Imaginemos por un momento que somos dueños de una fábrica de producciones originales. En nuestro cerebro existe una saludable maquinita que, según las herramientas y recursos heredados y los que incorporamos en nuestra historia, es capaz de generar ideas, conceptos y todo tipo de obras. Solemos relacionar la creatividad con el arte y la ciencia, pero nuestras intenciones y talentos creativos van más allá. La creatividad es el combustible para el desarrollo de nuestra inteligencia (cognitiva, emocional, social y espiritual).
Ser creativo es tener actitud de adaptación, de búsqueda, de ir más allá de lo ya establecido. No sólo es creativo el genio, el maestro del diseño o las letras. Creativo es quien logra una respuesta, creación o puesta en acto de algo útil y beneficioso para sí, para su grupo, para la sociedad.
Una exquisitez, aunque simple y sencilla que conquiste los sentidos y alimente el estómago y el alma, una respuesta superadora que nos permita creer y crecer, esa nota interior que nos mantenga en sintonía con nuestro proyecto personal, crucigramas que promuevan la flexibilidad y nos ayuden a encontrar palabras para una comunicación más efectiva. Todo esto y mucho más es un desafío vital y creativo.
Ser creativos es promover nuestros mapas y abrir nuevos caminos mentales. Todos nacemos con la capacidad de desarrollar nuestra capacidad creativa. Estarán quienes resulten más propensos a la creación, pero el más creativo de todos será el que busque superarse a sí mismo, el que se anime a poner en juego sus virtudes y fortalezas al servicio de una mejor calidad de vida.
Por Eduardo Chaktoura - psicólogo y periodista
lanacion.com
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