Marcela (41) se compraba ropa una o dos veces al mes, como lo hacen la mayoría de las mujeres que trabajan y de vez en cuando se quieren dar un gusto para verse mejor. Sin embargo, con el tiempo esa actividad se fue haciendo una costumbre, hasta que le embargaron su sueldo por sus excesivos gastos. En la primera entrevista con la psicóloga, le confesó que todas las mañanas, antes de ir a trabajar, pasaba por los shoppings, escondía las bolsas en casa por vergüenza y hasta pedía prestado para poder seguir comprando.
Así como existe la adicción al trabajo, al sexo, al alcohol o a las nuevas tecnologías, también existe la adicción a las compras compulsivas. A este trastorno psicológico se lo conoce con el nombre de oniomanía y consiste en un impulso poderoso de comprar y no poder detenerse. En la Argentina no existen cifras sobre la cantidad de personas que lo padece, pero en España se calcula el 3% de la población tiene este problema y que las mujeres suelen ser las más afectadas.
“El oniomaníaco presenta todos los síntomas de cualquier otra adicción: falta de autocontrol, vivencia de vacío existencial, baja autoestima, ansiedades y depresión. Se trata de un comportamiento repentino e impulsivo que no presenta ningún tipo de previsión ni de prevención”, explica Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Un aliado a la hora de alimentar esta compulsión son las tarjetas de crédito, ya que tener a disposición una o más de ellas pueden acentuar esas conductas en quienes llegan a contraer deudas muy altas sin pensar que luego hay que pagarlas. Además, esa situación puede llevar al adicto a sacrificar sus necesidades y compromisos adquiridos, empobrecer a la familia y perder el control de sus actos.
Para la psicóloga Beatriz Bergman existe una fina línea que divide la actividad (compra) y la adicción, y tiene que ver con la compulsión a hacerlo, al desenfreno, a mentir y a mentirse a sí mismo. “Es la compra por la compra en sí, sin capacidad de registro de qué se compra. Cuando deja de ser placentera para ocupar en la cabeza un lugar preponderante, hablamos de esta patología”, explica Bergman, directora de la clínica Integral de la Imagen.
Hace unos años se podía concluir que este tipo de adicciones eran sólo patrimonio femenino. Probablemente, por una tendencia de género, las mujeres están más estimuladas a comprar para verse más arregladas y atractivas, y el marketing del consumo las persuade más que a los hombres. Sin embargo, últimamente ellos no se quedan atrás y también hacen de su cuerpo un culto a la estética. Aunque en menor medida, los hombres también son víctimas de esta adicción.
“Comprar ropa puede conformar el deseo de estar actualizada y mejor preparada para acceder a un espacio laboral o a una relación sentimental. A la mujer se le atribuye la compulsión, pero la ropa es sólo un artículo a consumir. El hombre gusta de consumir muchos otros objetos, además de ropas. Hay un prejuicio machista cuando se habla de la mujer y las compras. De ellas, se dice que son compulsivas y de ellos, que son coleccionistas”, opina Any Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
Las compras compulsivas se inician en la adolescencia, pero si se el individuo tiene una estructura psíquica predisponente se puede prolongar en la juventud. Ante una situación angustiante o frustrante, la persona puede acudir al consumo para paliar ese momento.
Para superar esta adicción, los especialistas sostienen que es fundamental que la familia se involucre para ayudar al ser querido. ¿Cómo? Haciéndole tomar conciencia de la conducta compulsiva, limitando el uso de la tarjeta y acompañándolo a pedir ayuda a un profesional cuando les resulta imposible manejar el impulso.
Claves
Cómo identificar a un comprador compulsivo
Pierde el control sobre las compras.
No le importa sacrificar sus necesidades básicas, como cobertura de obra social, pago de impuestos o de un crédito asumido.
Pone en riesgo a la familia.
El arrepentimiento llega cuando se concretó el consumo.
Su único tema de conversación son las compras.
Cómo salir de la adicción
No le importa sacrificar sus necesidades básicas, como cobertura de obra social, pago de impuestos o de un crédito asumido.
Pone en riesgo a la familia.
El arrepentimiento llega cuando se concretó el consumo.
Su único tema de conversación son las compras.
Cómo salir de la adicción
Hacer una lista diaria y otra semanal de las compras a realizar y cumplirla.
Salir con el dinero necesario para lo que necesite adquirir.
Salir sin tarjetas de crédito.
Reconocer la adicción.
Compartirlo con la familia y amigos para dejarse ayudar.
Solicitar tratamiento psicológico.
Salir con el dinero necesario para lo que necesite adquirir.
Salir sin tarjetas de crédito.
Reconocer la adicción.
Compartirlo con la familia y amigos para dejarse ayudar.
Solicitar tratamiento psicológico.
La familia, una ayuda fundamental
Como en todas las adicciones, el sostén de la familia es fundamental para identificar el problema y salir adelante. Cuando la persona ya está atrapada, la familia debe intervenir de manera activa para, llegado el caso, solicitar ayuda psicológica, retirarle las tarjetas o mantener un estricto control. “Un punto fundamental es si la persona compra permanentemente cosas que no necesita y qué lo lleva a endeudarse”, dice Guraieb.
Es preciso que los seres queridos estén al tanto de estos comportamientos compulsivos porque así les será más fácil brindarles ayuda. Siempre es mejor hacerlo desde el diálogo y no desde la prohibición sin explicación, ya que esa reacción puede tornarse contraproducente. “La familia puede ayudar a organizar los gastos y a tomar conciencia de que las compras compulsivas están tapando algunas otras carencias. La idea es que los acompañen, contengan y los orienten para pedir ayuda. Es imprescindible establecer una alianza y tener la creencia de que se puede salir”, aconseja Bergman.
clarin.com
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