Todas las argentinas abortaron, en promedio, dos veces a lo largo de su vida. Esta cifra está dada por el Ministerio de Salud de la Nación y pone en evidencia una verdad áspera y definitiva: más allá de compartir la posibilidad de dar a luz, las mujeres están unidas por la experiencia común –y tanto menos luminosa– de haber interrumpido un embarazo. A todas, dicen las estadísticas, les ha ocurrido. Y para esas “todas” –las pasadas y las futuras– surgió, el 31 de julio pasado, una línea telefónica gratuita –llamada “Aborto: más información, menos riesgos”– que busca dar asesoramiento acerca de la interrupción farmacológica de un embarazo, y que en poco más de un mes dio dos batacazos en la opinión pública.
En primer lugar, la organización no gubernamental (ONG) Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto, a cargo de la gestión de esta línea, se animó a abandonar las disertaciones ideológicas y asumir el riesgo de dar asesoramiento práctico para abortar. Y en segunda instancia, en el día de ayer esta misma ONG presentó un balance del primer mes de actividad de la línea telefónica, y lo hizo en un escenario inédito en la historia argentina: el Salón San Martín de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
“Ésta es una intervención política inmensa”, aseguró ayer la diputada Diana Maffía, presidenta de la Comisión Especial de Igualdad Real de Oportunidades y de Trato entre Mujeres y Varones. “Ojalá que éste sea un paso previo a la despenalización del aborto. Ésta es una iniciativa de mucho coraje, y con Diana gestionamos este espacio en la Legislatura porque se trata de una causa para defender firmemente”, agregó Gabriela Alegre, presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud. Y así fue como, con la ayuda de ambas, sucedió: bajo una escultura de San Martín a caballo, al lado de la bandera argentina y entre las paredes de roble prosapio –en el corazón mismo, en síntesis, de las instituciones– las representantes de la línea telefónica dieron un panorama duro y esclarecedor, del que se puede hacer la siguiente síntesis:
* El 92% de las mujeres llamó a la línea “Aborto: más información, menos riesgos” acompañada (en el 23% de los casos por sus parejas).
* Hubo chicas de 13 a 47 años. De las menores de edad, el 11% llamó acompañada por sus madres.
* El 82% de los varones no usó preservativo. Esto se debió –de acuerdo con lo que se desprendió de los llamados– a las dificultades que las mujeres encontraban para negociar con los hombres la anticoncepción y la prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Dentro de este porcentaje se encuentran declaraciones como éstas: “Él me dijo que era estéril”, “prometió acabar afuera”, “no lo pude evitar” o “me dijo que se había hecho una vasectomía”.
* Más del 90% de las mujeres manifestó sentirse intimidada por conocer experiencias de violencia, amenazas o denuncias sufridas por mujeres que habían recurrido al sistema de salud.
“Lo que se desprende de todo esto es que las mujeres recibimos el tratamiento de un menor de edad que está bajo tutela –subrayó, luego de la lectura del informe, la legisladora Diana Maffía–. Somos menores de edad perpetuas, incapaces de tomar una decisión sobre nuestro propio cuerpo. Porque aun considerando que el embrión tiene derecho a la vida (cosa que yo creo) el aborto plantea un conflicto de derechos, y cuando hay conflicto de derechos, según el código canónico, hay una decisión de conciencia. Las mujeres somos sujetos morales y tenemos derecho a decidir en la mejor de las condiciones de información. Por eso acompañé desde el principio la idea de esta línea telefónica”.
“VÁYANSE AL CARAJO”.
La línea “Aborto: más información, menos riesgos” es un proyecto que ya fue puesto en marcha en países como Ecuador y que está financiado por las organizaciones Women on Waves (que cobró fama internacional por enviar kits abortivos integrados por las drogas misoprostol y mifepristone a cualquier lugar del mundo) y XminusY. Estas ONG cuentan con el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Latinoamericana de Obstetricia y Ginecología (FLOG), que respaldan el uso de métodos abortivos seguros como el misoprostol, ya que lo consideran agente de salud pública: bien administrado –en el marco de las primeras doce semanas de gestación–, permite una interrupción segura y con un mínimo control médico posterior.
