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miércoles, 10 de agosto de 2011

Erase una ciudad en transición

Cada día, a las 17.30, las calles de Stroud quedan desiertas. Los comercios bajan sus persianas, los oficinistas se despiden hasta la siguiente jornada laboral y las carreteras se convierten en un disciplinado hormiguero. Incluso los autobuses urbanos hacen su último recorrido tan sólo hora y media más tarde. Es a partir de entonces, justo después de la cena, cuando esta pequeña ciudad del sur de Inglaterra vuelve a cobrar vida, pero una muy diferente a la del ajetreo diurno y las obligaciones cotidianas. Es en este momento cuando los tornos comienzan a girar en los cursos de cerámica, los coros inundan de melódicas voces las salas de ensayo y empiezan las reuniones de todo tipo de asociaciones locales (ambientales, sociales, artísticas, conservacionistas), una cantidad excepcional si lo comparamos con cualquier ciudad de veinte mil habitantes.
De entre todos los grupos que se reúnen hay uno que se destaca de forma especial, no tanto por el número de personas implicadas (menos de 50) como por sus aspiraciones. No pretenden cambiar el mundo, sino algo mucho más cercano. En primer lugar, ellos mismos y, más tarde, la ciudad en la que viven. A la vez confían en que esto ocurra en la ciudad vecina, y también en la siguiente, y así sucesivamente, albergando la esperanza de que cada comunidad realice de forma autónoma su transición hacia un futuro pospetróleo.
La idea que defienden es simple. El momento en el que se alcance la producción máxima de petróleo está por llegar, incluso puede ser que ya se haya producido. A partir de este punto el descenso será vertiginoso, tanto como lo fue el ascenso. Las reservas de petróleo cada vez serán menos y los nuevos yacimientos descubiertos de más difícil acceso, lo que hará que su extracción sea más costosa y, como consecuencia, el precio final de los combustibles resulte progresivamente más alto. De esta forma, la única vía que parece quedarnos es ir abandonando poco a poco la dependencia del petróleo. Un gran desafío, que podría ser afrontado como una oportunidad para crear sistemas urbanos en mayor contacto con la naturaleza, donde predomine lo local ante lo global y se fortalezcan las relaciones comunitarias.

