Montones de parejas deciden lanzarse a compartir la vida sin hablar de temas clave que más tarde pueden llegar a separarlos. Pasada la pasión, hijos, dinero, religión, tal vez se conviertan en motivo de conflictos difíciles de conciliar. De todas maneras, los terapeutas advierten: es pura ilusión suponer que hay pactos rígidos, las parejas más duraderas son aquellas que "negocian" una y otra vez.
Una investigación realizada en Gran Bretaña llegó a la conclusión de que las parejas se casan y son padres sin discutir antes aspectos elementales de su futuro en común. "Las parejas son ciegas respecto de diferencias clave entre ellos. Y no sólo en los primeros y apasionados momentos del romance, sino hasta que esas diferencias se vuelven un problema real y tal vez insuperable", dice Terry Prendergast, director de Marriage Care, una institución británica de beneficencia que ofrece asesoramiento para parejas.
El estudio se basó en entrevistas a más de 500 consejeros, que hicieron una lista con los diez temas que las parejas menos hablan y que son capaces de arruinar una relación si se convierten en puntos de disputa. Se habla de cuestiones como ambiciones laborales y el deseo de vivir o no en el extranjero, pero temas más íntimos como tener hijos y cómo manejar el dinero por lo general no son tratados.
La investigación dice que dos tercios de las parejas no analizaron si querían tener hijos. Los otros temas menos tratados: el manejo de las cuentas bancarias y las deudas, la crianza de los hijos en lo que concerniente a la educación y la religión, las tareas domésticas, la cantidad de tiempo que pasará la pareja en sus respectivos trabajos y en el hogar, y cuánto tiempo esperan compartir o estar solos.
"Hay también mucho temor de tratar lo que cada persona considera los malos hábitos de su pareja, como roncar, tener adicciones o conducta irritable -detalla Joe Hannion, consejero de pareja-. Tampoco piensan cómo hablarán sobre temas difíciles y el sexo. Las parejas son bastante ingenuas sobre sus expectativas y no admiten que su compatibilidad con el otro no es total. Pero para que un matrimonio tenga éxito es vital conocer las debilidades y los puntos fuertes desde el principio".
Con el amor no basta, decía Beck. "Antes, las parejas se sostenían por la abnegación de la mujer, ahora las relaciones son de mayor igualdad, pero hay cuestiones inevitables como que son dos personas diferentes que vienen de dos 'tribus' diferentes.
'El amor todo lo puede' es un mito", dice Irene Loyácono, directora del Centro de Terapias con Enfoque Familiar. En plena etapa idílica parece chocante charlar sobre la cuenta bancaria, los domingos familiares o la escuela de los chicos, pero los especialistas explican que eso es lo más conveniente. "Al menos hay que estar convencido de que se comparte una cosmovisión de la vida", dice la psicóloga Beatriz Goldberg, autora del libro "Quiero estar bien en pareja". "Uno piensa que el otro se va a ir acomodando a uno y no es así. No es romántico hablar de dinero o de la familia política, pero más vale hacerlo para no encontrarse con sorpresas. Estamos en un momento en que se vive el día a día y nadie proyecta ni piensa en el futuro, pero hay que hacerlo".
Cristina Castillo, psicóloga del Centro Dos, sostiene que en las parejas, como en todo, el azar y la contingencia existen, "pero no todo hay que dejarlo al azar. Hay cuestiones relacionadas con la identidad y el origen que a la larga se imponen. Un ejemplo es el de las parejas de religión mixta. Mejor aclarar todo desde un comienzo, para evitar inconvenientes". "Antes no se hablaba de nada. Ahora se habla sin parar, pero no de las cosas que importan. A la consulta llegan parejas con problemas que se generaron por temas trascendentes que no se hablaron en el momento indicado", cuenta María Esther del Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.
Para la psicóloga y sexóloga Diana Resnicoff, si una pareja desea convivir, "debe definir ciertas reglas y saber que van a tener que renegociar todo en las distintas etapas. La clave está en aprender a conversar para ponerse de acuerdo". "Las parejas se juntan con acuerdos explícitos e implícitos. Algunos se construyen tácitamente con lo que aceptaron y lo que no será puesto a prueba con el tiempo. Y cuando no se logra el acuerdo, hay otros motivos profundos a veces inconscientes que cargan de otro significado lo que se está discutiendo. Tiene que ver con los ideales, los mandatos familiares y la historia de cada uno", explica el psicoanalista Pedro Horvat. También dice: "No hay nada más dinámico que una pareja. Lo importante es que con cada crisis se construyan nuevos pactos. Los pactos insostenibles en el tiempo hay que sustituirlos". En esto hay total acuerdo: es infantil suponer que el otro cambiará por uno, y también creer que será siempre esa misma persona de la que uno se enamoró allá lejos y hace tiempo.
Recetas caseras
Oscar Finkelstein
No pensar obsesivamente en el futuro, no hablar de "cuando seamos viejitos"; no creer ciegamente que es para siempre; planificar hasta poco más allá de lo inmediato; tratar de aprender de los errores del pasado sin anclarse ni en los errores ni en el pasado; confiar y ser confiable; buscarle la vuelta a las rutinas hasta incluso disfrutar de algunas de ellas; estar pendiente sin ser dependiente.
Oscar Finkelstein
No pensar obsesivamente en el futuro, no hablar de "cuando seamos viejitos"; no creer ciegamente que es para siempre; planificar hasta poco más allá de lo inmediato; tratar de aprender de los errores del pasado sin anclarse ni en los errores ni en el pasado; confiar y ser confiable; buscarle la vuelta a las rutinas hasta incluso disfrutar de algunas de ellas; estar pendiente sin ser dependiente.
Así, más una extraordinaria dosis de fortuna, se puede convivir sin mayores sufrimientos durante, por ejemplo, veintiséis años. Con varios tropiezos y no demasiadas caídas. Con los compañeros del diario sorprendidos por el número, a mitad de camino entre la piedad y la envidia. Pero, especialmente, sabiendo que cualquier día de estos puede ser el último.
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