Saber decir y valorar la recepción de un gracias genera emociones positivas, tanto en quien agradece como en quien recibe el agradecimiento.
La gratitud promueve el bienestar, reduce el estrés y fortalece los vínculos y las relaciones interpersonales. Un gracias puede más que el resonar mismo de la palabra.
Se postula como una de las virtudes más deseables para la humanidad. Es, en definitiva, una cuestión de actitud que merece convertirse en hábito.
Más allá de que, como dirían las abuelas, corresponde agradecer con quien estamos en deuda o con quien ha colaborado o contribuido con nuestra causa o motivo, la gratitud es una decisión.
Elegimos decir gracias y, desde la libre elección, sabemos (o deberíamos ser conscientes) por qué lo hacemos, cómo y con qué fines.
Podemos elegir no ser agradecidos; o bien, tal como postula Nietzsche, hacerlo desde la idea del gracias como un disfraz para ocultar intereses. En el otro extremo estarán los que creen que agradecer significa inmolarse a los pies de su benefactor. Sobran también los benefactores a los que no hay gracias que les alcance para pagar el esfuerzo y los costos de su acción benéfica.
A propósito, ¿solemos decir gracias a menudo? ¿Cuándo lo hacemos? ¿Con qué fines? ¿A quiénes sí y a quiénes no? ¿Qué sentimos cuando agradecemos? ¿Nos alcanza con un gracias? ¿Qué buscamos a cambio de nuestras acciones? Preguntas que ayudan a descubrir por qué aguas nadan nuestros ideales de aceptación y reconocimiento.
Más allá de las costumbres y propósitos que resulten, al menos por hoy alcanza con que logremos reconocer los beneficios que conlleva el acto mismo de agradecer o de recibir un agradecimiento.
Estudios científicos avalan este fenómeno saludable y positivo, desconocido para muchos, al menos desde lo teórico o lo concreto. Cuántas veces, sin saber la eficacia de la fórmula, habremos experimentado placer y bienestar por un gracias que hayamos dicho o hayamos recibido de regalo.
Emmons & McCullough descubrieron que tan solo con identificar y escribir acerca de cinco cosas por las que estamos agradecidos, nuestro nivel de felicidad se puede incrementar en un 25 por ciento. ¿Quién se va a perder la oferta del día?
Por cierto, ¡gracias!
Eduardo Chaktoura-psicólogo y periodista
lanacion.com
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