Una movida global

Stroud no es la única comunidad en transición ni la idea surgió hace dos días. El movimiento de las Transition Towns comenzó a ser desarrollado por el profesor Rob Hopkins hace más de cinco años en su ciudad natal, Totnes, a poco más de doscientos kilómetros de Stroud. Hoy, el movimiento tiene presencia en todo el globo. Son trescientas setenta y cinco las iniciativas oficiales a nivel mundial y más de cuatrocientos grupos están planteándose cómo comenzar una Iniciativa en Transición. Existen treinta y cuatro países que cuentan con iniciativas o proyectos de transición (tan diversos como Yemen, Letonia, Nigeria, Chile, Tailandia, Francia o Nueva Zelanda). La red se ha extendido de tal forma y en lugares tan variopintos que hablar de ciudades en transición ha perdido el sentido, puesto que el concepto actualmente se aplica en barrios, penínsulas, bosques, universidades.
El éxito sin precedente de las Transition Towns puede atribuirse a tres factores: su cercanía (por atañer de forma muy directa a nuestra vida cotidiana, ya que el fin del petróleo nos afecta directamente y no es algo lejano e incierto como pueden ser los efectos del cambio climático), su apoliticismo, y el hecho de ver la transición como una oportunidad para dar un giro positivo a nuestras comunidades. En palabras de Helen Royall, quien fue coordinadora de Transition Stroud hasta hace un año, "llevar a cabo una iniciativa en transición es algo brillante. Por eso tenemos que hacer todo lo posible por disfrutarlo como comunidad, porque será lo que nos conduzca hacia un futuro excelente y saludable".
La transición de una comunidad es mucho más que reducir el uso del auto y evitar viajar en avión de forma indiscriminada. La transición también llega a los aspectos aparentemente minúsculos de la vida cotidiana, como comprar verduras de temporada producidas localmente o aprender a remendar unos calcetines. Todo con la finalidad de reducir el uso del petróleo y las emisiones de dióxido de carbono, consumiendo sólo lo necesario y de la forma más local posible. La fórmula es sencilla, pues sólo se trata de comparar, por ejemplo, la cantidad de combustible invertido en importar un mango de Israel y el necesario para transportar por carretera una manzana producida en nuestra región. La opción de consumo más coherente decanta por sí sola.
Para comprender que la vida sin este consumo frenético de combustibles fósiles es posible no hay más que mirar unas decenas de años atrás o preguntarles a las personas de más edad, a los que vivieron aquella época en la que no se concebía que todo fuese para usar y tirar. Una época en la que los viajes en avión eran un lujo del que como mucho se gozaba una o dos veces en la vida, las compras se hacían en el mercado o en la tienda del barrio y la ropa venía, como muy lejos, del otro extremo del país. La clave está en imitar las buenas costumbres del pasado, relocalizar y readquirir habilidades que casi se han perdido por desuso, fortalecer las a menudo debilitadas relaciones interpersonales y, en definitiva, lograr que la comunidad en conjunto y cada uno de sus habitantes en particular sean más autosuficientes.
Cada lugar es diferente y, por lo tanto, cada iniciativa en transición sigue su propio camino. Hopkins sugiere una secuencia de doce etapas, descritas en su Transition Handbook. Las mismas son un reflejo de la primera experiencia en Totnes y su evolución, pero dejan la decisión a cada comunidad de alterar el orden de los pasos propuestos o incluso saltarse o añadir otros. La experiencia de los años siguientes a la publicación del libro ha demostrado que cada Transition Town sigue su propia metodología, aquella que se adapta mejor a las necesidades y características de la comunidad y, sobre todo, del grupo que hace que esto sea posible.
El propio Hopkins, quien está preparando una segunda edición del libro, reconoce que esta propuesta de las doce etapas "ha sido muy útil en los primeros años de las Transition Towns", pero que "es necesario plantear el modelo de una forma diferente y más flexible, de manera que nadie sienta que tiene que seguir dichos pasos uno por uno y hasta el final, y así dejar las puertas abiertas a la creatividad de cada uno".
Quizás el paso número cinco sea uno de los más ineludibles, por tratarse del corazón de la estructura de las comunidades en transición. Es en este momento en el que se consolidan pequeños grupos de trabajo centrados en diferentes aspectos del proceso, como la energía, el transporte o la comida. Cada uno ha de determinar dentro de su ámbito la mejor forma de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Dichos grupos se forman a partir de los intereses personales de sus miembros, al igual que ocurría en las teorías utópicas de Fourier, quien basaba el funcionamiento de sus comunidades ideales en las pasiones personales de cada uno de sus componentes. La pasión y el entusiasmo son elementos imprescindibles en las iniciativas de transición, pero en muchas ocasiones no son suficientes para conseguir el éxito de un proyecto de tal magnitud. A menudo también hacen falta conocimientos y experiencia para que una iniciativa de este tipo cobre solidez, como es el caso de Stroud. El movimiento de transición de esta ciudad cuenta entre sus miembros con personas como Molly Scott-Cato, profesora de Economía Ambiental de la Universidad Metropolitana de Cardiff, y una de las fundadoras de la moneda local, la Stroud Pound, o el urbanista Neil Buick, quien coordina el evento de las Open-Homes, en el cual los propietarios abren sus casas durante un fin de semana para mostrar las reformas realizadas para incrementar la eficiencia energética. La veteranía de sus integrantes, cuya media de edad rebasa los cuarenta, es uno de los puntos que más pueden sorprender a alguien acostumbrado a que en su país este tipo de iniciativas sean casi de forma exclusiva realizadas por jóvenes, con muchas ideas y energía, pero con una experiencia limitada. Como contrapartida, la casi total ausencia de gente joven involucrada en el grupo es un factor que podría acabar poniendo en peligro la viabilidad del proyecto a largo plazo.

