Se trata de un problema que cada uno –o sus familiares– enfrenta al final de su vida: encontrar un lugar para pasar a la eternidad.
En Japón, un país montañoso, superpoblado y con una sociedad envejecida, escasean los lugares para el descanso final, especialmente en las grandes ciudades.
Las parcelas en el cementerio de Tokio pueden costar más de US$ 100.000, por lo que algunos están recurriendo los cementerios de alta tecnología de varios pisos, como una opción más barata.
Desde afuera esos lugares parecen edificios de departamentos: grises, de cinco o seis plantas y pocas ventanas.
Adentro, el monje budista Ryutoku Ohora entona una oración frente a un altar. Está vestido de negro, sandalias con suela de madera y un mantón bordado con hilos de oro.
Su tono es sombrío, incluso fúnebre, pero ofrece sus argumentos comerciales a posibles compradores que visitan el edificio recientemente construido.
"Precios razonables"
El costo será la mitad o un tercio de lo que cuesta un cementerio normal en Tokio porque podemos tener muchos más restos y entonces podemos ofrecer un precio razonable
Ryutoku Ohora, monje a cargo del cementerio
"Con este tipo de sistemas podemos albergar muchos restos y no hay que ir a visitar un cementerio lejano", dice. "Y es conveniente porque está detrás de la estación", agrega.
"El costo será la mitad o un tercio de lo que cuesta un cementerio normal en Tokio porque podemos tener muchos más restos y entonces podemos ofrecer un precio razonable".
Muchos japoneses son cremados. En la ceremonia, los familiares recogen las cenizas, toman pedazos de huesos con palitos y los colocan en una urna de cerámica.
Los restos son enterrados, por lo general bajo una lápida familiar.
Pero en este cementerio elevado, las urnas se acumulan en estanterías. La mitad del edificio es un almacén de muertos, desde la planta baja hasta las oscuras alturas se apilan hileras de cajas rectangulares de metal.
"Se pueden poner las cenizas de dos personas en una caja", dice el monje. "Hasta un máximo de 7.000 personas caben en este lugar, cuando en un cementerio normal tendría en esta área de tierra sólo 100 tumbas".
A disposición de los deudos
Un brazo robótico acerca las urnas a los familiares que quieren rendirle tributo a sus seres queridos.
Un argumento clave de venta es que se pueden obtener las cenizas para honrar a los difuntos.
Los familiares pueden pasar una tarjeta magnética en un lector para activar un brazo robótico que se mueve al lugar apropiado en los estantes en la oscuridad de la bóveda, toma la caja y la entrega en una de las tantas salas destinadas al duelo.
Suena música fúnebre y en la pantalla de la computadora aparecen fotografías de los difuntos.
Después, una pantalla de vidrio esmerilado se desliza hacia atrás revelando la caja enmarcada por una lápida de mármol negro junto con jarrones con flores.
Más cerca
Creo que será bueno ser almacenado con otras personas. Es más divertido, tendré compañía
Toshio Ishii, posible usuario
Los clientes potenciales parecen estar impresionados con lo que ven.
"Nuestra tumba familiar queda afuera; a veces llueve y hay fuertes vientos por lo que hay que arreglar el cementerio", dice Mikiko Takazawa, quien está considerando a la bóveda como el lugar para el descanso final de sus parientes.
"Esta puede ser una opción porque está adentro y también está cerca de la estación", agrega.
"Uno de los aspectos a considerar es que el precio es razonable", afirma Toshio Ishii, quien a sus 82 años busca su propia tumba.
"Creo que será bueno ser almacenado con otras personas. Es más divertido, tendré compañía", comenta.
Los japoneses han utilizado la tecnología para encontrar soluciones a muchos de los problemas de la vida y, ahora, también de la muerte.
Hasta el momento, 300 familias han depositado las cenizas de sus seres queridos en el nuevo edificio.