Por todo esto, quien llame al número de teléfono argentino encontrará asesoramiento para interrumpir un embarazo con misoprostol, un medicamento que sirve para tratar úlceras pero que, en los hechos, integra un descomunal mercado negro abortivo en el que entran usos correctos, pero también fatalmente incorrectos. De ahí que la democratización de esta información –que circula sotto voce y suele quedar sujeta a la buena voluntad y los cánones morales de cada médico– permita reducir la cantidad de abortos que se practican clandestinamente, con el consecuente riesgo de muerte. “Nosotras no indicamos, ni recomendamos, ni prescribimos qué hacer, simplemente brindamos información de la OMS y de la FLOG que es de carácter público y que incluso está online, y a la que muchas mujeres, por diversos motivos, no tienen acceso –explicó Verónica Marzano, una de las activistas a cargo de la línea de asesoramiento, que además cuenta con el respaldo de un comité de médicos–.
Nosotras les decimos a las mujeres que llamar a esta línea no las compromete a tomar una decisión. Sólo les estamos dando información para que decidan bien. Y si quieren interrumpir el embarazo, les explicamos cómo hacerlo, siguiendo el protocolo de la FLOG en lo que refiere a la aplicación del misoprostol. Además, les explicamos que, ante un eventual aborto incompleto, tienen derecho a completar el aborto en un hospital, porque eso está legislado desde hace mucho tiempo. Esto es importante, porque muchas mujeres ponen en riesgo su vida ya que se resisten a ir al hospital por miedo al maltrato de los médicos”.
De acuerdo con el informe presentado en la Legislatura, la mayoría de las mujeres que llamaron a la línea manifestó haber consultado previamente a su médico por información sobre aborto, y haber recibido información falsa: que el misoprostol podía causarle un derrame cerebral, que necesitarían transfusiones de sangre, que las pastillas causaban infertilidad, etcétera. Incluso en casos en que las mujeres manifestaron padecer enfermedades o estar bajo tratamientos incompatibles con la continuación del embarazo, se llegó a escuchar por parte de los médicos frases como “yo estudié para salvar vidas”, “no puedo sacar algo que late” y “váyase al carajo”.
UN VIEJO DEBATE.
El derecho a interrumpir un embarazo, según algunas lecturas, está garantizado desde 1921 en el Código Penal. En el artículo 86, incisos a y b, se enuncian las situaciones en las que el aborto en la Argentina no es punible, y entre ellas está el riesgo para la salud de la mujer. De acuerdo con la definición de la OMS, “la salud” consiste en “el estado de bienestar bio-psico-social”, de ahí que todo embarazo no querido pueda entenderse como un problema para la salud de cualquier individuo. “Esto sería suficiente argumento para que el acceso al aborto fuera universal, seguro y en manos del Estado –sentenció ayer el médico ginecólogo Fernando Giayetto, asesor de la línea telefónica–.
El misoprostol es eficaz y casi no tiene complicaciones si se lo usa con racionalidad. Remarco el término ‘racional’, porque hay barreras interpuestas entre la razón de los médicos que poseen el conocimiento y de las mujeres que lo ignoran. Al no ceder ni compartir con las mujeres el conocimiento y la existencia de esta tecnología, estamos obligando a quien lo necesite a usar su ingenio para crear o buscar otra herramienta, siempre menos segura y casi seguramente mortal. Aunque los médicos neguemos esta información, las mujeres acceden igualmente al conocimiento acerca de esta droga. Conocer su existencia no garantiza su adecuado uso, lo que puede provocar que disminuya su eficacia causando negación y desconfianza sobre un excelente recurso terapéutico”.
El misoprostol existe desde hace años bajo la marca Oxaprost 75, un remedio que se usa para tratar úlceras y que se compone de diclofenac (un antiinflamatorio) y misoprostol (un aislante gástrico que produce contracciones, y por ende resulta abortivo). Fueron justamente las propiedades abortivas del Oxaprost las que alimentaron el bruto mercado negro de este producto. Si bien el medicamento se comercializa bajo receta, la Asociación de Farmacéuticos de la República Argentina estima que el 60 por ciento de las ventas está relacionado con la interrupción de un embarazo. El problema es que, al realizarse de manera clandestina, sin una consejería oficialmente organizada –como sí existe en Uruguay–, el misoprostol arrastra el riesgo de una administración equivocada que puede derivar en hemorragias o en un aborto incompleto que realmente ponga en peligro a las mujeres.
