En general se trata de una enfermedad crónica, que posee ciclos de exacerbación cuando la persona está en presencia de alergenos como los ácaros del polvo, el pólen o pelos de animales. La recomendación médica es consultar al oftalmólogo y no esperar a que los síntomas sean más severos. Los tratamientos actuales son amplios y dependerán del tipo de alergia, de la edad del paciente y del grado de afección.
Pero además de las causas mencionadas, hay enfermedades oculares que pueden coexistir con la alergia ocular, como por ejemplo el llamado "ojo seco", en el cual hay un daño de la película lagrimal que hace que alérgenos y compuestos tóxicos estén en contacto con la superficie ocular más tiempo y generen una reacción inflamatoria alérgica. Por eso, y para no caer en la común actitud de automedicarse, es importante la consulta médica.
¿Se han incrementado en los últimos años las alergias oculares? Es difícil decirlo, porque si bien hay una multitud de estudios que dan cuenta de que la mayor presencia de alergenos en los ámbitos urbanos ha incentivado la aparición de manifestaciones alérgicas de todo tipo, también es cierto que existen más soluciones desde lo farmacológico y más tratamientos posibles, y eso hizo que aumentara la percepción de la gente respecto de este problema de salud, que hasta hace muy poco era tomado casi con toda naturalidad.
La decisión de tratar estas complicaciones de la vida diaria, que en sí difícilmente llegan a representar un problema de salud mayor, quedan entonces a criterio de la persona: sólo ella sabe cuánto le molesta y cuánto perturba su calidad de vida la picazón y el lagrimeo permanente de los ojos.
La mayor atención que ponen los médicos oftalmólogos y alergistas en la detección y el diagnóstico también contribuye a incrementar la cifra de gente que se considera afectada.
Sin embargo el doctor Guillermo Fridrich, de la Clínica Nano, señala que hay otras patologías con síntomas similares (blefaritis crónicas, meibomitis crónicas, ojo seco, infecciones, intoxicaciones locales y otras) que pueden coexistir con la alergia ocular y sí representar un problema mayor.
Fridrich explica que la forma de tratamiento de las alergias oculares dependerá fundamentalmente de cuál sea su origen. Las alergias estacionales causadas por el polen producen los síntomas mencionados al principio: una conjuntivitis alérgica, que será necesario distinguir de las formas virales y bacterianas. Si el diagnóstico es este el diagnóstico, se trata generalmente con antihistamínicos de uso local.
Las alergias vernales son una variante que produce síntomas crónicos (que pueden darse tanto en esta época del año como en otras) caracterizados por la manifestación de papilas subtarsales. Suelen requerir tratamientos un poco más específicos, generalmente en base a corticoides de aplicación local.
Pero esas papilas, que aparecen bajo los párpados, no siempre son de origen alérgico: "Pueden aparecerles también a las personas que usan lentes de contacto, por eso es importante un buen diagnóstico por parte del oftalmólogo", señala el médico.
La alergia papilar gigante es una forma particularmente agresiva de este tipo de alergias.
Las formas atópicas, donde las manifestaciones oculares son solamente una más entre muchas otras reacciones alérgicas (asma, rinitis, urticarias u otras) son las que suelen requerir tratamiento sistémico, a través de corticoides o de inmunoterapia. Para eso, el oftalmólogo derivará al paciente al inmunólogo o alergista, que hará los correspondientes tests para dar el tratamiento más apropiado.
Tanto los corticoides de uso local como los sistémicos deben aplicarse solamente durante períodos muy cortos de tiempo para evitar posibles efectos adversos. Por eso existen también inmunomoduladores de uso local, como la ciclosporina a muy bajas dosis. "Estos medicamentos producen un efecto menor que el de los corticoides, pero pueden utilizarse por períodos más prolongados", remarca Fridrich.
Es fundamental la visita al oftalmólogo, porque uno de los errores más comunes es que la persona utilice por su cuenta una medicación "porque ya se la había recetado el médico antes". Esto último puede ser especialmente riesgoso en el caso de las medicaciones tópicas con corticoides, porque entre los posibles efectos secundarios está el aumento de la presión ocular.
El aumento de la presión ocular, como se sabe, es el principal factor de riesgo para el glaucoma, que es la afectación irreversible del nervio óptico. "Todas las soluciones oftálmicas, y más especialmente las que contienen corticoides, deben ser utilizadas sólo bajo estricta vigilancia médica", advierte Fridrich. Otra de las posibles consecuencias de los corticoides usados sin control pueden ser las cataratas, es decir, el oscurecimiento del cristalino o lente natural del ojo.
En todo caso, añade el especialista, los baños oculares con solución fisiológica fría o los famosos baños de té "de la abuela" serían las únicas medidas que pueden aliviar estas afecciones oculares sin potenciales riesgos de efectos adversos.
Marcelo Rodríguez
lanacion.com
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