Su nombre, al menos hasta ahora, era/es desconocido para los argentinos. Pero Lucas Figueroa -un cineasta trashumante, que triangula entre Buenos Aires, Madrid y Los Angeles- se instaló, con un filme de apenas 13 minutos, en el mundo de los récords mundiales. Su cortometraje Porque hay cosas que nunca se olvidan lleva ganados casi 300 premios internacionales. Por eso, el viernes recibió el World Guinness Record Award en España, de manos de Carlos Cuadros, director del Instituto Español de Cine.
"Soy súperamargo. No me alegro demasiado cuando me premian por algo ni me deprimo cuando no se me dan las cosas -asegura, por teléfono, desde Madrid, poco después de haber sido galardonado-. Es raro haber recibido un premio por haber ganado premios.
La cifra exacta, en festivales internacionales, es 278; pero si contamos los certámenes menores suma más de 300. Yo nunca llevé la cifra. La llevó mi distribuidor".
Figueroa tiene 32 años y dice, con orgullo, que es de Morón: que proviene de ahí y que es hincha de ese equipo. Se recibió en la UBA: carrera de Diseño de Imagen y Sonido. Y, desde hace más de una década, vive de país en país. Hace dos años y medio realizó Porque hay cosas... "Una tragicomedia con mucho humor negro, sobre unos chicos a los que una mujer les pincha una pelota con la que estaban jugando, como alguna vez nos pasó a todos, ¿no?, y deciden tomar una venganza sangrienta", explica, antes de aclarar que se trata del cierre de una trilogía de cortometrajes.
¿Qué elementos habrán atrapado a los jurados y públicos de países tan diversos como Japón, Kenia, Rusia e India, entre otros? "Es jodido traspolar el sentido del humor de una cultura a otra. Me parece que la empatía se dio por otros elementos. Por el tema de la infancia, de la añoranza de la amistad en esa etapa de la vida. Y, por qué no, por la venganza y el fútbol".
En su corto participan los futbolistas italianos Fabio Cannavaro y Amadeo Carboni.
"Mi director de producción sabía cómo contactar a Carboni, pero de Cannavaro no teníamos ni un dato.
En esa época, él jugaba en el Real Madrid. Entonces me fui a hacer guardias a la puerta del colegio de sus hijos. Hasta que apareció la esposa: me acerqué y le di un sobre con el proyecto, copias de mis cortos anteriores y el ruego de que me diera aunque sea el teléfono de su representante. Creo que les pareció tan fuera de lugar que me llamaron, y Cannavaro actuó en el cortometraje. Lo que se dice una historia con mucha suerte".
Una particularidad del corto es que fue rodado por un argentino en España -Segovia-, aunque está ambientada en Nápoles en los `40 y hablada en italiano. "Es un mix internacional, como mi vida -dice Figueroa-. Con el tiempo me transformé en una especie de extranjero en todas partes, aunque mi corazón está en la Argentina. Notarás que mantengo el acento. Ahora mismo, mientras hablamos, me alegra pensar en mis viejos leyendo esto el domingo, en Morón.
"Soy súperamargo. No me alegro demasiado cuando me premian por algo ni me deprimo cuando no se me dan las cosas -asegura, por teléfono, desde Madrid, poco después de haber sido galardonado-. Es raro haber recibido un premio por haber ganado premios.
La cifra exacta, en festivales internacionales, es 278; pero si contamos los certámenes menores suma más de 300. Yo nunca llevé la cifra. La llevó mi distribuidor".
Figueroa tiene 32 años y dice, con orgullo, que es de Morón: que proviene de ahí y que es hincha de ese equipo. Se recibió en la UBA: carrera de Diseño de Imagen y Sonido. Y, desde hace más de una década, vive de país en país. Hace dos años y medio realizó Porque hay cosas... "Una tragicomedia con mucho humor negro, sobre unos chicos a los que una mujer les pincha una pelota con la que estaban jugando, como alguna vez nos pasó a todos, ¿no?, y deciden tomar una venganza sangrienta", explica, antes de aclarar que se trata del cierre de una trilogía de cortometrajes.
¿Qué elementos habrán atrapado a los jurados y públicos de países tan diversos como Japón, Kenia, Rusia e India, entre otros? "Es jodido traspolar el sentido del humor de una cultura a otra. Me parece que la empatía se dio por otros elementos. Por el tema de la infancia, de la añoranza de la amistad en esa etapa de la vida. Y, por qué no, por la venganza y el fútbol".
En su corto participan los futbolistas italianos Fabio Cannavaro y Amadeo Carboni.
"Mi director de producción sabía cómo contactar a Carboni, pero de Cannavaro no teníamos ni un dato.
En esa época, él jugaba en el Real Madrid. Entonces me fui a hacer guardias a la puerta del colegio de sus hijos. Hasta que apareció la esposa: me acerqué y le di un sobre con el proyecto, copias de mis cortos anteriores y el ruego de que me diera aunque sea el teléfono de su representante. Creo que les pareció tan fuera de lugar que me llamaron, y Cannavaro actuó en el cortometraje. Lo que se dice una historia con mucha suerte".
Una particularidad del corto es que fue rodado por un argentino en España -Segovia-, aunque está ambientada en Nápoles en los `40 y hablada en italiano. "Es un mix internacional, como mi vida -dice Figueroa-. Con el tiempo me transformé en una especie de extranjero en todas partes, aunque mi corazón está en la Argentina. Notarás que mantengo el acento. Ahora mismo, mientras hablamos, me alegra pensar en mis viejos leyendo esto el domingo, en Morón.
clarin.com
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