Un peluche que se confunde con un monstruo; el viento que sopla como si fuera a romper la ventana, una pesadilla... qué niño o niña no ha experimentado alguna vez miedo en las tinieblas de su habituación, un temor que crece con la imaginación. La fobia a la oscuridad es una de las más frecuentes en la población infantil, pero tiene fácil solución. Al menos eso creen y defienden investigadores de la Universidad de Murcia y de la Miguel Hernández (Elche), diseñadores de una terapia que ha constatado su eficacia en un estudio.
Mireia Orgilés, de la Facultad de psicología de la Universidad de Murcia y autora principal de la investigación, reconoce a ELMUNDO.es que "cualquier tipo de miedo o fobia se supera enfrentándose a aquello que da miedo y comprobando que no ocurre nada malo. Por ejemplo, el miedo a conducir se supera conduciendo o el miedo a hablar en público practicando. Para superar el miedo a la oscuridad, el niño tiene que enfrentarse poco a poco a situaciones de oscuridad hasta que logra dormir solo y sin ayudas. Sin embargo, para los menores puede ser aversivo tener que enfrentarse a la situación que les atemoriza".
El tratamiento psicológico de la fobia a la oscuridad se lleva a cabo "en casa, que es el lugar donde ocurre el problema, lo que requiere un papel muy activo de los padres. Para que el pequeño pueda superar cada día situaciones de mayor oscuridad, los padres deben jugar con él, de forma que el niño se enfrenta a lo que le da miedo como si fuera un juego. Así se le motiva y se reduce su malestar. El psicólogo da instrucciones muy detalladas a los progenitores (entrenamiento a padres) sobre qué actividades o juegos deben llevar a cabo con su hijo, sobre cómo deben actuar cuando están jugando, y sobre qué hacer si el niño tiene miedo y se niega a hacer el juego. Se indica, además, que tienen que felicitarle cada día que consigue ser más valiente. Por las noches, los papás tienen que seguir además unas rutinas en el momento de acompañar a su hijo a dormir", agrega.
La constatación de que esta fórmula terapéutica es eficaz procede de un estudio con 32 menores de entre cinco y ocho años, escogidos de 16 colegios de las provincias de Alicante y Murcia. A todos los niños se les realizó un cuestionario para evaluar su miedo a la oscuridad. "Era necesario que los pequeños puntuaran como 'mucho miedo' en el cuestionario y que no tuvieran otros trastornos de ansiedad, retraso mental o problemas psicológicos que estuvieran recibiendo tratamiento para poder llevar a cabo la terapia", aclaran los investigadores.
El aprendizaje
Ocho reuniones de entrenamiento con el terapeuta, una vez a la semana y durante 60 ó 90 minutos, fueron suficientes para que los progenitores supieran cómo ayudar a sus hijos en casa. Así, en las primeras sesiones se les informa sobre este tipo de miedo, los factores que contribuyen a su adquisición y mantenimiento. Posteriormente, se les muestra cómo deberían comportarse ante las manifestaciones de pánico de sus pequeños. "Se les advierte también de que deben actuar como modelos valientes y no mostrar sus propios temores", recalcan.
Más consejos: "Si el niño se muestra muy temeroso por la noche y llama a los padres, éstos deberían tranquilizarle a oscuras y encender la luz únicamente cuando esté calmado", agregan.
A la hora de aplicar el tratamiento, los papás tienen que recurrir a las escenificaciones emotivas (exposición al elemento que causa el miedo). Cada ítem que el niño supera, al primer intento o posteriormente, los padres dan un premio: una ficha, canjeable por regalos.
Todo comienza cuando el "padre o la madre le leen un cuento, en el que el personaje fundamental es un niño con miedo a la oscuridad. Posteriormente deben jugar ocho juegos en los que el niño se aproxima gradualmente a la oscuridad. Se fomentan así las expectativas de comportamiento valiente y se le indica que si está asustado, puede llamar de inmediato a sus padres", recuerdan los investigadores. En ningún caso conviene forzar al niño.
En otro tipo de miedos
"Los padres pueden reducir de forma considerable el miedo a la oscuridad de sus hijos tras ser entrenados para ello. El programa se aplicó durante un mes, tres veces por semana, en casa. Al finalizar, los niños dejaron de manifestar temor a permanecer a oscuras y lograron dormir sin requerir la presencia de sus padres durante la noche en un 95% de los casos".
Los diseñadores de este programa reconocen que "en nuestros estudios hemos aplicado la terapia de juego en más de 200 casos para comprobar su eficacia. Hemos constatado que en pocas semanas los miedos desaparecen y que tanto los padres como los niños se muestran satisfechos con el tratamiento y con los resultados. Es, también, la que utilizamos para otras fobias infantiles en los pacientes que atendemos en la Clínica Universitaria de la Universidad Miguel Hernández de Elche, con un gran número de casos atendidos con resultados positivos".
De hecho, reconoce, que el programa ha tenido " éxito en menores con otros tipos de miedo, como a los ruidos fuertes, a las tormentas, al agua, a algún animal, etc.". Es más, también es útil para los pequeños "que no cumplan los criterios diagnósticos de una fobia, pero que tengan miedo elevado, por ejemplo, a la oscuridad. Les permite ser más valientes y dejar de ver la penumbra como un estímulo atemorizador", asevera la directora del ensayo.
elmundo.es
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