lunes, 17 de octubre de 2011

Cómo evitar un infarto 'escrito en los genes'

Distontos platos de comida árabe. | AFP
Contra los genes no se puede luchar o, al menos, es lo que se pensaba hasta la fecha. Un grupo de científicos de las universidades canadienses de McMaster y McGill ha descubierto que sí es posible modificar la influencia de un gen que está fuertemente asociado a enfermedad cardiovascular. Con una dieta rica en fruta y verdura se puede evitar un infarto de miocardio 'escrito en los genes' y, por lo tanto, cambiar el rumbo de su destino a mejor.
Se sabe que una mutación genética en el cromosoma 9p21 determina más probabilidad de padecer enfermedad miocárdica en el futuro. "La historia familiar es, por tanto, un factor de riesgo independiente de este tipo de eventos, incluyendo el infarto de miocardio, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo", afirma Jamie Engert, principal autor de esta investigación, publicada en la revista 'PLoS Medicine'.
También influyen aspectos externos como la dieta, la actividad física y el consumo de alcohol y tabaco. "En particular, la dieta desempeña un importante papel en el desarrollo de problemas cardiacos, con una elevada ingesta, por ejemplo, de grasas trans y carbohidratos con alto índice glucémico o con un bajo consumo de frutas, verduras y pescado", señalan los autores del artículo.
Muchos trabajos han analizado la interacción de los factores ambientales y los genéticos, pero "son muy pequeños y era necesaria una investigación más extensa", explica Engert. El estudio de este investigador y su equipo es uno de los más importantes en este sentido. Han analizado a más de 27.000 individuos de cinco razas diferentes que habían participado en un estudio internacional INTERHEART (que analiza el impacto de los factores de riesgo cardiovascular en las distintas partes del mundo) y en otro prospectivo llamado FINRISK.
Primero, detalla Engert, "confirmamos la asociación de 9p21 con la enfermedad cardiovascular. Después, examinamos cómo afectaba la dieta en el gen 9p21". Para ello, se dividió a los participantes en cuatro grupos de menor a mayor riesgo genético y en cada grupo se aplicaron tres dietas (baja en fruta y verdura, moderada y rica en dichos alimentos).

Más verduras, menos infartos

Los resultados hablan por sí mismos. "Los individuos con alto riesgo genético que consumían una dieta rica en frutas y verduras tenían más o menos las mismas probabilidades de sufrir un infarto que aquellos con bajo riesgo genético", concluyen los autores de la investigación.
Concretamente, los que tenían una mutación en el cromosoma 9p21 y seguían una dieta pobre estaban predispuestos un 30% más a un episodio cardiaco. Con la dieta moderada, un 17%, y con una buena dieta, sólo un 2% por encima de aquellos sin riesgo genético (sin mutación). "Un porcentaje insignificante. Se puede decir que tienen las mismas posibilidades que alguien sin mutaciones", explica José Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU).
"Cuando la dieta es la adecuada, la mutación se mantiene 'apagada', pero si una persona con riesgo genético se alimenta incorrectamente, fuma, bebe o es inactivo físicamente, entonces, su riesgo cardiovascular despierta y se multiplica", argumenta el doctor Ordovás.
Como recalca este especialista español, considerado como uno de los fundadores de la nutrigenómica, "este trabajo demuestra cómo siguiendo una simple dieta rica en frutas y verduras, se puede cancelar el efecto genético". Sonia Anand, una de las autoras de la investigación y epidemióloga en la Universidad de McMaster (Canadá), recuerda que sus conclusiones apoyan las recomendaciones en Salud Pública, centradas en "la ingesta de más de cinco porciones de fruta y verdura al día".
Esta relación entre genética y nutrición también se está estudiando en otras afecciones como obesidad, cáncer y, en general, enfermedades crónicas como la osteoporosis. Además, "estamos prestando atención a las enfermedades neurológicas, investigando cómo disminuir, por ejemplo la demencia o el Alzheimer, a través de la dieta", adelanta Ordovás, que en la actualidad está llevando a cabo un estudio con 50.000 personas para observar cómo interactúan los genes con la dieta y también con otros genes.
elmundo.es

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