El paciente debe estar muy atento. Ahora, una ley avanza en el Congreso.
Ir y volver, como en un frontón. Ocurre con mucha frecuencia en las farmacias, donde miles de recetas son rechazadas a diario por los errores que contienen. Este problema fue cuantificado por primera vez por el Colegio de Farmacéuticos de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires: dos de cada diez prescripciones no son aceptadas. A los clientes, entonces, no les queda otro remedio que volver al médico para que corrija lo escrito, con la pérdida de tiempo y paciencia que esto implica. O, para evitar esto, estar muy atento en el momento de la visita al especialista (ver "Lo que hay que controlar").
Mientras tanto, en el Congreso existe una iniciativa que podría redundar en la reducción de estos errores: la habilitación del medio electrónico para la confección de las recetas médicas. La ley ya tiene media sanción de Diputados y ahora espera en el Senado.
En realidad, según el relevamiento realizado en Capital y Provincia durante 2008, al que tuvo acceso Clarín, las recetas mal hechas son todavía más: una de cada tres, conforme a los requisitos que exige la ley 25.649, sancionada en 2002. La diferencia es que en muchos casos estas prescripciones no son rechazadas porque varias obras sociales y prepagas las aceptan igual.
Los problemas, en general, ocurren cuando el error de la receta representa un elemento que vuelve a la prescripción médica impresentable desde el punto de vista comercial. Es decir, cuando las farmacias saben que la receta no será reconocida por las empresas de salud.
"El sistema de salud está colapsado y eso lleva a los médicos a cometer muchos errores", explicó a Clarín el doctor en farmacia y bioquímica Marcelo Pereta, quien además integra la comisión directiva del Colegio de Farmacéuticos de la Capital Federal y provincia de Buenos Aires. Dio un ejemplo que lo gráfica: "Desde hace un tiempo, los médicos de cabecera del PAMI habilitaron una urna para que los pacientes dejen sus pedidos de recetas y al día siguiente las pasen a retirar. De esa manera se cometen muchos más errores".
Pereta consideró además que los farmacéuticos "están subutilizados, porque podrían ser mucho más útiles en estos casos. En vez de sobrecargar todo sobre los médicos, nosotros podríamos prescribir recetas en los casos de tratamientos prolongados, como ocurre en algunos países". De esa manera, los pacientes no tendrían que recurrir al médico todos los meses para obtener la prescripción correspondiente.
En rigor, existen dos resoluciones de la Superintendencia de Servicios de Salud, la 468 (2005) y la 94 (2006) que se refieren a ese punto, con la indicación de que el médico recetará el primer mes y el resto (los tres meses siguientes) lo seguirá haciendo el farmacéutico. Pero estas normas, en la práctica, nunca llegaron a cumplirse.
Es más, desde el sector médico no las ven con buenos ojos. "La responsabilidad del médico es intransferible. De esa manera estaríamos desnaturalizando la esencia de la relación médico paciente. Sería un parche", dijo a este diario Jorge Yansenson, presidente del Comité de Bioética de la Asociación Médica Argentina.
Según Yansenson, la solución a este problema tiene que pasar con "atender bien al paciente en lugar de despacharlo", aunque reconoció que "eso resulta difícil cuando un profesional tiene que atender a 20 personas en tres horas". De todos modos, cargó las tintas sobre la "ética profesional" para sobreponerse a este tipo de situaciones.
Se trata de un problema que no preocupa sólo en Argentina. Según los resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Northwestern, en Chicago (Estados Unidos), más del 60 por ciento de los errores que se cometen en un hospital al recetar medicamentos podrían evitarse si el sistema de prescripción de fármacos estuviera informatizado.
Lo que hay que controlar
Que tenga el nombre genérico del medicamento.
Que no falte el sello del médico y nombre del paciente.
Que no estén hechas en papel borrador, sin membrete.
Que no estén hechas en talonarios de publicidad.
Que no se omita la forma farmacéutica y la dosis.
Que la firma del médico tenga la aclaración.
