“Que seas paranoico no quiere decir que te estén persiguiendo”, dice una conocida frase popular. Pero quizá sí, cualquiera podría observar tus movimientos desde atrás de un árbol, seguirte de cerca con el auto o hasta infiltrarse en tu grupo de amigos o en tu computadora.
Y es que por miedo o desconfianza, cada vez son más los padres que contratan detectives para saber qué hacen sus hijos, quiénes son sus compañías y si corren algún riesgo en una sociedad temerosa y en alerta.
“Por lo general, las cosas que se descubren y que los padres quieren saber están relacionadas con la sospecha de drogadicción, abuso del alcohol, corrupción de menores por parte de terceros, y otras de elección personal como la homosexualidad. En todos los casos, se dan informes escritos y firmados”, explica Daniel Di Nucci, gerente de Cie Investiga, empresa de detectives.
El oficio que implica develar misterios, secretos o verdades ocultas tiene estrategias especiales a la hora de tratar con adolescentes. “Por la inseguridad, se controla más a los hijos que a los empleados desleales. Hay que tener cuidado a quién se contrata porque hay muchos avisos por Internet que ofrecen el servicio y no son empresas serias”, agrega el experto.
¿Cómo hacen para vigilar y controlar sin ser advertidos por los adolescentes? Según los especialistas en la materia, todo depende de lo que se quiera averiguar, pero las tácticas suelen ser las mismas: intervenir la computadora y/o el celular, infiltrar dentro del grupo de amigos a un agente joven o introducir un GPS en el auto para saber cuántas personas suben y la velocidad con que manejan.
“El monitoreo electrónico supera todas las expectativas, porque hoy todo pasa por la línea del celular del chico: allí es donde hace sus contactos, escribe mensajes para encontrarse con sus amigos y arregla las salidas”, dice Di Nucci.
“Pueden descubrirse cosas comprometedoras. La forma de comunicárselas a los progenitores es difícil, siempre tratamos de que sea de la mejor manera, pero afortunadamente, la mayoría, ya se espera noticias desde el preciso momento en que deciden contratarnos”, cuenta Miguel Angel Maiolino, detective privado y dueño de la agencia y escuela de detectives Newbery.
Para contratar sus sigilosos servicios, los precios parten de los mil pesos semanales; lo más costoso es la intervención del celular, un trabajo por el que se pide hasta $4 mil. Los honorarios de los detectives, como la cantidad de personas asignadas, los móviles y recursos tecnológicos utilizados influyen en el precio final. Si el seguimiento es físico, utilizan micrófonos direccionales para grabar charlas a 40 metros y cámaras de gran teleobjetivo con la que sacan fotos desde una cuadra.
Vigilar y castigar. La desconfianza hacia los hijos, los miedos y la incomunicación suelen ser las leyes que rigen en las familias que contratan el servicio.
Para el psiquiatra Harry Campos Cervera, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, hay una falta en la propia paternidad que se pretende compensar con un querer saber absolutamente todo. “Lo interesante del vínculo humano es que siempre podamos tener el beneficio de la duda. En la experiencia clínica de pacientes que pasaron por esta situación, es mucho más grande el daño que el beneficio que obtienen”, dice.
La Lic. Florencia Torzillo Alvarez, del Instituto de Psicología Argentino, agrega que se trata de “padres muy controladores ya sea por sus propios miedos e inseguridades no resueltos porque no confían ni en ellos mismos o porque no pueden aceptar el crecimiento de sus hijos. Este tipo de actitudes puede llevar a que los adolescentes se tornen más rebeldes”.
Pero los detectives –entienden– colaboran para que los progenitores se enteren si tienen un hijo drogadicto, dealer o delincuente. “Se pide mucho por el temor que tienen de saber dónde están sus hijos, por eso se espía desde salidas que hacen, el entorno en que se manejan y qué clase de amistades o romances tienen”, agrega el especialista Maiolino.
Al parecer, el pedido de control parental por detectives privados es la consecuencia de padres desesperados que perdieron el control.
Y es que por miedo o desconfianza, cada vez son más los padres que contratan detectives para saber qué hacen sus hijos, quiénes son sus compañías y si corren algún riesgo en una sociedad temerosa y en alerta.
