Por Juan Yesnik
RevistaOHLALA.com
Se cree que todos los hombres se excitan viendo un cuerpo desnudo o a personas teniendo sexo. Pero hay un límite, una delgada línea donde donde una simple práctica o fantasía excitante puede convertirse en un trastorno sexual. En algunos casos, incluso, puede llegar al extremo de terminar en un delito.
Se conoce como voyeur a la persona que tiene la fantasía sexual recurrente de excitarse viendo como otras personas se desnudan o tienen sexo. Según el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM IV), estas fantasías e impulsos sexuales se registran durante un período no inferior a los seis meses y provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas de la actividad del individuo.
A diferencia de lo que puede ser considerada una fantasía convencional, el "mirón patológico" se caracteriza por hacer de su acto un hecho compulsivo y reiterado. La vida del voyeur suele girar en torno a su obsesión oculta.
Cerraduras, ventanas, espejos, cámaras, lentes especiales. cada quien según sus gustos y posibilidades.
Para ser voyeur se deben dar dos condiciones: por un lado, que la persona observada esté en una situación que sea erótica y excitante para quien la está espiando y, por otro, la "víctima" no debe saber que hay alguien que la está teniendo "en la mira".
El voyeur goza al saber que espía sin ser descubierto. No tiene intenciones de alertar, ni mucho menos de agredir o amenazar a sus "musas inspiradoras". Sólo observa, se excita y se masturba. El hecho de actuar "en las sombras" refuerza la dosis de placer (imaginen la adrenalina que despierta lo prohibido).
Cuando lo descubren, suele ser denunciado y ahí es cuando el voyeurismo roza la figura del delito. Es esta la manera habitual en la que el voyeur llega al consultorio, porque es muy difícil que se presenten por propia voluntad.
La gravedad del "acto voyeurista" oscila según el tipo de práctica en la que haya incurrido el acusado. Algunos suelen fotografiar o grabar a quienes observan, lo que constituye un daño considerado de suma gravedad contra la intimidad. Hay países que han sancionado leyes con penas muy severas al respecto.
Perfil de voyeur
El voyeur suele ser un sujeto tímido, antisocial, con escasas posibilidades de iniciar o sostener una relación. El voyeurismo es más frecuente en hombres que en mujeres. Es propio del "macho" alcanzar la excitación con estímulos visuales (en las mujeres prevalece el poder del "tacto" por encima de los otros sentidos).
En torno a la figura del voyeur , algunos sex-shops incluyen cabinas (peep shows) donde el cliente puede espiar por una mirilla y gozar frente al streap de una mujer que juega "sin saber" que otros la están mirando. El mercado virtual no se quedó atrás y cada día son más las páginas que ofrecen ciertos jueguitos eróticos vía webcam.
Se cree que todos los hombres se excitan viendo un cuerpo desnudo o a personas teniendo sexo. Pero hay un límite, una delgada línea donde donde una simple práctica o fantasía excitante puede convertirse en un trastorno sexual. En algunos casos, incluso, puede llegar al extremo de terminar en un delito.
Se conoce como voyeur a la persona que tiene la fantasía sexual recurrente de excitarse viendo como otras personas se desnudan o tienen sexo. Según el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM IV), estas fantasías e impulsos sexuales se registran durante un período no inferior a los seis meses y provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas de la actividad del individuo.
A diferencia de lo que puede ser considerada una fantasía convencional, el "mirón patológico" se caracteriza por hacer de su acto un hecho compulsivo y reiterado. La vida del voyeur suele girar en torno a su obsesión oculta.
Cerraduras, ventanas, espejos, cámaras, lentes especiales. cada quien según sus gustos y posibilidades.
Para ser voyeur se deben dar dos condiciones: por un lado, que la persona observada esté en una situación que sea erótica y excitante para quien la está espiando y, por otro, la "víctima" no debe saber que hay alguien que la está teniendo "en la mira".
El voyeur goza al saber que espía sin ser descubierto. No tiene intenciones de alertar, ni mucho menos de agredir o amenazar a sus "musas inspiradoras". Sólo observa, se excita y se masturba. El hecho de actuar "en las sombras" refuerza la dosis de placer (imaginen la adrenalina que despierta lo prohibido).
Cuando lo descubren, suele ser denunciado y ahí es cuando el voyeurismo roza la figura del delito. Es esta la manera habitual en la que el voyeur llega al consultorio, porque es muy difícil que se presenten por propia voluntad.
La gravedad del "acto voyeurista" oscila según el tipo de práctica en la que haya incurrido el acusado. Algunos suelen fotografiar o grabar a quienes observan, lo que constituye un daño considerado de suma gravedad contra la intimidad. Hay países que han sancionado leyes con penas muy severas al respecto.
Perfil de voyeur
El voyeur suele ser un sujeto tímido, antisocial, con escasas posibilidades de iniciar o sostener una relación. El voyeurismo es más frecuente en hombres que en mujeres. Es propio del "macho" alcanzar la excitación con estímulos visuales (en las mujeres prevalece el poder del "tacto" por encima de los otros sentidos).
En torno a la figura del voyeur , algunos sex-shops incluyen cabinas (peep shows) donde el cliente puede espiar por una mirilla y gozar frente al streap de una mujer que juega "sin saber" que otros la están mirando. El mercado virtual no se quedó atrás y cada día son más las páginas que ofrecen ciertos jueguitos eróticos vía webcam.
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