Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia
ROMA. Edoardo Boncinelli, reconocido biofísico italiano que se dedicó durante 30 años al estudio de la genética y de la biología molecular de los animales superiores y del hombre, no tiene dudas. "Los hombres nunca somos racionales. Aun cuando nos esforzamos y nos empeñamos, los hombres no somos nunca del todo racionales porque nuestro cerebro es perezoso y prefiere sacar conclusiones rápidas, pero equivocadas, antes que lentas, pero rigurosas", dice en una entrevista con La Nacion.
Nacido en 1941. Boncinelli es docente en la Facultad de Filosofía y de Psicología de la Universidad Vita-Salute, de Milán. Escribe regularmente en la revista Le Scienze y en el Corriere della Sera . Además, fue director de la Escuela Internacional Superior de Estudios Avanzados de Trieste.
"Siempre fui un apasionado del cerebro, algo fascinante, y siempre tuve una tendencia hacia la filosofía, pero científica", cuenta. En los últimos 12 años, este intelectual que tiene el gran don de saber hablar de forma comprensible de complejos temas científicos ha escrito 24 libros. Ahora está trabajando en otros tres: uno sobre la libertad, otro sobre la conciencia y otro sobre la racionalidad, justamente...
-¿Qué hay en el cerebro que hace que tengamos el lenguaje?
-Si lo supiera antes de morir, estaría muy contento. Qué hace que nosotros aprendamos y usemos el lenguaje y los animales no es una de las preguntas más lindas que se puedan imaginar. En los genes no está escrito. Por lo tanto, debe de estar escrito en esa parte del genoma que todavía no sabemos leer.
-Pero sabemos muchas cosas. Por ejemplo, en su último libro, Cómo nacen las ideas , usted explica que en una zona del cerebro están los números genéricos.
-Sí, aprendimos muchas cosas sobre el lenguaje, pero todavía no sabemos qué es lo que nos da el poder para aprender el lenguaje. Aprendimos muchas cosas que a los hombres no les gustan, como por ejemplo que nunca somos racionales. Aun cuando nos empeñamos y nos esforzamos con todo para ser racionales, no lo somos, porque nuestro cerebro es perezoso y prefiere sacar conclusiones rápidas y equivocadas, antes que lentas y rigurosas.
-¿Usted tampoco? ¿Un famoso científico no es racional?
-¡Claro, todo el mundo! El cerebro es perezoso. Por otra parte, el cerebro, que fue hecho 150.000 años atrás, no estaba hecho para las sutilezas matemáticas de hoy.
-¿Cuán genéticamente distinto es el hombre de hoy con respecto al de hace 100.000 años?.
-Absolutamente nada. Lo que se piensa hoy es que el hombre es genéticamente idéntico desde hace exactamente 150.000 años: lo importante del genoma no ha cambiado.
-¿Ni siquiera el cerebro?
-Absolutamente no. Todo lo que se dice al respecto son cuentos.
-¿Cómo es posible que nuestro cerebro no haya cambiado, si el mundo cambió muchísimo?
-Esto es lo lindo del ser humano: mientras los animales sólo tienen la evolución biológica, y por lo tanto una adaptación lentísima, el hombre, además de la evolución biológica también ha tenido una evolución cultural, que va rapidísimo, quizá demasiado rápido. Nosotros nacemos exactamente como los hombres de hace 150.000 años. Pero, atención, nosotros tenemos una suerte de doble nacimiento, porque bastan pocos meses, pocos años, para que el niño de hoy a los 3 años sea distinto del niño de 3 años de la era de las cavernas. A los 5 o 6 años diría que es muy distinto del niño de hace 150.000 años. Nuestro cerebro es totalmente maleable y en los primeros años todo lo que pasa es esculpido como si hubiera estado desde el nacimiento. Esta es la gran diferencia.
-¿Todavía podemos evolucionar en el orden biológico?
-Seguramente, pero harán falta 200.000 o 300.000 años. Nadie puede prever el futuro, pero ése es el ritmo de la evolución. Antes de que nosotros hagamos una evolución biológica, el hombre habrá intervenido sobre su genoma. Porque en unos 15 o 20 años será posible intervenir artificialmente sobre nuestro genoma, algo que será un evento excepcional.
-En cuanto al problema ético y moral, ¿como ve la manipulación genética?