Las dos caras

Los grupos de trabajo pasan en sólo unos meses de estados de euforia creativa a la hibernación. O a la inversa, dependiendo del grado de intervención de sus miembros y del tiempo y energía de la que dispongan. Esta es, una vez más, la doble cara de los trabajos voluntarios. Algunos abandonan el proyecto después de años de trabajo y largas horas de reuniones vespertinas, pero a la vez otros se unen, insuflándole a Transition Stroud nuevos aires y aportando ideas frescas. Las propuestas se cuentan por decenas, las que se realizan son menos y las acciones que tienen un impacto verdadero a corto o mediano plazo se pueden contar con los dedos de las manos. Al día de hoy, uno de los proyectos más tangibles es la creación de una moneda propia para fomentar el consumo local, la libra de Stroud (Stroud Pound), que ya es aceptada en más de cuarenta negocios del municipio. Otras, de momento, sólo son ideas imprecisas, como la del aprovechamiento energético de los pequeños saltos de agua, hoy en desuso, de los canales creados por algunas fábricas situadas a las orillas de los mismos.
Mientras tanto, el espíritu de transición de Stroud se mantiene vivo gracias al desarrollo de todo tipo de actividades que engloban diferentes aspectos de la vida cotidiana. Las iniciativas que hasta ahora se han puesto en marcha son tales como las destinadas al fomento del uso de la bicicleta y la reducción del uso del auto, cursos para la recuperación de habilidades perdidas como arreglar ropa, fabricar abono orgánico o cultivar verduras en los jardines, la concesión de una beca a una profesora de un colegio de la zona para que dedique parte de su jornada a cuestiones ambientales o la organización de charlas y proyecciones de documentales sobre el cénit del petróleo y el cambio climático, entre otras.
Por otro lado, tal y como afirma Simon Allen, uno de los miembros fundadores y de los más activos del grupo, "la transición es algo más bien psicológico, por eso no sólo se generan nuevos proyectos en el seno de Transition Stroud, sino que también se van incluyendo otros que surgieron con anterioridad o posteriormente, pero que persiguen los mismos objetivos". Dentro de estos proyectos paralelos se encuentran algunos tan peculiares como el Global Bee Project, dedicado a la conservación de las abejas, la Stroud Community Agriculture, cooperativa de consumidores que obtiene de forma directa productos de la tierra, el StroudCo, cuya misión es poner en contacto directo a consumidores finales y productores de alimentos, o el Car Club, que pone a disposición de sus miembros una flota de vehículos para necesidades puntuales, reduciendo así el número de automóviles por persona.
Para quien no conozca de cerca una comunidad de transición es fácil idealizarlas. En seguida uno se imagina un lugar sin autos ni supermercados, con niños jugando en la calle y oficinistas yendo al trabajo en bicicleta. Nada más lejos de la realidad.
En el caso de Stroud se pueden apreciar sin demasiado esfuerzo dos ciudades que conviven en forma paralela. Por un lado está la ciudad que ha atraído durante décadas a artistas y gente de pensamiento alternativo, la primera ciudad inglesa en la que se construyó una Co-housing, la ciudad donde todos los sábados se celebra un pintoresco mercado de productos locales... Pero en ella también reside una ciudad inglesa más donde, a pesar de su reducido tamaño, hay un inusual número de hipermercados, establecimientos de comida rápida y escasas facilidades para peatones, ciclistas y usuarios del transporte público.
A pesar de que Transition Stroud ha logrado una productiva relación de trabajo con el gobierno local, la mayoría de los aspectos básicos de la organización del municipio todavía quedan fuera de su alcance. Las iniciativas en transición aplican una estrategia del tipo bottom-up, es decir, de abajo hacia arriba. Justamente a la inversa de las iniciativas lanzadas por la administración local para fomentar la participación de la población. Las comunidades asumen un papel proactivo, puesto que son las que mejor conocen las necesidades del entorno local, ante un gobierno que no dirige sino que reacciona ante las demandas de la ciudadanía.
Otro aspecto que Rob Hopkins considera clave es la visión del futuro. Es decir, pensar adónde se quiere llegar y a continuación empezar a trabajar para conseguirlo, dándole un enfoque positivo muy lejos de las actuales campañas ecologistas basadas en mostrar escenarios futuros devastados por grandes catástrofes naturales. Una buena síntesis de lo que a toda comunidad de transición le gustaría alcanzar se puede ver en el mismo centro de Stroud, en la algo exclusiva comunidad de viviendas Co-housing, donde viven varios miembros del grupo. Allí los niños sí pueden jugar por la calle sin preocuparse de autos u otros peligros, hay espacios comunitarios para fomentar la interacción entre los vecinos, parte de la energía consumida es generada por paneles solares, los huertos son regados con agua de lluvia y abonados con residuos orgánicos e incluso los vecinos pueden comprar los huevos a la familia encargada del corral.
Después de compartir una de las cenas comunitarias que se organizan tres veces a la semana en las Co-housing, uno no puede evitar pensar que, a pesar de los tres años y medio que Transition Stroud lleva en funcionamiento, todavía queda demasiado por hacer para acercarse a ese tipo de existencia semidílica. Por un lado esto parece darles a sus componentes una energía inusitada para continuar adelante con la transición, pero por otro puede hacer plantearse a los más escépticos si un proceso tan lento no hará caer en el desánimo a sus integrantes, e incluso si los cambios necesarios para afrontar un futuro pospetróleo se lograrán a tiempo. Si fuera así, y el momento en el que los combustibles fósiles sean tan escasos y caros que no resulten suficientes para abastecer a la población llegara antes de lograr una verdadera sociedad de transición, siguiendo la atípica pero lúcida recomendación de Rob Hopkins, Transition Stroud debería "celebrar su fracaso", es decir, darlo a conocer para que otros no repitan los errores que ellos cometieron.