Los cementerios de alta tecnología construidos a lo largo de Japón no son una opción tan descabellada y el monje espera que los sectores disponibles de los estantes sean ocupados en breve.
bbc.co.uk
En Japón, un país montañoso, superpoblado y con una sociedad envejecida, escasean los lugares para el descanso final, especialmente en las grandes ciudades.
Las parcelas en el cementerio de Tokio pueden costar más de US$ 100.000, por lo que algunos están recurriendo los cementerios de alta tecnología de varios pisos, como una opción más barata.
Desde afuera esos lugares parecen edificios de departamentos: grises, de cinco o seis plantas y pocas ventanas.
Adentro, el monje budista Ryutoku Ohora entona una oración frente a un altar. Está vestido de negro, sandalias con suela de madera y un mantón bordado con hilos de oro.
Su tono es sombrío, incluso fúnebre, pero ofrece sus argumentos comerciales a posibles compradores que visitan el edificio recientemente construido.
"Precios razonables"
El costo será la mitad o un tercio de lo que cuesta un cementerio normal en Tokio porque podemos tener muchos más restos y entonces podemos ofrecer un precio razonable
Ryutoku Ohora, monje a cargo del cementerio
"Con este tipo de sistemas podemos albergar muchos restos y no hay que ir a visitar un cementerio lejano", dice. "Y es conveniente porque está detrás de la estación", agrega.
"El costo será la mitad o un tercio de lo que cuesta un cementerio normal en Tokio porque podemos tener muchos más restos y entonces podemos ofrecer un precio razonable".
Muchos japoneses son cremados. En la ceremonia, los familiares recogen las cenizas, toman pedazos de huesos con palitos y los colocan en una urna de cerámica.
Los restos son enterrados, por lo general bajo una lápida familiar.
Pero en este cementerio elevado, las urnas se acumulan en estanterías. La mitad del edificio es un almacén de muertos, desde la planta baja hasta las oscuras alturas se apilan hileras de cajas rectangulares de metal.
"Se pueden poner las cenizas de dos personas en una caja", dice el monje. "Hasta un máximo de 7.000 personas caben en este lugar, cuando en un cementerio normal tendría en esta área de tierra sólo 100 tumbas".
A disposición de los deudos
Un brazo robótico acerca las urnas a los familiares que quieren rendirle tributo a sus seres queridos.
Un argumento clave de venta es que se pueden obtener las cenizas para honrar a los difuntos.
Los familiares pueden pasar una tarjeta magnética en un lector para activar un brazo robótico que se mueve al lugar apropiado en los estantes en la oscuridad de la bóveda, toma la caja y la entrega en una de las tantas salas destinadas al duelo.
Suena música fúnebre y en la pantalla de la computadora aparecen fotografías de los difuntos.
Después, una pantalla de vidrio esmerilado se desliza hacia atrás revelando la caja enmarcada por una lápida de mármol negro junto con jarrones con flores.
Más cerca
Creo que será bueno ser almacenado con otras personas. Es más divertido, tendré compañía
Toshio Ishii, posible usuario
Los clientes potenciales parecen estar impresionados con lo que ven.
"Nuestra tumba familiar queda afuera; a veces llueve y hay fuertes vientos por lo que hay que arreglar el cementerio", dice Mikiko Takazawa, quien está considerando a la bóveda como el lugar para el descanso final de sus parientes.
"Esta puede ser una opción porque está adentro y también está cerca de la estación", agrega.
"Uno de los aspectos a considerar es que el precio es razonable", afirma Toshio Ishii, quien a sus 82 años busca su propia tumba.
"Creo que será bueno ser almacenado con otras personas. Es más divertido, tendré compañía", comenta.
Los japoneses han utilizado la tecnología para encontrar soluciones a muchos de los problemas de la vida y, ahora, también de la muerte.
Hasta el momento, 300 familias han depositado las cenizas de sus seres queridos en el nuevo edificio.
Los cementerios de alta tecnología construidos a lo largo de Japón no son una opción tan descabellada y el monje espera que los sectores disponibles de los estantes sean ocupados en breve.
bbc.co.uk
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