-Para mí es una discusión lindísima la de qué se debe elegir. Los diarios dicen "hijos rubios con ojos celestes", pero me parece una de las estupideces más grandes que se puedan imaginar. Sí, en cambio, se puede hablar de hijos más inteligentes, más longevos, más sanos... Aunque mi apuesta es que los primeros genes que se tocarán serán los que regulan la extensión de la vida. Ahora tendemos a vivir cien años, pero tocando algunos genes podremos vivir doscientos o trescientos. ¡Entonces seguramente el mundo será dado vuelta absolutamente!
-¿Estaría de acuerdo con semejante manipulación?
-Yo estaría de acuerdo si está bien hecho. Yo siempre estoy de acuerdo con todo, si está bien hecho.
-¿Con la manipulación genética el hombre podrá ser moralmente mejor?
-Los rasgos complejos, como la inteligencia, la docilidad, la bondad, la voluntad, no son controlados por un gen, pero tampoco por cientos, o por miles, sino probablemente por miles de millones de genes. No podemos esperar que cambiando un gen o diez genes tengamos grandes resultados. Sobre el problema moral, yo escribí un libro titulado El mal , en el que dije muy claramente que el mal y el bien son dos conceptos relativos. Hay que ver en un momento qué es lo que la humanidad, no una nación sí y otra no, considera el mal y considera el bien. Yo no sé qué es bien o qué es mal. Sí, lo sé con mi vida, con mis hijos, con mi mujer, pero nunca me pondría a decirle a otro qué es bien y qué es mal, como hace la Iglesia. Es la humanidad la que debe decidir adónde quiere ir.
-¿Usted es católico, creyente?
-Soy bautizado, me casé por Iglesia, enseño en una universidad que en Italia consideran católica, pero no soy creyente. Pienso que detrás de una manzana que cae está la fuerza de gravedad, pero el primitivo no lo sabe y cree que detrás de la manzana que cae está la mano de Dios. Por eso la espiritualidad no es un punto de llegada, sino un punto de partida que siempre ha evolucionado.
-¿Por qué la gente le tiene miedo a la ciencia?
-Porque el hombre, como todos los animales, le tiene miedo a lo nuevo, y la ciencia es lo nuevo. Hasta hace 100 o 150 años sobre un plato de la balanza estaba el miedo a lo nuevo, pero del otro estaba que esperábamos ventajas materiales. Ahora tuvimos tantas ventajas, objetivamente, que ya no existe equilibrio. Pero después hubo un error gravísimo: prometer en nombre de la ciencia cosas que no podían prometerse. La ciencia puede dar bienestar material, pero no puede dar la felicidad ni la sabiduría. Cuando el hombre se da cuenta de que es tan infeliz como antes, y que no es sabio, queda decepcionado y se rebela contra la ciencia.
-¿Qué piensa de los organismos genéticamente modificados?
-Que son una bendición a la cual, para variar, la gente le tiene miedo...
-En la Argentina es todo OGM, y los tomates no tienen gusto a nada...
-Pero tampoco la manzana norteamericana tiene gusto a nada. No por los OGM, sino simplemente porque la sacan del árbol cuando todavía está inmadura. Lamentablemente, las exigencias del mercado nos hacen comer manzanas lindísimas que no tienen gusto a nada, tomates lindísimos, pescado lindísimo, criado en casa prácticamente, es cierto, pero no tiene nada que ver con los OGM.
-¿Está a favor de las investigaciones con células madre?
-Claro, porque es la esperanza del futuro. Cuándo se realizará, no lo sé. Todo empezó hace diez años. Cuando me entrevistaron dije que era inminente la utilización, pero, en cambio, todo fue lento. Por un lado, hay gente que frena; por otro, hay gente que promete el oro y el moro. Dicen que tendremos todo mañana, pero no será mañana porque aún hay cosas que no sabemos hacer.
ROMA. Edoardo Boncinelli, reconocido biofísico italiano que se dedicó durante 30 años al estudio de la genética y de la biología molecular de los animales superiores y del hombre, no tiene dudas. "Los hombres nunca somos racionales. Aun cuando nos esforzamos y nos empeñamos, los hombres no somos nunca del todo racionales porque nuestro cerebro es perezoso y prefiere sacar conclusiones rápidas, pero equivocadas, antes que lentas, pero rigurosas", dice en una entrevista con La Nacion.