MIENTRAS TANTO EN AMERICA LATINA

En nuestro continente la propuesta de las Transition Towns aún no está muy difundida. Cuenta únicamente con una iniciativa oficial y siete proyectos distribuidos en cuatro países: Argentina, Brasil, Chile y México.
En 2007 se creó en Chile la (por el momento) única comunidad de transición de carácter oficial. Está en un diminuto pueblo llamado Villa Manzano, situado en la región del Biobío, en donde tres hermanos pusieron en marcha el proyecto y fueron contagiando poco a poco al resto de los vecinos con su idea de convertir la población en un lugar ecológico y autosustentable. También en Pucón, en la región de la Araucanía, el pasado marzo se celebró la sesión de apertura de una nueva iniciativa.
En la Argentina son dos las comunidades que se preparan para convertirse en iniciativas de transición: Capilla del Monte (provincia de Córdoba), de la mano de la escuela y granja orgánica Jardín de los Presentes, y la llamada Comarca Andina en Transición, primera iniciativa de este tipo en el país, que ya realiza acciones en tres pequeños pueblos de las provincias de Chubut y Río Negro.
Por otra parte, en Brasil existen tres proyectos más, Brasilândia, São Lourenço y Transition Granja Viana. En México, a principios de este año, se formó un grupo de trabajo que pretende convertir la ciudad de Ensenada en una nueva iniciativa de transición.

EN LA RED

Transition Networks www.transitionnetwork.org
Transition Stroudwww.transitionstroud.org
Transition Town Totneswww.transitiontowntotnes.org
Comarca Andina en Transición http://sites.google.com/site/sinpetroleo
 lanacion.com

lunes, 11 de julio de 2011

El desafío del movimiento



Kill Bill es una gran película porque es la epopeya de una mujer dispuesta a todo. Pero por sobre todas las cosas, es una película de cambio, de acción, de transformación.
En la primera parte de la saga, hay una escena que siempre me conmovió. Uma Thurman está tirada en el asiento trasero de una camioneta. Estuvo cuatro años en coma. Su cuerpo está tieso, duro. Sus piernas, inmovilizadas. Llora de dolor. Entonces, se produce ese instante mágico, la raíz de toda la historia. Uma Thurman mira sus pies. Largos. Flacos. Las uñas apenas pintadas de un rosa nacarado. Y como un hachazo, se cuela la única verdad posible: para poder caminar y concretar lo que se cuece en sus entrañas, tiene que empezar por mover sus pies. Ella es incluso más detallista, más fina: tiene que empezar por mover los dedos de sus pies. Y como si el tiempo no tuviera medida, Uma Thurman se relaja, acomoda su cabeza, cruza las manos sobre el pecho, enfoca sus ojos en uno de sus dedos gordos y le ordena moverse. Sabe que con paciencia y esfuerzo vendrá todo lo demás. Pero tiene que hacer ese primer movimiento. Mover su dedo gordo.
Lo que sigue es una obra maestra sobre uno de los grandes temas de la humanidad y la tenacidad de una mujer por ajusticiar su dolor.
Pero esa escena de la película me parece reveladora, luminosa. Porque muestra cómo la salvación está en la acción, en esa fuerza física y espiritual que nos impulsa a andar. De a poco. Por más pequeño e insignificante que nos parezca el movimiento. Actuar, generar, hacer, crear. Ir. Algo se estuvo gestando, y hay un impulso que nos lleva a dar el paso.
Durante muchísimo tiempo, a las mujeres nos miraron como si estuviésemos dormidas, aletargadas. Es que eso simulábamos. Pero la verdad de la historia era otra: nos estábamos moviendo de a poco, con mucha lentitud, con paciencia. La desesperación, se sabe, no es buena consejera. Por eso, generaciones enteras de mujeres se dedicaron a activar apenas el dedo gordo del pie. Hacía falta que pusieran toda su fuerza ahí. Era el principio. Poco a poco, el cuerpo entero se empezó a mover, y un buen día empezamos a caminar. Finalmente, salimos a la calle y, sin pedir permiso, nos fuimos colando por todas aquellas puertas que vimos entreabiertas.
Hoy es nuestro momento. Y esta revista, este maravilloso universo que es OHLALÁ!, al que ahora me sumo, es un espejo perfecto de ese gran cambio que se está dando. Mujeres que se atreven, que dicen, que crean, mujeres que comparten, que entienden, que dan. Mi desafío, junto con todas las que hacemos OHLALÁ! y ustedes, es enorme. Tenemos que seguir haciendo, generando, construyendo. Contando historias. Compartiendo ideas. Proyectos. Moviendo el cuerpo.
Lo que nos falta todavía es infinito. Y eso es lo bueno.
Hacia allá vamos.
Teresa Elizalde
revistaohlala.com

