Con 4.600.000 nuevos casos cada año, el impacto de la enfermedad de Alzheimer en el paciente, la familia, la sociedad y la salud pública es enorme. Y ese número se espera que aumente, ya que la expectativa de vida es cada vez mayor y la edad es el factor de riesgo más significativo para padecer la enfermedad.
Esto ha llevado a muchos expertos a calificar esta situación como "la próxima epidemia global". El estrés en el cuidador es considerable, ya que puede causar depresión, ansiedad, pérdida de la independencia personal y problemas financieros.
Todo esto plantea grandes desafíos. Desde el punto de vista científico, en la próxima década tendremos que detectar la enfermedad antes de que los síntomas clínicos se manifiesten para poder ofrecer una estrategia de prevención o de tratamiento temprano.
Proteger las neuronas intactas será más viable que intentar reparar las ya dañadas. Para lograr el diagnóstico preclínico, ya se están desarrollando nuevas y más refinadas investigaciones desde la genética, la neuropsicología y las neuroimágenes.
Sin embargo, todavía carece de respuesta la pregunta más importante para poder lograr una cura de esta enfermedad: ¿cuál es la causa del mal de Alzheimer?
Aunque hay varias teorías, todavía son sólo hipótesis. Sin esta respuesta, y además sin poder diagnosticar la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas, será imposible desarrollar un tratamiento que cure esta condición.
Sin embargo, existen actualmente tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que permiten hacer más lento el deterioro cognitivo y funcional del paciente, incluso en las etapas avanzadas de la enfermedad. Esto además redunda en un menor estrés para el cuidador.
Desde el punto de vista farmacológico, contamos con dos tipos de drogas que actúan sobre la base de diferentes mecanismos de acción.
Los abordajes no farmacológicos, por su lado, son muy efectivos en combinación con la farmacoterapia. Se están estudiando nuevos fármacos diferentes de los dos disponibles que posiblemente se sumarán a éstos. Probablemente puedan administrarse en forma conjunta y reducir aún más la progresión de la enfermedad.
Pero sólo podremos alcanzar la cura cuando logremos descifrar la causa. Y para eso tenemos todavía mucho trabajo por delante y necesitamos apoyo de los gobiernos y de la sociedad a las investigaciones contra esta nueva epidemia.
Presidente del Grupo de Investigación en Neurología Cognitiva de la Federación Mundial de Neurología
Esto ha llevado a muchos expertos a calificar esta situación como "la próxima epidemia global". El estrés en el cuidador es considerable, ya que puede causar depresión, ansiedad, pérdida de la independencia personal y problemas financieros.
Todo esto plantea grandes desafíos. Desde el punto de vista científico, en la próxima década tendremos que detectar la enfermedad antes de que los síntomas clínicos se manifiesten para poder ofrecer una estrategia de prevención o de tratamiento temprano.
Proteger las neuronas intactas será más viable que intentar reparar las ya dañadas. Para lograr el diagnóstico preclínico, ya se están desarrollando nuevas y más refinadas investigaciones desde la genética, la neuropsicología y las neuroimágenes.
Sin embargo, todavía carece de respuesta la pregunta más importante para poder lograr una cura de esta enfermedad: ¿cuál es la causa del mal de Alzheimer?
Aunque hay varias teorías, todavía son sólo hipótesis. Sin esta respuesta, y además sin poder diagnosticar la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas, será imposible desarrollar un tratamiento que cure esta condición.
Sin embargo, existen actualmente tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que permiten hacer más lento el deterioro cognitivo y funcional del paciente, incluso en las etapas avanzadas de la enfermedad. Esto además redunda en un menor estrés para el cuidador.
Desde el punto de vista farmacológico, contamos con dos tipos de drogas que actúan sobre la base de diferentes mecanismos de acción.
Los abordajes no farmacológicos, por su lado, son muy efectivos en combinación con la farmacoterapia. Se están estudiando nuevos fármacos diferentes de los dos disponibles que posiblemente se sumarán a éstos. Probablemente puedan administrarse en forma conjunta y reducir aún más la progresión de la enfermedad.
Pero sólo podremos alcanzar la cura cuando logremos descifrar la causa. Y para eso tenemos todavía mucho trabajo por delante y necesitamos apoyo de los gobiernos y de la sociedad a las investigaciones contra esta nueva epidemia.
Presidente del Grupo de Investigación en Neurología Cognitiva de la Federación Mundial de Neurología
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