jueves, 25 de diciembre de 2008

Vida privada sin secretos


"Me agarró hambre, voy para la heladera", "Qué frío, menos mal que traje abrigo".
Sí, éste es el tipo de mensajes que nutre un microblog. Puede parecer absurdo, pero cada vez hay más gente interesada en contar su "microvida".
Y, más sorprendente aún, otros tantos interesados en leerla. Se lo podrá criticar o endiosar, pero lo que no se puede es ignorar esta nueva forma de comunicación que gana cada vez más terreno como consecuencia de dos factores.
Por un lado, la convergencia de equipos digitales conectados en todo momento y lugar.
Por otro, una nueva generación que nació con el mouse en la mano e Internet como una presencia permanente en sus vidas.
Servicios como Twitter no hacen más que aprovechar el momento, con una idea simple pero oportuna. Ofrecen una "cartelera" en la que cada uno puede contar sus actos más cotidianos, desde cualquiera de estos equipos.
¿El súmmum de la exposición pública de la vida íntima?
Puede ser. Pero no hay que olvidar que, muchas veces, de lo más banal surgen cosas valiosas. Y el microblog, por sus formas, tiene reservado un lugar relevante en situaciones de emergencias, como un accidente aéreo. Más urgentes que el camino a la heladera.

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