sábado, 24 de septiembre de 2011

Cómo conviven el sexo y la discapacidad


Sara Ochoa tuvo dos matrimonios anteriores. Hace cuatro años está casada con Marcelo Franco, que tiene una discapacidad mental leve. "Estoy feliz con él. El secreto es ver en Marcelo lo que tiene y no lo que le falta", dice. Una declaración de amor, entre las palabras de ella.
Nos reciben en la humilde casa de González Catán que comparten con dos de las nueve hijas de Sara. No parece incomodarlos hablar de sexualidad. "Tenemos buena intimidad, hablamos mucho, yo soy muy cariñoso, le doy muchos besitos y caricias", dice Marcelo. Su esposa, a su lado, sonríe y asiente: "Tuve otras parejas y con él la sexualidad es distinta, es mejor porque es tan cariñoso, no hay actitudes frías sino puro romanticismo". Lo mira: sus ojos se achinan y brillon. Su sonrisa es ancha.
Lo primero que se ocupan de aclarar las especialistas consultadas para este informe es que la sexualidad atraviesa a todos los seres humanos, desde que nacen hasta que mueren, más allá de las capacidades físicas o mentales de cada uno.
En palabras de la psicóloga y sexóloga María Elena Villa Abrille: "Las personas con discapacidad tienen sexualidad exactamente igual a la de cualquiera de nosotros, no es diferente y pensarlos asexuados es producto del desconocimiento, del tabú y los mitos que existen a nivel cultural". Y agrega: "Viven su sexualidad como pueden manifestarla y en general son mucho más afectuosos porque trascienden la genitalidad".
En su página, Villa Abrille comparte varios informes sobre el tema. En uno de ellos, la investigadora en sexualidad Margarita Murillo define: "La sexualidad es una energía que traen los seres humanos desde que nacen hasta que mueren y abarca ámbitos eróticos, que tienen que ver con el cuerpo, afectivos y espirituales. La misión de la sexualidad no es el acto coital ni el de la reproducción, sino buscar el vínculo y para esto necesito tocar la piel del otro de forma placentera y plena".
Por su parte, la especialista Virginia Martínez Verdier, en diálogo con LA NACION, coincide con sus colegas y se explaya en un paradigma al cual adhiere: las personas discapacitadas mentales tienen diferentes maneras de expresar la sexualidad en función de su edad mental y no de su edad cronológica. Y aclara: "Es importante recalcar que la edad mental va acompañada de la edad social, que dependerá de la socialización que tenga una persona de parte de la escuela y la familia".

El lugar de intimidad

El papel de la familia es fundamental en el avance de las personas con discapacidad en todo sentido. En lo específico de la sexualidad, su rol también es clave: si los padres no acompañan, las personas discapacitadas suelen no poder establecer vínculos afectivos duraderos ni profundos con nadie.
"Si los padres colaboran, si estimulan las visitas, que el noviazgo siga fuera de la escuela y salen al cine o a tomar algo y establecen un lugar donde estar íntimamente las relaciones sí prosperan, pero muchas veces estos noviazgos son sólo dentro de la escuela", relata Martínez Verdier. "Teníamos un caso de una parejita de treintañeros en una escuela y él decía 'mi esposa', pero afuera nunca se veían".
Según las especialistas esto ocurre porque muchos padres sobreprotegen a sus hijos y, además, se niegan a aceptar que ellos tienen necesidades afectivas eróticas, no sólo maternas y paternas.
María Elena Villa Abrille, la terapeuta de Marcelo, se detiene en este paciente suyo para hablar de cuan feliz puede llegar a ser una persona discapacitada si es acompañada desde siempre por su familia y un profesional que lo ayude a ver algunas situaciones nuevas. "El vivió siempre con su madre, que lo sobreprotegía bastante, pero en su despertar sexual estuvo acompañado por profesionales. El mayor paso que dio fue cuando se casó, que dejó de ser adolescente y pasó a ser un hombre", contrasta quien sigue la vida de este paciente hasta hoy. "Pudo enamorarse, encontrar una compañera maravillosa con la que se comunica muy bien y logra una sexualidad placentera", concluye.
"Ver lo que el otro tiene y no lo que le falta es una especie de llave maestra para conectar con el otro. Como reflexiona Villa Abrille, actitudes así faltan en la sociedad, que discapacita.porque la mirada del otro discapacita".
lanacion.com

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