Sin ir más lejos, todas las mujeres que llamaron a la línea sabían de la existencia del misoprostol o “la pastilla para abortar”, pero estas referencias estaban cargadas de mitos, errores y prejuicios que podían ponerlas en peligro, del mismo modo que la mala información puso en peligro a cientos de miles de mujeres a lo largo de los siglos. Al respecto, el médico ginecólogo Fernando Giayetto graficó esta parábola histórica en tres líneas: “Dedico esta presentación a Lilian, mi madre, que abortó en condiciones seguras hace 50 años. A Luciana, mi pareja, por sus aportes y apoyo. Y a Ana María, abuela de mi Luciana, que murió de una sepsis por aborto inseguro hace 50 años”.
Línea Aborto, más información, menos riesgos: 011-15-66647070 (se puede llamar o mandar un mensaje de texto y en la línea contestan gratuitamente).
OPINIÓN
Es necesaria una política agresiva del EstadoGerardo Mitre (Psicólogo, presidente ejecutivo de Fundamind y profesor de la Universidad de El Salvador)En esta cultura machista es difícil que las mujeres puedan utilizar un método preventivo. Es muy difícil para la mujer decirle a su pareja que se ponga un preservativo. Hay muchas adolescentes que quedan embarazadas por esa dificultad de exigirle a su novio el uso del profiláctico. Son muy asimétricos los lugares que ocupan hombres y mujeres. En culturas indígenas del norte del país, cuando las chicas cumplen 15 años tienen relaciones con todos los hombres de la tribu. Entre las chicas de clase media todavía existe el prejuicio de que si te ponés un preservativo te miran como a una loca. Las adolescentes cambian a cada rato de pareja y no siempre usan preservativo. Por eso aumentan los embarazos adolescentes. La falta de educación sexual en las escuelas contribuye a este resultado. Es necesaria una política agresiva por parte del Estado para promocionar el uso del preservativo a través de campañas de concientización. No usarlo produce embarazos no deseados y expande la epidemia del VIH/sida, que se ve cada vez más entre las mujeres.
Es una prevención de daños
Marta Rosemberg (Psicoanalista del Foro por los Derechos Reproductivos)
Es muy importante que pueda existir este recurso porque pone a disposición de las mujeres una información científica, que está circulando hace mucho, sobre un método de interrupción del embarazo. Este método ha crecido mucho en su utilización por parte de aquellas mujeres que no tienen acceso a procedimientos seguros, dado que el aborto está penalizado. En la campaña por el derecho al aborto legal y gratuito siempre recibimos llamados de mujeres que quieren acceder a una intervención segura y no tienen la información que necesitan para no correr riesgos. Ése es el mayor problema: que las mujeres que no tienen medios tampoco tienen información. Esta nueva línea de teléfono proporciona una información a la que todo el mundo tiene derecho a acceder. Es una política de prevención de daños. Se trata de una forma de consejería que se está utilizando, por ejemplo, en Uruguay, por iniciativa de los médicos que quieren disminuir las complicaciones y la mortalidad por aborto.
Del lado de las mujeres
Mario Sebastiani (Miembro del Servicio de Obstetricia y Comité de Bioética del Hospital Italiano)
El conocimiento médico no nos pertenece sino que le pertenece a la gente. Toda consulta sobre la cual nosotros tengamos un conocimiento, lo lógico es dárselo a quienes han permitido que seamos médicos. No puedo, a priori, censurar lo que voy a decir. Eso es paternalismo y no autonomía. Dado que no se ofrece otro tipo de solución a la gente que quiere interrumpir una gestación, bienvenido sea el número telefónico, que seguramente da una información precisa de la situación. Le guste a quien le guste, el aborto está desapareciendo del ámbito médico para convertirse en un acto privado de las mujeres. Esto es producto de la tecnología y de que las mujeres han sido castigadas cuando necesitaron acercarse a la medicina y sus instituciones: encontraron denuncias, victimización y juzgamiento. Las respuestas que encontraron de nosotros fueron de cuarta. Cuando las mujeres tardan en consultar, el aborto se convierte en una intervención compleja. No favorezco el aborto, pero si lo va a haber, la medicina tienen que estar del lado de estas mujeres.
criticadigital.com
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