Podríamos conformarnos con decir que bien-estar es estar bien, pero hay algo más (mucho más). Por lo pronto, investigadores de la vida saludable y positiva han elegido la palabra bienestar, no para reemplazar sino para hacer mucho más accesible esto de la felicidad.
Querer ser feliz, sentir felicidad, vivir para ser feliz. Parece algo tan abstracto, agotador e inalcanzable que para no sentirnos frustrados en el camino, perdiendo oportunidades, podríamos pensar en que nuestro tren pueda detenerse a disfrutar de las tantas estaciones que nos esperan mucho antes de nuestro gran destino final.
Buscar el bienestar es pensar en cómo hacemos para salir a buscar, experimentar y disfrutar de gran parte o todo aquello que creemos nos haría sentir o pensar que estamos bien.
Además de tomar conciencia plena de preguntas tan puntuales como las que siguen, la propuesta es apuntar todo lo que pueda surgir como respuesta. ¿Qué cosas, qué personas, qué situaciones nos hacen o nos harían sentir bienestar? (si necesita pensarlo en relación a la idea original o aprendida, reemplace bienestar por felicidad). ¿Qué estamos buscando? ¿Qué estamos esperando? ¿Qué tipo de confort creemos necesario para sentirnos bien? ¿Qué tipo de bienes o logros acumulamos?
Lo que resulte de estas preguntas dará cuenta de cuan próximos o distantes estamos de lograr aquello que tanto deseamos (o creemos que puede hacernos bien).
Muchas veces corremos como burros o asnos detrás de zanahorias impuestas por los dueños de la asnada, la moda, las doctrinas o el mercado que no hacen más que hacernos planear sobre la base de deseos prestados o vivir insatisfechos por comprar proyectos momentáneos que ofrecen vidas ajenas.
La suma de objetivos cortos, posibles y simples, pero auténticos e intensos, tanto para el corazón como para la mente, parecen ser algo que deberíamos tener en cuenta para que el bienestar llegue a nuestras vidas para quedarse.
Eduardo Chaktoura-psicólogo y periodista
lanacion.com
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