sábado, 31 de octubre de 2009

La escuela, clave en la lucha contra el sedentarismo

Sebastian A. Ríos
LA NACION
Las clases de educación física han demostrado ser una herramienta clave para comenzar a revertir el avance de la obesidad y el sobrepeso entre los chicos argentinos. Sumar unas pocas horas de educación física a la semana y aumentar la intensidad de éstas son lo que sugieren dos recientes estudios realizados en escuelas porteñas y bonaerenses.
"Hallamos que de una a dos clases extra de educación física a la semana son suficientes para mejorar la capacidad física de los chicos, así como para mantener en ellos una proporción adecuada de tejido adiposo y tejido muscular. O, en otras palabras, para ayudar a reducir el sobrepeso", dijo a LA NACION el licenciado en actividad física y deporte Carlos Siffredi, director del Club de Amigos.
Siffredi codirigió un estudio realizado con el apoyo de Coca-Cola en el Municipio de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, en el que se evaluó cuál fue el impacto en 400 chicos de entre 9 y 12 años de sumar clases extracurriculares de educación física.
"A la mitad de los chicos, les dimos más clases de educación física, mientras que a la otro mitad simplemente los evaluamos -contó Siffredi-. El programa duró dos años y una vez finalizado comparamos entre ambos grupos nueve variables relacionadas con el desarrollo físico y motor que habían sido medidas al comienzo del estudio."
El resultado fue sin lugar a dudas positivo: de las nueve variables relacionadas con la fuerza, la velocidad y agilidad, la flexibilidad y la resistencia aeróbica, siete presentaron diferencias significativas en favor de los chicos que habían recibido clases adicionales de actividad física.
"Mejoró su desarrollo físico y motor, pero también encontramos una reducción del 21% del tejido adiposo [grasa corporal] entre los chicos que habían tenido un estímulo sistemático en su actividad física", resumió Siffredi.
¿En qué consistió la actividad física extra que logró tal diferencia? "Agregamos tres clases semanales de actividad física, de 90 minutos cada una, en la que los chicos hacían actividades que implicaban correr, saltar, balancearse o girar, entre otras, pero en las cuales la estrategia central era siempre el juego. Luego venía un bloque de deportes: fútbol, básquet, voley o handball."
Vale aclarar que las actividades extracurriculares eran voluntarias y que los participantes asistían a entre una y dos clases extra semanales. "El promedio fue una clase y media extra, y eso fue suficiente: los resultados están a la vista", dijo Siffredi, para quien "el ámbito escolar es un excelente lugar para incrementar la actividad física, ya que el 96% de los chicos en edad escolar están escolarizados. Haciendo un programa de actividad física desde la escuela nos aseguramos que llegue a la inmensa mayoría de la población".
Las clases de educación física pueden hacer mucho en la lucha contra la epidemia de obesidad que afecta al planeta entero, incluida la Argentina. Sin embargo, su utilidad no parece ser aprovechada.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) halló que sólo el 30% de la actividad física de moderada a vigorosa de los chicos de 11 a 12 años de colegios porteños y bonaerenses tiene lugar dentro del colegio.
"Lo que se recomienda es que al menos el 50% de esa actividad física se realice dentro de las escuelas", dijo el doctor Sergio Britos, director saliente de Cesni y coautor del estudio que se basó en el uso de dispositivos (acelerómetros) que miden la intensidad de los movimientos.
"El estudio también halló que los chicos son más sedentarios durante los fines de semana que durante los días de semana", agregó Britos, para quien las clases de educación física son un buen lugar para incentivar la actividad física, pero no el único.
"Hay que estimular el movimiento no estructurado y espontáneo, y los recreos son un buen lugar, aun cuando los maestros traten de que los chicos no se muevan en las recreos."

miércoles, 19 de agosto de 2009

Ser inquieto, un factor fundamental para no engordar


En las estimaciones acerca de la obesidad, son muy pocos los que se mantienen alejados del exceso de grasa corporal para permanecer en el grupo de “nunca obesos” y gran parte de la responsabilidad de ésto la tiene la cualidad de ser inquieto.
Un factor fundamental para no engordar nunca es el nivel de actividad física que no es ejercicio, también llamadas NEAT, por sus siglas en inglés (non exercise activity thermogenesis). Es decir, es esencial cuánto de lo que nos movemos, fuera del ejercicio físico, influye en la termogénesis o el gasto calórico.
Entre las NEAT podemos encontrar actividades cotidianas tales como lavar platos, cocinar, lavar pisos, limpiar vidrios, entre otras y actividades espontáneas que constituyen aquellas que son determinadas biológicamente y que permiten a una persona mover las manos al hablar, mover las piernas aún cuando están sentadas y no permanecer sentado mucho tiempo, es decir, son personas inquietas.
Al comparar la actividad que no era ejercicio físico entre obesos y no obesos, se comprobó que los obesos permanecen sentados 164 minutos más al día que los no obesos y que éstos últimos están de pie 154 minutos más al día, habiendo dormido la misma cantidad de tiempo.
Lo que queremos mostrar con ésto es la influencia en el peso corporal de pequeñas actividades no estructuradas que afectan el gasto calórico, ya que si bien las actividades espontáneas que hacen a un individuo inquieto por naturaleza no se pueden modificar grandemente, si podemos ampliar las actividades cotidianas, es decir, jugar con los niños, con la mascota, lavar determinada cantidad de ropa a mano, planchar, y hasta hacer las compras caminando.
Éste nuevo descubrimiento acerca de las NEAT, puede alentarnos a moveros más sin necesidad de matarnos horas en el gimnasio, ya que está demostrado que simples tareas domésticas influyen en el gasto calórico y pueden alejarnos de la obesidad.
vitonica.com

