El sostenido crecimiento del negocio del erotismo en el país ya no resulta novedoso y viene de algunos años atrás, de la mano de la cada vez mayor apertura de los argentinos hacia las variables vinculadas al sexo.
Lo que sí llama la atención es que este mismo cambio de paradigma en la gente haga que en plena crisis el rubro proyecte terminar el año con márgenes en alza y se vea necesitado de seguir incorporando servicios y productos, además de generar una mayor producción local que venga al caso para competir con los artículos importados.
Por todo esto, y a un ritmo de crecimiento anual de 50%, sería justo decir que el mercado de sex-shops, juguetes sexuales, lencería erótica y artículos vinculados al sexo y la sensualidad está en llamas en la Argentina.Según estimaciones del sector, se cree que en el país hay alrededor de 200 sex-shops, más del doble que un lustro atrás.
A los iniciáticos proyectos que nacieron sobre todo en los ‘90 -en un país aún muy tímido sexualmente hablando-, se le fueron sumando luego otros jugadores que surgieron a partir de la propia necesidad del mercado.
Hoy, con el gran sostén que representa Internet tanto en servicio como en anonimato para el consumidor, los empresarios dedicados al rubro siguen agregando variantes en cuanto a los propios accesorios y a las modalidades de venta y acceso a los catálogos, con el agregado de una creciente industria de fabricación nacional que no sólo abastece al mercado interno sino que exporta a diversos países. Incluso, no son pocas las firmas que producían sólo juguetes tradicionales pero que ahora se están volcando al rubro. Y en general, vale decir que se trata de empresas que no realizaron grandes inversiones iniciales para sumarse al negocio, si bien la mayoría evita hablar de números y por eso mismo las cifras son difusas y varían según la fuente.
Pero un cálculo estimativo podría hablar de un mercado de unos $ 20 millones anuales de venta al público en sex shops, con una utilidad cercana al 30%.Donde sí todos coinciden es al señalar el punto G del fenómeno.
“La desinhibición de los argentinos es muy veloz y el interés que tienen en disfrutar a pleno de la sexualidad es notable. Las parejas se atreven a probar más cosas y esto va en línea con lo que viene sucediendo en todo el mundo en los últimos años”, dice Luis Loya, director general de LoveStore Inn, una fabricante de juguetes sexuales y tiene amplia presencia en Latinoamérica.
“En los países más liberales aumentó más el consumo promedio que los usuarios, mientras que en los menos liberales creció más la cantidad de usuarios que el consumo. Cuanto más pacata es la sociedad de un país, más usuarios nuevos va a tener”, apunta Loya, que creó la firma en 2004 y comercializa sus productos a través de hoteles, mayoristas y venta por catálogo a particulares, además de en los denominados tupper sex, precisamente otra de las patas que viene sumándole adeptos (femeninos) al negocio.
“Sí, la introducción de las reuniones tupper sex fue un elemento que actuó de bisagra en la apertura sexual de la mujer argentina, que hasta ese momento no era considerada como cliente por los sex-shops. Fue una forma de darle luz verde para que se mostrara ella también como consumidora sexual a la par del hombre”, cree Ana Ottone, dueña de Sophie Jones, una compañía especializada que importó en 2005 el concepto de reunir a varias mujeres (generalmente grupos de amigas) en encuentros didáctico-comerciales sobre juguetes y accesorios sexuales (ver recuadro).
Pero hay más. Ottone considera que otro de los disparadores del fenómeno es la televisión. “Los programas de tevé donde se habla abiertamente de la sexualidad crecieron mucho en los últimos años, demostrando que se podía hablar de sexo sin tocar los límites del mal gusto. Y creo que de aquí en adelante las inquietudes de la gente siempre serán amplias y constantes”, sostiene.
Damián Donnangelo, dueño de Corps a Corps (especializada en la elaboración de tortas, helados y bombones con diseños eróticos), coincide pero afirma que la influencia mediática va más allá de la caja boba. “Hay una apertura cada vez más importante, y nadie se asombra si escucha hablar de sexo. Ya no es raro ver un sex-shop por la naturalidad que adquirió la cuestión, con un aporte fundamental de los medios de comunicación, a los que nuestros productos hoy en día llegan sin problemas. Y a ello hay que sumarle el impacto de la evolución permanente de la sociedad en todos los aspectos”, considera.