“Por lo general, las cosas que se descubren y que los padres quieren saber están relacionadas con la sospecha de drogadicción, abuso del alcohol, corrupción de menores por parte de terceros, y otras de elección personal como la homosexualidad. En todos los casos, se dan informes escritos y firmados”, explica Daniel Di Nucci, gerente de Cie Investiga, empresa de detectives.
El oficio que implica develar misterios, secretos o verdades ocultas tiene estrategias especiales a la hora de tratar con adolescentes. “Por la inseguridad, se controla más a los hijos que a los empleados desleales. Hay que tener cuidado a quién se contrata porque hay muchos avisos por Internet que ofrecen el servicio y no son empresas serias”, agrega el experto.
¿Cómo hacen para vigilar y controlar sin ser advertidos por los adolescentes? Según los especialistas en la materia, todo depende de lo que se quiera averiguar, pero las tácticas suelen ser las mismas: intervenir la computadora y/o el celular, infiltrar dentro del grupo de amigos a un agente joven o introducir un GPS en el auto para saber cuántas personas suben y la velocidad con que manejan.
“El monitoreo electrónico supera todas las expectativas, porque hoy todo pasa por la línea del celular del chico: allí es donde hace sus contactos, escribe mensajes para encontrarse con sus amigos y arregla las salidas”, dice Di Nucci.
“Pueden descubrirse cosas comprometedoras. La forma de comunicárselas a los progenitores es difícil, siempre tratamos de que sea de la mejor manera, pero afortunadamente, la mayoría, ya se espera noticias desde el preciso momento en que deciden contratarnos”, cuenta Miguel Angel Maiolino, detective privado y dueño de la agencia y escuela de detectives Newbery.
Para contratar sus sigilosos servicios, los precios parten de los mil pesos semanales; lo más costoso es la intervención del celular, un trabajo por el que se pide hasta $4 mil. Los honorarios de los detectives, como la cantidad de personas asignadas, los móviles y recursos tecnológicos utilizados influyen en el precio final. Si el seguimiento es físico, utilizan micrófonos direccionales para grabar charlas a 40 metros y cámaras de gran teleobjetivo con la que sacan fotos desde una cuadra.
Vigilar y castigar. La desconfianza hacia los hijos, los miedos y la incomunicación suelen ser las leyes que rigen en las familias que contratan el servicio.
Para el psiquiatra Harry Campos Cervera, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, hay una falta en la propia paternidad que se pretende compensar con un querer saber absolutamente todo. “Lo interesante del vínculo humano es que siempre podamos tener el beneficio de la duda. En la experiencia clínica de pacientes que pasaron por esta situación, es mucho más grande el daño que el beneficio que obtienen”, dice.
La Lic. Florencia Torzillo Alvarez, del Instituto de Psicología Argentino, agrega que se trata de “padres muy controladores ya sea por sus propios miedos e inseguridades no resueltos porque no confían ni en ellos mismos o porque no pueden aceptar el crecimiento de sus hijos. Este tipo de actitudes puede llevar a que los adolescentes se tornen más rebeldes”.
Pero los detectives –entienden– colaboran para que los progenitores se enteren si tienen un hijo drogadicto, dealer o delincuente. “Se pide mucho por el temor que tienen de saber dónde están sus hijos, por eso se espía desde salidas que hacen, el entorno en que se manejan y qué clase de amistades o romances tienen”, agrega el especialista Maiolino.
Al parecer, el pedido de control parental por detectives privados es la consecuencia de padres desesperados que perdieron el control.
Ellas también vigilan
“Somos más audaces, más pillas, y nos esmeramos mucho en el trabajo”, dicen desde la agencia Masconfidence.com.ar, donde el plantel de detectives es femenino.
“Para todo tipo de pedidos estamos mejor camufladas que los hombres. Por ejemplo, una mujer acompañada con niños no llama la atención mientras que un señor con traje mirando mucho es sospechoso porque responde al estereotipo de lo que la gente conoce como un detective”.
La agencia liderada por polleras cortas también realiza seguimiento de adolescentes. “En el equipo hay dos chicas parecen de 18 y suelen involucrarse en el grupo de amigos del joven. A los padres les preocupa la previa, con quienes se juntan, conocer todos sus movimientos”. Pero reconocen que la mayoría de los pedidos son por infidelidad. “Los hombres que nos contratan se sienten más en confianza, nos cuentan todo y hasta a veces hacemos de psicólogas también. Les interesa mucho la mirada de la mujer en estos temas, se desahogan más”, aseguran.
diarioperfil.com.ar
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