miércoles, 11 de marzo de 2009

El nuevo nomadismo


El trabajo deja de ser un lugar físico para convertirse fundamentalmente en una actividad independientemente del lugar en que la desempeñemos, escribía el año pasado para lanacion.com .
Durante el 2008 hemos tomado conciencia de que cada vez es más complejo desplazarse (mover átomos) pero las cosas pasan todo el tiempo, a gran velocidad y en todo lugar.
Dice
Tomi Ahonen , gurú de la movilidad, que "la necesidad de comunicarnos es más poderosa que la de cómputo, de entretenernos o de informarnos".
Actualmente vivimos la transición de una era "en red" a una era "conectados". Esta nueva era es una sociedad siempre-conectada y esto es posible por los celulares. En la red nos conectamos, accedemos al mail, buscamos información. Es como fue la revolución industrial temprana, antes de la electricidad. Las máquinas de vapor que generaban la energía eran grandes y fijas. Sólo la electricidad pudo brindar los beneficios empresarios en forma masiva. Esta analogía, máquina de vapor-electricidad, es trasladable a la "era en red-conectados" o Internet-movilidad.
Las comunicaciones están presentes constantemente a través del celular. Las comunicaciones son móviles. Piensen en BlackBerry y como en forma casi neurótica los usuarios dependen de él. No es que necesitan enviar mails permanentemente. Quieren saber si llegó algún mensaje. Y eso que esperamos hasta 48 horas para recibir una respuesta de mail. Los mensajes de texto SMS se suelen responder en cinco minutos. Asistimos a una especie de adicción a la conexión permanente. Esto se logra con el celular liberándonos del ancla del escritorio, del lugar físico.
Comunidades 2.0.
Rheingold, pionero de las comunidades virtuales o redes sociales, ya en el año 2002, decía que el celular cambiará la forma en que compramos o consumimos contenidos, pero el poder del móvil es la comunicación. Amplía el talento humano para la cooperación. Si equipamos a un grupo con celulares la productividad aumenta. Y lo interesante en la "era siempre conectados" es que el poder se transfiere, desde quién retenía, a quien comparte la información.
Hace exactamente un año creamos
ForoMovil 2.0 y ya contamos con más de dos mil miembros muy activos y muchas cosas pasan (negocios, trabajos y demás) gracias a la cooperación.
El tamaño de la industria móvil.
Pongamos en contexto lo que sucede: recientemente se han superado los 4000 millones de teléfonos móviles. La mitad del planeta Vs. 1400 millones de usuarios de Internet, 1500 millones de televisores y 1700 millones de personas con tarjetas de crédito, según datos de Tomi Ahonen. Más personas usan teléfonos con cámaras que todas las computadores de cualquier tipo y más de 1,0 billón de teléfonos nuevos se venden anualmente. Nokia es hoy la marca más vendida de cámaras digitales. Los celulares con capacidad de reproducir música se venden más que los reproductores de MP3 en una proporción de 6 a 1. El iPhone fue la respuesta a este fenómeno, sino el iPod desaparecía.
Mensajes de texto SMS: es la aplicación de datos más usada en el planeta. Según la Universidad de Leuwen en Bélgica, son más adictivos que fumar. El 56% de los billetes vendidos en el transporte público de Helsinki se comercializan a través del móvil.
Internet móvil (WAP y navegación via browser): del total de 1400 millones de usuarios de Internet, ya 400 millones de usuarios accedían exclusivamente con móviles en el año 2008.
Homo Mobilis.
J. Katz, que investiga la sociología de la tecnología móvil, dice que vivimos una histórica re-integracion de nuestras esferas productivas y sociales. En las eras primitivas la gente no separaba el espacio dedicado a trabajar, estar en familia y para jugar. El capital intensivo de la era industrial requirió que el hogar y el trabajo se separen. Ahora estas esferas están convergiendo nuevamente. Por ello hablamos del nuevo nomadismo del Siglo XXI.
Los parientes y amigos se acercan.
Los sociólogos consideran que existen vínculos fuertes (parientes y amigos) y vínculos débiles (el resto de la relaciones). Se cree que el nomadismo tiende a que la gente que está cercana, como familia y amigos, esté aún mas cerca. Pero si esto es a expensas de la atención que dispensamos a los extraños que contactamos físicamente (más que virtualmente) esto tiene implicancias en toda la sociedad.
