Bueno, ambas creencias resultaron falsas. Y sí, parece que no es para nada difícil hacerle creer a una mujer que hubo un polvo aunque no haya rastros de semen. Al menos así lo confirma una investigación realizada entre los estudiantes de la Universidad de Kansas que consistió en unas 280 entrevistas.
Amparados en el anonimato, cerca del 30 por ciento de los varoncitos admitieron fingir sus orgasmos. No sorprende saber que el 67 por ciento de las señoritas también lo confesaron así.
Más interesante todavía, resulta enterarse de que los señoritos son capaces de hacerle creer a la chica que acabaron incluso durante el sexo oral o la estimulación manual. ¿Cómo puede ser que una dama no se dé cuenta de que el caballero no llegó hasta el final finalísimo si no eyaculó? Tiendo a pensar que ellas les siguen la corriente... que ellos se creyeron tan capos que las engañaron, pero no. Es decir, no me explico. Deberían haber entrevistado a las supuestas compradoras de esos orgasmos secos, pero era un cuestionario anónimo.
Las razones que adujeron los señores, son las que habitualmente expresan las mujeres para justificar sus orgasmos fingidos: la más popular es que sencillamente saben que no van a acabar; otra muy común es querer terminar la cuestión porque la chica tiene la intención de seguir y seguir hasta que el otro acabe, cosa que por el motivo 1 entendemos que no va a suceder; la tercer causa es la famosa consideración, en este caso a la chica, y no querer que piense que hizo algo mal y preferir, por el contrario, que piense que hizo las cosas muy bien.
En fin, fingir parece una salida fácil cuando el sexo no está tan bueno como se esperaba. El problema es cuando la cosa no mejora y algunos sienten que deben continuar con la mentira para no confesar todas las anteriores, y así no mejora nunca. Una lástima. Y me pregunto qué necesidad hay de inventar polvos, sobre todo en estas épocas, que tenemos tan a mano al estrés para echarle la culpa de todas nuestras frustraciones sexuales.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Ellos también fingen orgasmos
Dos razones se impusieron para construir el mito de que los hombres no pueden fingir orgasmos: una es que por más dotes actorales que tenga nuestro galán, resulta imposible mentir una eyaculación; la segunda es esa idea, un poco machista seguramente, de creer que no necesitan hacer de cuenta que acaban, si los hombres no tienen ningún problema para acabar.
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