miércoles, 7 de septiembre de 2011

Por qué los palestinos no pueden reconocer un “Estado judío”


Para los palestinos, reconocer el “Estado judío” es declarar su rendición, renunciar a su dignidad colectiva.

En su discurso ante el Congreso de Estados Unidos el pasado mes de mayo, el Primer Ministro benjamín Netanyahu planteó a la Autoridad Palestina un serio desafío: Si la AP simplemente dijera “reconocemos a Israel como un Estado judío", eso bastaría para acabar con el conflicto. Israel, dijo Netanyahu, sería el primero en votar la independencia palestina en las Naciones Unidas. La respuesta del Primer Ministro de la AP, el doctor Salam Fayyad, en una reciente entrevista con Haaretz, fue que el "carácter de Israel es asunto suyo. No corresponde a los palestinos definirlo".

Es una respuesta poco convincente. Si el reconocimiento es solamente un punto técnico, ¿por qué no decir exactamente las siete palabras solicitadas para ganar la votación en las Naciones Unidas? La Organización para la Liberación de Palestina seguramente entiende la importancia de la oferta de Netanyahu, puesto que ésta adoptó un concepto similar al de Estado judío en la Declaración palestina de Independencia en 1988, que proclama: " El Estado de Palestina es el Estado de los palestinos en cualquier parte donde se encuentren". Además, ¿cómo se puede explicar que la OLP reconozca el derecho de Israel a existir y los trabajos del aparato de seguridad de la AP en plena coordinación con Israel, pero no esté preparada para decir estas siete palabras? La Declaración de Independencia de Israel de 1948 expresó el significado de “Estado judío”. Dicha Declaración se abre señalando: "Eretz Israel fue el lugar de nacimiento de los judíos”, y sigue relatando la historia y la memoria nacional de los judíos y su propiedad exclusiva del Estado: "Éste es el derecho natural de los judíos a ser los dueños de su propio destino... en su propio Estado soberano".

La piedra angular del Estado judío es la Ley de Retorno, como ha señalado el Tribunal Supremo. Es por lo que los refugiados palestinos no tienen derecho a volver a Israel, mientras que cualquier judío del mundo, junto con cualquier no judío de su familia cercana, tiene el derecho a inmigrar a Israel.

En duro contraste, la ley israelí prohíbe a los ciudadanos árabes-israelíes vivir dentro de la Línea Verde con sus conyugues, si estos últimos son residentes de Cisjordania o Gaza.

Para los palestinos reconocer Israel como un Estado Judío es declarar su rendición, lo que significa renunciar a su dignidad colectiva negando su narrativa histórica y su identidad nacional. Este reconocimiento afirmaría que ya que el renacimiento de Israel es un derecho “natural” y exclusivo, la primera rebelión en “nuestra” historia como palestinos –contra el Mandato Británico en los años treinta por alentar la inmigración judía , así como nuestra resistencia al establecimiento de Israel en 1948– fueron errores. Así, la Nakba sería únicamente culpa “nuestra”.

Con este reconocimiento aceptaríamos la racionalidad de la Ley de Retorno, y como resultado renunciaríamos a nuestro derecho de retorno, incluso en principio. Además, puesto que los dueños históricos del terreno poseen derechos a priori, la confiscación de tierras palestinas y su designación como “propiedad ausente” cobra sentido, incluso cuando miembros de este grupo son “presentes ausentes” en Israel. También porque el revivir del hebreo expresa el renacimiento de la nación, ésta sería la única lengua oficial de esta tierra y nosotros aceptaríamos también que los nombres de nuestros pueblos y lugares se cambiaran del árabe al hebreo.

Con este reconocimiento, los ciudadanos palestinos del estado en Nazaret y Haifa, que permanecieron en sus casas en 1948, no pueden exigir un “Estado para todos sus ciudadanos" y plena igualdad, porque no disfrutan de los mismos derechos originales que los judíos.

No reconocer a Israel como un Estado judío no es lo mismo que negar el derecho de autodeterminación de los judíos israelíes. El ejercicio de la autodeterminación de cualquier pueblo se incorpora principalmente por su derecho a gobernarse como grupo nacional. La autodeterminación puede ejercerse sin exclusión o discriminación, incluyendo los casos de grupos multinacionales o multilingüísticos, como en Canadá, Bélgica, Suiza o Sudáfrica. Esto explica por qué los ciudadanos palestinos de Israel que reconocen el derecho de de Israel a existir y el derecho de autodeterminación de los judíos israelíes, como está expresado en los documentos de la “Visión Futura” árabe de 2006 y 2007, todavía pueden resistirse fuertemente a la exclusividad incorporada en la definición de Israel como Estado judío.

La oportunidad de la oferta de Netanyahu es muy significativa: Llega en uno de los momentos de mayor derrota en la historia palestina. Israel ha tenido éxito, como señala el politólogo Meron Benvenisti, en fragmentar a los palestinos en piezas –los refugiados, la Línea Verde, Gaza, Cisjordania y Jerusalén-. Muros y puestos militares de control los dividen. Cada pieza vive bajo leyes diferentes y diferentes líderes. Sumándose a esta debilidad, las fuerzas de seguridad de la AP continúan obedeciendo las órdenes israelíes. Para el gobierno de Netanyahu es el mejor momento para exigir a los palestinos que reconozcan oficialmente la narrativa sionista.

Esta noción de rendición nos permite entender que Netanyahu sugiere que los palestinos son “culpables” de todas sus tragedias. Está en lo cierto en una cosa: Igual que la rendición acaba con una guerra, tal reconocimiento por parte de la OLP acabaría con el conflicto. Pero tendrá un tiempo difícil buscando a un socio árabe que acepte semejante oferta durante estos tiempos de Primavera Árabe que pone por encima de todo el derecho a la dignidad.

Hassan Jabareen es abogado, fundador y director general de Adalah, el Centro Legal para los Derechos de la Minoría Árabe en Israel.
rebelion.org

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