En 1970, Granovetter escribió "La fuerza de los vínculos débiles". El planteo es que las sociedades no solo necesitan vínculos fuertes con parientes y amigos sino también fluidos vínculos débiles con conocidos. Cualquier erosión de los vínculos débiles es perjudicial.
Los arquitectos y desarrolladores urbanos están cambiando su forma de pensar los edificios y ciudades para adaptarse a los nuevos hábitos de los nómadas.
Un caso particular, es aquel que tuve oportunidad de observar, Googleplex, en enero; las oficinas centrales de Google en California. Naturalmente con cobertura Wi-Fi y famoso por la mezcla de trabajo y juego. Y esto se extiende a todo el área de San Francisco donde los transportes de Google tienen todos Wi-Fi a bordo, para que la programación no se interrumpa. Salas de juego, mascotas, videoconferencias por todos lados, sillones masajeadores y una gastronomía que da que hablar. Sin duda un modelo de gestión de management interesante y muy orientado a objetivos. Google es la compañía de mayor velocidad de crecimiento en la historia y su lema: Móvil, móvil y móvil.
¿ Dónde está el piloto?.
Una ventaja de los celulares en relación a la PC es que estos crecientemente saben y les importa dónde esta el usuario. Algunos con GPS que usa los satélites y otros un método menos preciso que calcula la ubicación en relación a la torre más cercana o al hotspot Wi-Fi. Estoy usando este servicio en mi celular y cuando combinamos la movilidad con el poder de la nube de Internet tenemos un nivel de integración inédito, que nos permite informar donde estamos y todo lo que puede facilitar esa información para los compañeros del equipo de trabajo o para la familia y amigos.
Me preocupa, la invasión a mi privacidad? En un segundo modifico la configuración y solo informo en qué ciudad estoy, bloqueo esta información en forma total o sólo para algunos usuarios de mi red.
Asi de fácil.
Computación en la nube. La computación en la nube, es un modelo de computación donde los datos y las aplicaciones residen en la red, es un concepto general que incorpora el software como servicio.
El libro "The Big Switch - ¿Volviendo a cablear el mundo desde Edison hasta Google?", escrito por Nicholas Carr, presenta una serie de analogías entre lo que ocurrió con la llegada de la electricidad a finales del siglo 19 y la fuerte tendencia que estamos experimentando hoy con la transformación de los recursos informáticos y de comunicación en un servicio.
En la revolución industrial las empresas encontraron un diferenciador en la electricidad. ¿Qué hicieron? Invertir en generar la electricidad internamente. Posteriormente la red eléctrica fue mejorando y los costos bajaron tanto que todas estas empresas se vieron forzadas a unirse a la red eléctrica para poder seguir compitiendo.
Carr sugiere que lo mismo está sucediendo ahora. Sólo que a principios del siglo 21 está ocurriendo con los sistemas informáticos y el manejo de la información y conocimiento. La red eléctrica ahora es la red de la información (Internet) y la capacidad de acceso móvil que permite la nube.
¿La ventaja para las empresas?
Utilizar esta nueva red de servicios para bajar sus costos y enfocarse en su negocio, logrando así una productividad inédita.
¿La ventaja para las personas?
Estar siempre conectados es muy fuerte. Enloquecernos o liberarnos para mejorar nuestra calidad de vida es algo que una vez más depende de nosotros!
Decía Baudelaire en sus poemas en el siglo XIX: Podría decirse que la contemplación de las nubes nos pone delante un mundo donde hay tantas formas como movimientos; los movimientos le dan formas, las formas están en movimiento y el movimiento las deforma siempre. Es un universo de formas en continua transformación.
Casi un visionario tenía claro que la nube y el movimiento parece que serán inseparables. ¿Nuestro destino?
Estar móvil, móvil y móvil, pero bien comunicados.
Lic. Martín Feldstein
Especial para LANACION.com
martinf@meriti.com