sábado, 7 de noviembre de 2009

Arranca un nuevo festival cervantino en Azul


Se nota un ajetreo particular en las calles céntricas de Azul, la ciudad del centro este de la Provincia de Buenos Aires donde conviven con igual gracia las historias de malones y fortines, las aventuras arquitectónicas de Francisco Salamone y las permanentes referencias a la obra de Miguel de Cervantes. Y no es para menos.
Ayer jueves comenzó la tercera edición del maratónico Festival Cervantino que se extenderá hasta el domingo 15 y que trae una grilla cargada de música, cine, danzas, teatro, plástica, literatura, conferencias académicas, deportes, gastronomía, talleres, fotografía, diseño y las más variadas propuestas, amuchadas todas ellas bajo el lema: "La diversidad cultural latinoamericana y sus diferentes expresiones".
Acaso sea porque la variedad de propuestas permite involucrar a una gran parte de la comunidad, acaso sea porque es una oportunidad magnífica para mostrarse en la vidriera cultural nacional e internacional, acaso sea producto del envión anímico y conceptual que llegó en 2007, cuando la UNESCO declaró a Azul como la primera "Ciudad cervantina" de Argentina. L
o cierto es que durante diez días un importante número de azuleños (artistas, funcionarios, artesanos, académicos, prestadores de servicios turísticos y culturales, instituciones civiles, docentes y alumnos de todos los niveles, organizaciones barriales) ocupan el espacio público y repiten consignas que constan de palabras como identidad, cultura, libertad, diversidad. No deja de ser interesante. O bien todos leyeron la misma gacetilla de prensa, o bien todos están intentando darle forma a un mismo concepto. Que es, a fin de cuentas, de lo que viven las ciudades con pretensiones de insertarse en el cada vez más competitivo mercado turístico, cultural, del entretenimiento: construir un concepto sólido, sacarle lustre, hacerlo brillar (y durar).
"Ciudad cervantina" le calza al dedillo. Recuérdese que Azul cuenta con la Casa Ronco, y que la Casa Ronco es una biblioteca y un museo que resguarda la colección de libros de Cervantes más grande fuera de España (cada tanto vuelve a ser noticia por alguna nueva incorporación: por caso, la donación del escritor británico Julian Barnes, un ejemplar de la primera edición en inglés de Don Quijote de La Mancha, de 1675).
Inaugurada en 2007, la Casa Ronco fue ─como su nombre lo indica─ el hogar del Dr. Bartolomé J. Ronco, un abogado nacido en 1881 y fallecido en 1952, filántropo, promotor cultural, entusiasta de personajes como Don Quijote y Martín Fierro, que allá por la década de 1930 organizó el primer encuentro para presentar a la comunidad su colección cervantina, que sería la base del actual tesoro que hace relamer a más de un bibliófilo.
Las actividades de este año comenzaron con los discursos de rigor, y con botones de muestra de la "diversidad cultural latinoamericana" proclamada en la consigna (podría preguntarse qué tiene que ver con Cervantes, pero más vale no ser aguafiestas).
En el Cine Flix se proyectó una adaptación de Auca Nahuel, la novela de Julio Cordeviola, dirigida por Jorge Omar Pérez, centrada en la vida de los indios pampeanos; en el Teatro Español cantó Mujerío, un conjunto de mujeres que interpreta canciones compuestas por mujeres sobre temas relacionados con mujeres; en la Plaza San Martín hubo milonga con La Tuba Tango; en un pub Nora Benavidez y Juan Azar se pasearon por el candombe, los boleros y un penetrante espíritu habanero. Y así. El domingo a la tarde es la fiesta inaugural, con desfile callejero, pitos y matracas. Antes y después, montones de opciones (revisen la programación, que es imposible copiarla entera y además no tiene gracia, que para eso existen las programaciones).
Buena oportunidad para hacerse una escapada y visitar Azul. En última instancia, si quedan extasiados por tanto Cervantes, siempre pueden cortarlo con un poco de Salamone y un poco de malones. O de Mateocho, el primer asesino múltiple del país. Pero ésa es otra historia.
revistaenie.clarin.com

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