Nacido en 1941. Boncinelli es docente en la Facultad de Filosofía y de Psicología de la Universidad Vita-Salute, de Milán. Escribe regularmente en la revista Le Scienze y en el Corriere della Sera . Además, fue director de la Escuela Internacional Superior de Estudios Avanzados de Trieste.
"Siempre fui un apasionado del cerebro, algo fascinante, y siempre tuve una tendencia hacia la filosofía, pero científica", cuenta. En los últimos 12 años, este intelectual que tiene el gran don de saber hablar de forma comprensible de complejos temas científicos ha escrito 24 libros. Ahora está trabajando en otros tres: uno sobre la libertad, otro sobre la conciencia y otro sobre la racionalidad, justamente...
-¿Qué hay en el cerebro que hace que tengamos el lenguaje?
-Si lo supiera antes de morir, estaría muy contento. Qué hace que nosotros aprendamos y usemos el lenguaje y los animales no es una de las preguntas más lindas que se puedan imaginar. En los genes no está escrito. Por lo tanto, debe de estar escrito en esa parte del genoma que todavía no sabemos leer.
-Pero sabemos muchas cosas. Por ejemplo, en su último libro, Cómo nacen las ideas , usted explica que en una zona del cerebro están los números genéricos.
-Sí, aprendimos muchas cosas sobre el lenguaje, pero todavía no sabemos qué es lo que nos da el poder para aprender el lenguaje. Aprendimos muchas cosas que a los hombres no les gustan, como por ejemplo que nunca somos racionales. Aun cuando nos empeñamos y nos esforzamos con todo para ser racionales, no lo somos, porque nuestro cerebro es perezoso y prefiere sacar conclusiones rápidas y equivocadas, antes que lentas y rigurosas.
-¿Usted tampoco? ¿Un famoso científico no es racional?
-¡Claro, todo el mundo! El cerebro es perezoso. Por otra parte, el cerebro, que fue hecho 150.000 años atrás, no estaba hecho para las sutilezas matemáticas de hoy.
-¿Cuán genéticamente distinto es el hombre de hoy con respecto al de hace 100.000 años?.
-Absolutamente nada. Lo que se piensa hoy es que el hombre es genéticamente idéntico desde hace exactamente 150.000 años: lo importante del genoma no ha cambiado.
-¿Ni siquiera el cerebro?
-Absolutamente no. Todo lo que se dice al respecto son cuentos.
-¿Cómo es posible que nuestro cerebro no haya cambiado, si el mundo cambió muchísimo?
-Esto es lo lindo del ser humano: mientras los animales sólo tienen la evolución biológica, y por lo tanto una adaptación lentísima, el hombre, además de la evolución biológica también ha tenido una evolución cultural, que va rapidísimo, quizá demasiado rápido. Nosotros nacemos exactamente como los hombres de hace 150.000 años. Pero, atención, nosotros tenemos una suerte de doble nacimiento, porque bastan pocos meses, pocos años, para que el niño de hoy a los 3 años sea distinto del niño de 3 años de la era de las cavernas. A los 5 o 6 años diría que es muy distinto del niño de hace 150.000 años. Nuestro cerebro es totalmente maleable y en los primeros años todo lo que pasa es esculpido como si hubiera estado desde el nacimiento. Esta es la gran diferencia.
-¿Todavía podemos evolucionar en el orden biológico?
-Seguramente, pero harán falta 200.000 o 300.000 años. Nadie puede prever el futuro, pero ése es el ritmo de la evolución. Antes de que nosotros hagamos una evolución biológica, el hombre habrá intervenido sobre su genoma. Porque en unos 15 o 20 años será posible intervenir artificialmente sobre nuestro genoma, algo que será un evento excepcional.
-En cuanto al problema ético y moral, ¿como ve la manipulación genética?
-Para mí es una discusión lindísima la de qué se debe elegir. Los diarios dicen "hijos rubios con ojos celestes", pero me parece una de las estupideces más grandes que se puedan imaginar. Sí, en cambio, se puede hablar de hijos más inteligentes, más longevos, más sanos... Aunque mi apuesta es que los primeros genes que se tocarán serán los que regulan la extensión de la vida. Ahora tendemos a vivir cien años, pero tocando algunos genes podremos vivir doscientos o trescientos. ¡Entonces seguramente el mundo será dado vuelta absolutamente!