Negocio para todos
Lo cierto es que cada vez hay menos pruritos entre los argentinos con el sexo. A la sostenida demanda de los clásicos vibradores, estimuladores, lubricantes u otros accesorios, se vienen sumando importantes aumentos en las ventas de trajes, lencería, disfraces, bombones y cotillón para fiestas, entre otros elementos.
Y siempre, diversificando la oferta de cada uno, en cuanto a tamaños, colores, texturas y -claro- precios, y también los servicios que brindan. Si hasta se están empezando a dictar cursos y talleres a domicilio para parejas y amigos, y no son pocos los sex-shops que funcionan las 24 horas del día y vienen incorporando las más diversas modalidades de entrega y pago.
En cuanto al target, más allá de la huella femenina en esta alza, el rango más importante son las parejas de entre 30 y 45 años. “(Con todos los jugadores que se sumaron) igual sigue habiendo negocio para todos, lo que marca a las claras el crecimiento del caudal de clientes”, reconoce una fuente del sector que estuvo a punto de crear una entidad que nucleara a todas las compañías, la Cámara Argentina de Erotismo y Sensualidad (Cadesex), un proyecto que tuvo impulso oportuno tiempo atrás pero hoy permanece en stand by.
Si bien los números varían según la fuente, vale una excepción para el crecimiento anual promedio de 50% que arrastra el rubro desde hace un lustro. A pesar de la debacle financiera, el nicho terminó 2008 con un estimado 40% arriba. Y más allá de la merma generalizada que está afectando a todos los segmentos, se cree que podría finalizar 2009 con una suba de 10%.
“En el primer semestre las ventas cayeron un poco y los nuevos posibles usuarios se ahuyentaron, así que la mayoría de los sex shops apenas cubrieron sus gastos. Pero en julio empezó a remontar y la clave es que aquí los juguetes todavía son un furor”, dice Loya, a pesar de que reconoce que “aún a la mayoría de los argentinos les causa gracia oír de juguetes o verlos, por eso muchos se ríen de nervios o de vergüenza”. LoveStore Inn fabrica en todos los mercados donde tiene presencia (México, España y la Argentina) y ahora pretende expandirse a Brasil y otros países. La comercialización la hacen directamente.
“Hoy por hoy contamos con más de 400 hoteles concesionados con consignación permanente, con más de 100.000 unidades. Tenemos una línea de 200 productos y estamos en desarrollo de otros 120 que estarán disponibles a fin de año”, dice Loya, y cuenta que está haciendo furor un retardador que hace que el hombre dure tres veces más en el sexo, además de las tangas comestibles y la hamaca del amor, que cuesta $ 1.000, entre una gran variedad de productos.
En el caso de Clandestine, es una marca y fábrica de lencería sexy erótica para hombres y mujeres que se sumó al negocio en 1997, y que también comenzó a desarrollar canales de venta en el exterior. “Hoy tenemos más de 300 artículos que componen nuestra colección, incluyendo disfraces. Nos afectó mucho la crisis de 2001 pero a partir de ahí empezamos a crecer en forma sostenida. Para acompañar esta progresión, fue fundamental tener una buena página web y un catálogo de calidad”, sostiene Leonardo Barmaymón, director de la firma, que empezó haciendo lencería fina en el ‘91 para luego reconvertir el negocio. Barmaymón dice que tal como otros empresarios del rubro, últimamente tuvo que incrementar los proveedores locales de telas e insumos, y cuenta que ellos mismos diseñan y comercializan los productos, tanto a mayoristas como a minoristas. Y agrega que “la crisis nos afectó más que nada en las ventas que hacíamos al exterior, sobre todo a Italia y España. En los últimos tres años, crecimos a un ritmo del 70% anual”, dice, a pesar de que prevé que la facturación 2009 será 10% menor a la del año pasado. Si es virtual, mejorPero más allá de que los argentinos se muestran más abiertos respecto del sexo, buena parte de los consumidores aún opta por el anonimato a la hora de comprar.
Sex Shop Sur es uno de los clásicos y primeros negocios del rubro, que vende desde cremas, dilatadores, estimuladores y dildos, hasta disfraces, lencería en cuero, películas, prótesis y arnés, entre muchos otros productos. El dato saliente es que -tal como muchos otros- siempre lo hace en forma virtual: un llamado, un código de producto según el catálogo on line, y la entrega personalizada o por correo, mediante pago contra reembolso.
