencia y en la edad adulta o que comienzan en la adultez, como por ejemplo el comerse las uñas.
Esto se llama onicofagia, pero el comerse las uñas no es una enfermedad, sino un síntoma que aparece debido a determinadas situaciones que tienen que ver con tensión y ansiedad.
En el caso de los niños, pueden tensionarse debido a determinadas situaciones familiares que estan relacionadas a los cambios en el ambiente a nivel energético o emocional.
Momentos de dificultades económicas, como por ejemplo: cambio o pérdida de trabajo, inversión de los roles dentro de la familia donde antes la mamá estaba con los hijos y el papá salía a trabajar; cualquiera de estas situaciones condicionan al niño para cargarse de ciertas angustias, temores, incertidumbres o inseguridades.

Todas estas circunstancias familiares hacen que el niño se cargue de ansiedades y en algún momento se empiece a comer las uñas. Esto no es una enfermedad sino un desequilibrio emocional que de alguna manera lo distrae, le hace descargar supuestamente esa tensión y esa ansiedad pero se va lastimando, y en momentos en los que se encuentra en situaciones de tensión hace que se transforme en un hábito, casi un acto reflejo, haciéndose una costumbre que a veces es vivida con vergüenza porque hace que los demás niños se burlen de él.
El comerse las uñas desvía esa tensión que no sabe como procesar.

Se puede dejar de hacer esto a través de una medicación específica para poder armonizar el desequilibrio emocional negativo que provoca esto, que empezó como un acto casual y se transformó en un hábito que llevamos a la edad adulta donde compromete nuestra imagen social y lo vivimos con vergüenza y molestia.
Existen métodos como ser con sustancias químicas con gustos repulsivos alrededor de los dedos o el vendaje de los mismos para evitar que lleguen a los dientes, que fracasan a corto plazo.
El tratamiento psicológico específico consistiría en buscar la causa de la ansiedad acumulada.

Tratamiento

Para tratar la onicofagia se necesita voluntad. No hay remedio instantáneo sin la decisión personal de detenerse. Así que los consejos o ayudas que existen sólo son útiles si nos comprometemos verdaderamente con nuestro objetivo: dejar de comernos las uñas.

Como la costumbre surge de una sensación de ansiedad oral por un lado, pero también de hacer algo con las manos; se recomienda en primer lugar tener siempre chicles o pastillas disponibles, y acostumbrarnos a hacer el siguiente ejercicio: cuando percibimos el impulso de llevar los dedos a la boca, golpear la mesa con las yemas de modo repetitivo (esto además ayuda a endurecer las uñas cuando ya están creciendo). Existen tratamientos, como ciertos esmaltes creados a fin de detener el hábito: suelen ser simplemente un brillo de uñas pero que al llevarlo a la boca y entrar en contacto con la saliva, despide un agrio sabor que hace insoportable seguir mordiendo. Podemos buscarlos en las farmacias.

Sin embargo, esto detiene la conducta de comernos las uñas, pero no soluciona el motivo que nos estimula a hacerlo. Esto significa que si no ahondamos en el fondo del problema, podemos desarrollar otro hábito similar. Por eso es útil aprender técnicas de relajación y respiración para aprender a vivir con la ansiedad de modo que no se materialice en una acción ofensiva para nosotros.

lanacion.com/podium.es/mantra.com.ar


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