Que la letra se entienda y no induzca una venta errónea.
clarin.com
Ir y volver, como en un frontón. Ocurre con mucha frecuencia en las farmacias, donde miles de recetas son rechazadas a diario por los errores que contienen. Este problema fue cuantificado por primera vez por el Colegio de Farmacéuticos de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires: dos de cada diez prescripciones no son aceptadas. A los clientes, entonces, no les queda otro remedio que volver al médico para que corrija lo escrito, con la pérdida de tiempo y paciencia que esto implica. O, para evitar esto, estar muy atento en el momento de la visita al especialista (ver "Lo que hay que controlar").
Mientras tanto, en el Congreso existe una iniciativa que podría redundar en la reducción de estos errores: la habilitación del medio electrónico para la confección de las recetas médicas. La ley ya tiene media sanción de Diputados y ahora espera en el Senado.
En realidad, según el relevamiento realizado en Capital y Provincia durante 2008, al que tuvo acceso Clarín, las recetas mal hechas son todavía más: una de cada tres, conforme a los requisitos que exige la ley 25.649, sancionada en 2002. La diferencia es que en muchos casos estas prescripciones no son rechazadas porque varias obras sociales y prepagas las aceptan igual.
Los problemas, en general, ocurren cuando el error de la receta representa un elemento que vuelve a la prescripción médica impresentable desde el punto de vista comercial. Es decir, cuando las farmacias saben que la receta no será reconocida por las empresas de salud.
"El sistema de salud está colapsado y eso lleva a los médicos a cometer muchos errores", explicó a Clarín el doctor en farmacia y bioquímica Marcelo Pereta, quien además integra la comisión directiva del Colegio de Farmacéuticos de la Capital Federal y provincia de Buenos Aires. Dio un ejemplo que lo gráfica: "Desde hace un tiempo, los médicos de cabecera del PAMI habilitaron una urna para que los pacientes dejen sus pedidos de recetas y al día siguiente las pasen a retirar. De esa manera se cometen muchos más errores".
Pereta consideró además que los farmacéuticos "están subutilizados, porque podrían ser mucho más útiles en estos casos. En vez de sobrecargar todo sobre los médicos, nosotros podríamos prescribir recetas en los casos de tratamientos prolongados, como ocurre en algunos países". De esa manera, los pacientes no tendrían que recurrir al médico todos los meses para obtener la prescripción correspondiente.
En rigor, existen dos resoluciones de la Superintendencia de Servicios de Salud, la 468 (2005) y la 94 (2006) que se refieren a ese punto, con la indicación de que el médico recetará el primer mes y el resto (los tres meses siguientes) lo seguirá haciendo el farmacéutico. Pero estas normas, en la práctica, nunca llegaron a cumplirse.
Es más, desde el sector médico no las ven con buenos ojos. "La responsabilidad del médico es intransferible. De esa manera estaríamos desnaturalizando la esencia de la relación médico paciente. Sería un parche", dijo a este diario Jorge Yansenson, presidente del Comité de Bioética de la Asociación Médica Argentina.
Según Yansenson, la solución a este problema tiene que pasar con "atender bien al paciente en lugar de despacharlo", aunque reconoció que "eso resulta difícil cuando un profesional tiene que atender a 20 personas en tres horas". De todos modos, cargó las tintas sobre la "ética profesional" para sobreponerse a este tipo de situaciones.
Se trata de un problema que no preocupa sólo en Argentina. Según los resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Northwestern, en Chicago (Estados Unidos), más del 60 por ciento de los errores que se cometen en un hospital al recetar medicamentos podrían evitarse si el sistema de prescripción de fármacos estuviera informatizado.
Lo que hay que controlar
Que tenga el nombre genérico del medicamento.
Que no falte el sello del médico y nombre del paciente.
Que no estén hechas en papel borrador, sin membrete.
Que no estén hechas en talonarios de publicidad.
Que no se omita la forma farmacéutica y la dosis.
Que la firma del médico tenga la aclaración.
Que la letra se entienda y no induzca una venta errónea.
clarin.com
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