“Si bien hoy existe una mayor apertura, el sexo no deja de ser algo muy íntimo y el 95% de la gente busca la mayor discreción para elegir y recibir sus productos. Por eso creemos que el mejor método para llegar a los clientes es el site, aunque para la gente que no sabe de Internet ofrecemos el envío de catálogos a domicilio sin cargo”, explica Santiago Kiernan, dueño de la compañía. La firma comercializa además diversos tipos de representación mediante varias opciones, con packs que van de $ 4.000 a $ 10.000 con gastos de página web incluidos, y también a particulares que luego los revenden por su cuenta, en este caso con ventas a partir de $ 1.000.
“Estábamos a punto de representar a una fábrica de China, lo que nos requería una inversión importante, pero la situación nos obligó a fabricar nosotros mismos una línea de productos para apostar al crecimiento pos-crisis. Ello nos posibilitará mejorar los precios de los productos y que estén más al alcance de la gente que quiera incorporar cosas nuevas a su vida sexual”, dice Kiernan, que apunta que a pesar del mayor caudal de empresas que apuestan por la fabricación, percibe muchos más interesados en distribuir.
Por eso, todavía predominan los juguetes y accesorios importados. Volviendo al antes mencionado furor por los juguetes, el empresario diferencia entre mayor apertura y estar a la moda. “Como en otros rubros, acá no estamos a la moda. Por ejemplo, en Europa y Estados Unidos hace tiempo que los juguetes con formato fálico pasaron a segundo plano, y hoy allí se venden juguetes con formas de delfín, gusanitos o de diseños más abstractos.
Pero en la Argentina nosotros lanzamos esa línea y no tuvo éxito, ya que los consumidores siguen eligiendo los formatos fálicos”, cuenta Kiernan, un dato que de todas maneras no afecta el negocio sino que lo potencia. Ottone opina en sintonía: “El perfil del consumidor argentino es muy diferente respecto del europeo o americano. El mercado del erotismo varía mucho según cada país”, dice.
Lo concreto es que, más allá de las modas, el negocio está en auge y posee variables de todo tipo. Otra de ellas son las tortas, bombones y helados con diseños hot que elabora Corps a Corps, que lanzó su idea en el ‘98. Luego, le agregó nuevas variantes como desayunos, brindis eróticos, chupetines, figuras y cotillón para fiestas.
“Nuestro target son básicamente mujeres que le regalan productos a hombres por algún aniversario o entre ellas mismas para divertirse, si bien algunos hombres también representan una parte de la demanda. Pero la idea va más allá del diseño en sí; en definitiva es algo comestible y debe ser rico, por lo que la potenciación del negocio no sólo tiene que ver con agregar variables sino con mantener la calidad”, explica Donnangelo. Los pedidos son por e-mail o vía telefónica, y también tienen alianzas con restaurantes afrodisíacos, “si bien no es nuestro fuerte”, afirma. El nombre de la empresa significa cuerpo a cuerpo en francés, “y surge para romper el aislamiento que había a partir de las relaciones virtuales cuando se nos ocurrió la idea. Queremos que a través de los productos que elaboramos, vuelvan y proliferen las relaciones cuerpo a cuerpo”, dice Donnangelo.
Sea virtual, en persona, de a dos o entre varios, de lo que nadie duda es que la perspectiva del negocio desborda optimismo. “Es un mercado que tiene sus propias reglas de juego, ya que no responde a estrategias de marketing o promoción tradicionales.
En la Argentina, todavía estamos en una etapa incipiente, por lo que las perspectivas son muy interesantes, ya que aún existen muchas oportunidades por explorar”, remarca Ottone. Por ello, todo indica que lo mejor está por venir y que el negocio, lejos de acabar, podría estar recién en la fase de juego previo.
Números hot
Se estima que hay cercade 200 sex-shops en el país. Los niveles de venta del mercado interno están en torno de $ 20 millones.
Los vibradores son el producto estrella de estos locales, en el cada vez más extenso catálogo. El precio promedio se ubica en $ 75.
Se calcula que existenalrededor de 1.000 empresas en el negocio de la lencería erótica, entre productores,importadores y revendedores.
El fuerte es la venta en ellocal. La demanda por catálogo y los tupper sex son las patas que menos aportan en ventas, aunque su importancia es alta en términos de difusión.
En Internet, hay cercade 1.000 vendedores entresex-shops y particulares.
Pero exclusivizar la venta sólo por la web no es muy buennegocio; de hecho, las ventas electrónicas tampoco son muy relevantes en función de los números totales.
cronista.com
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