-¿Estaría de acuerdo con semejante manipulación?
-Yo estaría de acuerdo si está bien hecho. Yo siempre estoy de acuerdo con todo, si está bien hecho.
-¿Con la manipulación genética el hombre podrá ser moralmente mejor?
-Los rasgos complejos, como la inteligencia, la docilidad, la bondad, la voluntad, no son controlados por un gen, pero tampoco por cientos, o por miles, sino probablemente por miles de millones de genes. No podemos esperar que cambiando un gen o diez genes tengamos grandes resultados. Sobre el problema moral, yo escribí un libro titulado El mal , en el que dije muy claramente que el mal y el bien son dos conceptos relativos. Hay que ver en un momento qué es lo que la humanidad, no una nación sí y otra no, considera el mal y considera el bien. Yo no sé qué es bien o qué es mal. Sí, lo sé con mi vida, con mis hijos, con mi mujer, pero nunca me pondría a decirle a otro qué es bien y qué es mal, como hace la Iglesia. Es la humanidad la que debe decidir adónde quiere ir.
-¿Usted es católico, creyente?
-Soy bautizado, me casé por Iglesia, enseño en una universidad que en Italia consideran católica, pero no soy creyente. Pienso que detrás de una manzana que cae está la fuerza de gravedad, pero el primitivo no lo sabe y cree que detrás de la manzana que cae está la mano de Dios. Por eso la espiritualidad no es un punto de llegada, sino un punto de partida que siempre ha evolucionado.
-¿Por qué la gente le tiene miedo a la ciencia?
-Porque el hombre, como todos los animales, le tiene miedo a lo nuevo, y la ciencia es lo nuevo. Hasta hace 100 o 150 años sobre un plato de la balanza estaba el miedo a lo nuevo, pero del otro estaba que esperábamos ventajas materiales. Ahora tuvimos tantas ventajas, objetivamente, que ya no existe equilibrio. Pero después hubo un error gravísimo: prometer en nombre de la ciencia cosas que no podían prometerse. La ciencia puede dar bienestar material, pero no puede dar la felicidad ni la sabiduría. Cuando el hombre se da cuenta de que es tan infeliz como antes, y que no es sabio, queda decepcionado y se rebela contra la ciencia.
-¿Qué piensa de los organismos genéticamente modificados?
-Que son una bendición a la cual, para variar, la gente le tiene miedo...
-En la Argentina es todo OGM, y los tomates no tienen gusto a nada...
-Pero tampoco la manzana norteamericana tiene gusto a nada. No por los OGM, sino simplemente porque la sacan del árbol cuando todavía está inmadura. Lamentablemente, las exigencias del mercado nos hacen comer manzanas lindísimas que no tienen gusto a nada, tomates lindísimos, pescado lindísimo, criado en casa prácticamente, es cierto, pero no tiene nada que ver con los OGM.
-¿Está a favor de las investigaciones con células madre?
-Claro, porque es la esperanza del futuro. Cuándo se realizará, no lo sé. Todo empezó hace diez años. Cuando me entrevistaron dije que era inminente la utilización, pero, en cambio, todo fue lento. Por un lado, hay gente que frena; por otro, hay gente que promete el oro y el moro. Dicen que tendremos todo mañana, pero no será mañana porque aún hay cosas que no sabemos hacer.
El personaje EDOARDO BONCINELLI Genetista y biofísico
Nació en : Rodi, provincia de Foggia
Edad : 67 años
Libros publicados : entre sus títulos más conocidos están Cómo nacen las ideas , La magia de la ciencia , A la caza del genio , Pensar lo invisible y Yo soy, tú eres.
El aula y la prensa : tanto como la investigación y la enseñanza, lo atrae la divulgación en los medios gráficos.
Laboratorio : descubrió el gen responsable de que, al día 13 de gestación, el cigoto se convierta en embrión humano.
Nació en : Rodi, provincia de Foggia
Edad : 67 años
Libros publicados : entre sus títulos más conocidos están Cómo nacen las ideas , La magia de la ciencia , A la caza del genio , Pensar lo invisible y Yo soy, tú eres.
El aula y la prensa : tanto como la investigación y la enseñanza, lo atrae la divulgación en los medios gráficos.
Laboratorio : descubrió el gen responsable de que, al día 13 de gestación, el cigoto se convierta en embrión humano.
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