Hasta ahora parecía que los monos no experimentaban una reacción emocional ante la música, pero un estudio realizado con titís de cabeza blanca desvela cómo estos animales sí responden a determinadas canciones, siempre y cuando sean las que ellos mismos 'cantan'.
A esta conclusión ha llegado el profesor de psicología de la Universidad estadounidense de Wisconsin-Madison, Charles Snowdon, con la ayuda de un 'd.j.' muy especial: el violonchelista y músico de la Universidad de Maryland, David Teie, que remezcló varios sonidos emitidos por estos titís hasta crear varias canciones.
Según recoge la publicación 'Biology Letters', utilizando algunos de los sonidos que Snowdon había grabado a estos animales en Suramérica y estudiando la duración, la rapidez y la gravedad que estos simios utilizan según su estado de ánimo, Teie compuso extractos de 30 segundos en busca de reacción en los monos.
Snowdon, cuya afición es cantar en coros, comprobó cómo Teie, músico de la Orquesta Sinfónica Nacional de EEUU, era capaz de adivinar el estado de ánimo de los animales sólo por su sonido, por lo que el psicólogo concluyó que "se puede leer el estado emocional de un discurso basándose sólo en el análisis musical" de los matices de la voz.
"Mi discurso no expresa necesariamente mi estado de ánimo. Cuando añado otros elementos, cambio el tono de voz, el ritmo, el registro o la velocidad es cuando el contenido emocional se añade", matiza.
Para demostrar que ese mismo efecto puede ser causado en los simios, Teie creó dos tipos de música, basada en los sonidos que emiten los monos: una para sugerir inquietud o miedo y la otra para crear sentimientos positivos de seguridad y felicidad.
Tras cinco minutos de escucha de la primera clase de música, los primates mostraban signos de ansiedad y agitación. Con la segunda, en cambio, mostraban una actitud más relajada: se movían menos y comían más.
Curiosamente, una de las pocas músicas humanas con la que sí consiguieron reacción en los titís de cabeza blanca fue el heavy metal de Metallica, que curiosamente les produjo sensación de calma.
Pero mas allá del efecto de diferentes sonidos en el mono, el psicólogo buscaba en este experimento demostrar que existe una intencionalidad también en el tono de voz de los titís de cabeza blanca.
"Siempre nos hemos referido a la comunicación animal en términos de transmisión de información. Estos elementos musicales inducen en un plazo relativamente largo al cambio de comportamiento en el oyente", asegura Snowdon.
Y así, "desde una perspectiva del concepto de evolución, descubrimos que el patrón de musicalidad, disonancia y tiempo es tan importante para la comunicación de estados afectivos tanto en los animales como en la gente".
elmundo.es
A esta conclusión ha llegado el profesor de psicología de la Universidad estadounidense de Wisconsin-Madison, Charles Snowdon, con la ayuda de un 'd.j.' muy especial: el violonchelista y músico de la Universidad de Maryland, David Teie, que remezcló varios sonidos emitidos por estos titís hasta crear varias canciones.
Según recoge la publicación 'Biology Letters', utilizando algunos de los sonidos que Snowdon había grabado a estos animales en Suramérica y estudiando la duración, la rapidez y la gravedad que estos simios utilizan según su estado de ánimo, Teie compuso extractos de 30 segundos en busca de reacción en los monos.
Snowdon, cuya afición es cantar en coros, comprobó cómo Teie, músico de la Orquesta Sinfónica Nacional de EEUU, era capaz de adivinar el estado de ánimo de los animales sólo por su sonido, por lo que el psicólogo concluyó que "se puede leer el estado emocional de un discurso basándose sólo en el análisis musical" de los matices de la voz.
"Mi discurso no expresa necesariamente mi estado de ánimo. Cuando añado otros elementos, cambio el tono de voz, el ritmo, el registro o la velocidad es cuando el contenido emocional se añade", matiza.
Para demostrar que ese mismo efecto puede ser causado en los simios, Teie creó dos tipos de música, basada en los sonidos que emiten los monos: una para sugerir inquietud o miedo y la otra para crear sentimientos positivos de seguridad y felicidad.
Tras cinco minutos de escucha de la primera clase de música, los primates mostraban signos de ansiedad y agitación. Con la segunda, en cambio, mostraban una actitud más relajada: se movían menos y comían más.
Curiosamente, una de las pocas músicas humanas con la que sí consiguieron reacción en los titís de cabeza blanca fue el heavy metal de Metallica, que curiosamente les produjo sensación de calma.
Pero mas allá del efecto de diferentes sonidos en el mono, el psicólogo buscaba en este experimento demostrar que existe una intencionalidad también en el tono de voz de los titís de cabeza blanca.
"Siempre nos hemos referido a la comunicación animal en términos de transmisión de información. Estos elementos musicales inducen en un plazo relativamente largo al cambio de comportamiento en el oyente", asegura Snowdon.
Y así, "desde una perspectiva del concepto de evolución, descubrimos que el patrón de musicalidad, disonancia y tiempo es tan importante para la comunicación de estados afectivos tanto en los animales como en la gente".
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