Acabada la primera semana de este curso en la mayoría de las comunidades autónomas, aún no se ha borrado de la cara de muchos padres un ligero gesto de alivio por la vuelta a la rutina escolar, combinado por otro de angustia por el regreso a la falta de tiempo para estar con los retoños. Sobre todo, en las familias de padres trabajadores, en los que las largas jornadas laborales impiden el disfrute de los hijos en los días de diario. Acabado el verano con sus largos días, la relación entre padres e hijos se reduce en muchos casos y por cuestión del reloj a qué tienes de deberes, los horarios de recogida de las actividades extraescolares y el consabido "estudia que mañana tienes examen". Y esa falta de tiempo provoca un intenso sentimiento de abandono que en el inicio de curso tienen muchos progenitores.
Pero, este sentimiento de angustia, mayoritario en mujeres trabajadoras, no tiene fundamento, al menos desde el punto de vista científico ya que, según numerosos estudios, los hijos de padres trabajadores, sobre todo de las mujeres, tienen un buen desarrollo social y emocional, incluso, mejor que los niños de madres no trabajadoras.
Así lo asegura un reciente estudio realizado por el Economic and Social Research Council, del Reino Unido, y publicado en Journal of Epidemiology and Community Health. El trabajo, dirigido por la doctora Anne McMunn, llega a esta conclusión tras evaluar el desarrollo de casi 19.000 menores nacidos entre los años 2000 y 2002.
La investigación va más allá y revela que los resultados son positivos, incluso, en el caso de los niños cuyas madres trabajaban antes de que ellos cumplieran doce meses. Según la doctora McMunn, estas conclusiones echan por tierra algunos trabajos que apuntaban a la influencia negativa para aquellos bebés cuyas madres trabajaban fuera del hogar. Su estudio, asegura, no muestra que esto tenga un efecto perjudicial en el pequeño a largo plazo. Al contrario.
"Algunos estudios han sugerido que las madres que trabajan fuera de casa durante los primeros doce meses de vida de un niño pueden influir de forma decisiva en el desarrollo personal de sus hijos. Pero en este estudio no hemos detectado ninguna evidencia de posibles influencias perjudiciales a largo plazo que las madres puedan ejercer sobre el comportamiento de sus hijos por el hecho de trabajar", afirma McMunn.
Los resultados de este trabajo coinciden con la revisión de 50 años de investigaciones (un total de 69 estudios realizados entre los años 1960 y 2010) efectuados por científicos del Macalester College de Minnesota (Estados Unidos), dirigidos por Rachel Lucas Thompson. Las conclusiones son clarificadoras: los niños de madres que trabajan fuera del hogar sacaban en términos generales mejores notas y presentaban menos crisis de ansiedad que aquellos cuyas madres trabajaban en el hogar.
La explicación que dan unos y otros tiene que ver, por una parte, con una mejora de los recursos económicos domésticos, lo que conlleva una reducción del estrés familiar y un aumento de las oportunidades para los pequeños. A esto hay que sumar la calidad del tiempo dedicado a los niños. Los padres con problemas de horario arañan minutos para estar con los hijos. Y, además, cuando los dos padres trabajan se reducen las tensiones sobre quién se encarga más o menos de los niños, al ser parejas más igualitarias, lo que redunda en el bienestar de los menores.
Pero no son sólo estudios internacionales los que rompen el mito de que los hijos de padres trabajadores (sobre todo, insisten, la madre) tienen dificultades en la integración escolar y social. En Infancia y futuro. Nuevas realidades, nuevos retos, publicado en el número 30 de la Colección de Estudios Sociales de la Fundació La Caixa, los profesores de Sociología de la Universidad de Barcelona, Pau Marí-Klaus y Marga Marí-Klaus, la profesora de la Universidad de South Florida (EE.UU.), Elizabeth Vaquera, y la de Universidad de Emory (Atlanta, EE.UU.), Solveig Argenseanu Cunningham, dejan claro que "los hogares donde las madres trabajan no son espacios fríos y desangelados, donde los niños pasan largas horas atendidos por madres sustitutas menos comprometidas en su cuidado, o en soledad, mientras esperan a sus progenitores ausentes".
Los investigadores niegan "estas expectativas cuasi apocalípticas" sobre las consecuencias del trabajo femenino en los hijos. Según sus investigaciones, lo importante, no es tanto el tiempo que se pasa con los hijos, sino la calidad de los minutos que se dedican a los menores. En el citado estudio la conclusión es clara: en los hogares con padres trabajadores, el poco tiempo del que se dispone se invierte más en actividades formativas de los niños (leer, hablar, ayudar a hacer los deberes, hacer puzles) y emotivas (más besos, más abrazos y risas...), lo que mejora sustancialmente la autoestima de los pequeños.
En la misma línea se pronuncia Marc Grau, investigador del Iese, quien ha estudiado ampliamente el tiempo que dedican las madres en función de si trabajan o no fuera del hogar. Según sus investigaciones, las madres que trabajan a tiempo completo dedican una media de 21 minutos diarios a lo que se denomina "cuidados de calidad", entendiendo como tal, leer, jugar, cantar..., frente a los 29 minutos diarios de las mujeres que no realizan una actividad profesional. Sin embargo, en los cuidados básicos (cocinar, lavar, recoger del colegio...) la distancia se amplía considerablemente: de 1,54 horas a 2,51 horas. Comparado con las madres francesas y suecas (la investigación se centra en estos tres países), las madres que trabajan dedican 24 minutos frente a los 22 de las que no trabajan (Francia) y 26 minutos las madres trabajadoras suecas, sin que haya comparación por falta de datos de las que no tienen un empleo.
En el trabajo de Marc Grau también se desmitifica en cierta manera la aparente dedicación al cuidado de los hijos, al menos en lo que se refiere a la atención psicológica y social de los pequeños, de las madres frente a los padres. Ambos dedican el mismo tiempo: 23 minutos. Otra cosa bien distinta es la atención física, las distancias se amplían considerablemente: 56 minutos los padres frente a las 2,21 horas de las madres.
Todo lo dicho, sin embargo, no implica que no sea necesario pasar más tiempo con los hijos. "Padres e hijos necesitan más tiempo para estar juntos. Las amplias jornadas laborales tienen a muchos padres todo el día fuera de casa y así es muy difícil no ya sacar tiempo para estar con tus hijos, también para tu pareja y para ti mismo", indican desde la Comisión para la Racionalización de los Horarios, entidad que lidera Ignacio Buqueras.
¿Cómo reducir los horarios? Sencillamente, como hacen el resto de países del mundo: concentrando las horas de trabajo, que en España significaría algo tan fácil como reducir la hora de comida de las dos o dos y media actuales a una como mucho. Esto implicaría una reducción considerable que permitiría a las familias reducir el estrés que actualmente padecen. De esta manera, indican desde este organismo, los niños disfrutarían de sus padres algo más de los 23 minutos de calidad que actualmente disfrutan, mientras su desarrollo físico, psíquico y social sigue su curso. La solución, que no tiene coste alguno, está ahí, aseguran, sin embargo, pocas son las empresas que lo adoptan.
clarin.com
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