Que la obesidad tiene causas múltiples, entre ellas genéticas, no es novedad. Pero hasta ahora no se había podido identificar que esos genes actuaran en el cerebro y que además tuvieran efectos incluso en aquellas personas con sobrepeso.
A partir de datos publicados en la revista especializada Nature Genetics, una investigación dio pruebas de que aquellas personas que tienen índice de masa corporal por encima del promedio también tienen pequeñas mutaciones en ciertos genes activos en la cabeza.
¿El sobrepeso, entonces, sería algo de la mente y no sólo una disfunción del metabolismo?
El estudio se basó en el análisis genético de 90.000 personas cuyo ADN se verificó en busca de mínimas mutaciones y se comparó con el peso. El resultado asoció seis genes activos en el cerebro –más otro que ya se conocía– con un leve aumento del índice de masa corporal.
La cuestión es que cuando estas siete variaciones se daban todas juntas, la persona presentaba, como mínimo, dos a tres kilos más que el promedio. Esto llevó a los científicos a pensar que el impacto del cerebro en la regulación del apetito y en las conductas de alimentación serían tan importantes que aquellas variaciones genéticas –las más estudiadas hasta ahora- que modifican la capacidad para quemar grasas.
“Hasta aquí lo que sabemos seguro es que la obesidad mórbida es una enfermedad multifactorial donde intervienen la mala alimentación y el sedentarismo, entre otras cosas, pero que el factor más determinante es el genético –explica Oscar Brasesco, especialista en cirugía bariátrica–. Esto significa que intervienen aquellos mecanismos de regulación del hambre y absorción de hidratos de carbono y grasas que se controlan en el eje que forman el hipotálamo (en el cerebro) y la hipófisis.
Por ejemplo: existe una hormona que se llama grelina que se regula en el hipotálamo y que tiene por única función dar hambre, algo que en las personas con obesidad está potenciado”. Para Inés Barroso, del Wellcome Trust Sanger Institute, el hallazgo del estudio está básicamente en poder asociar a la simple obesidad –no sólo la mórbida– y el sobrepeso con los genes activos en el cerebro.
“Es sorprendente que sea el cerebro y no el tejido adiposo o los procesos digestivos el más influido normalmente por la variación genética en la obesidad”. Brasesco señala que, en realidad, aquellos que tienen alteraciones genéticas que los predisponen a la obesidad en realidad son personas que hace miles de años habrían sobrevivido al hambre. “Hay que tener en cuenta que todos nosotros fuimos diseñados para vivir en un mundo en el que para comer había que cazar y para cazar había que correr. Es decir, que nuestro cuerpo puede maximizar la energía y el alimento para sobrevivir con poco alimento.
Entonces en esta época donde el alimento, para muchos, es abundante, aquellos que tienen una genética apta para sobrevivir con poca comida son quienes tienden al sobrepeso”. Mark McCarthy, de la University de Oxford, concluye: “Lo importante es que ahora, con el descubrimiento de nuevos genes relacionados con la obesidad y el sobrepeso, nos damos cuenta de que las enfermedades más comunes tienen causas complejas y que es sólo estudiado la genética humana que podemos empezar a tratar y combatir de manera más racional problemas epidémicos como la obesidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario