Cada vez son más las personas en el país que confiesan haber consumido drogas sintéticas. Éxtasis o metanfetamina, los llamados estimulantes “de diseño” se extienden en el mundo, al punto de ser, después del cannabis, la segunda droga ilícita más utilizada a nivel global. La Organización de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (ONUDC) presentó en los últimos días un informe en el que muestra su “preocupación” por el creciente consumo de estas drogas entre los jóvenes sudamericanos, y puso el foco en el caso de Argentina, donde la prevalencia del consumo de éxtasis entre estudiantes creció del 0,2 % en 2001 al 2,6 % en 2009, y puso al país en el segundo lugar de la región detrás de Chile (3,7%).
La tasa de crecimiento anual del consumo de éxtasis en Argentina, sostiene la ONUDC, es de 0,5 % anual, no lejos de la media mundial (0,7 %), entre la población de 15 a 64 años que admite haber consumido al menos una vez. Además, “Brasil, la República Bolivariana de Venezuela y Argentina reportan la prevalencia más alta en el uso de anfetaminas en Sudamérica”, remarca el informe de la ONU.
Si se compara con drogas legales como el alcohol o el tabaco (cuyas prevalencias de consumo superan el 50%), o incluso con la cocaína y la marihuana, el éxtasis está muy por debajo y puede considerarse alejado de la masividad, más bien algo de ghetto. Las drogas sintéticas, sobre todo el éxtasis, son de uso prácticamente exclusivo en fiestas de música electrónica. “A diferencias de otras drogas, legales o ilegales, en general éstas se consumen en las fiestas o boliches porque el efecto te conecta con la música, no son tanto para sociabilizar”, cuenta a Clarín Leandro L., consumidor ocasional de éxtasis. “Al menos yo sé que no es bueno tomar todos los sábados, pero cada tanto lo hago, así que sí, soy parte del 2 %”, admite Mariano B, otro consumidor.
La subcultura de las fiestas de música electrónica está muy arraigada en las grandes ciudades argentinas, sobre todo en Buenos Aires, tanto como en las capitales de Europa, y en ese punto puede entenderse que la tasas de prevalencia en el consumo y de crecimiento se acerquen a la media mundial. Por otra parte, conseguir éxtasis o metanfetamina es relativamente sencillo y, siempre de acuerdo a la calidad, se consiguen pastillas por 30 pesos.
“Las consultas en guardia por drogas aumentaron pero los porcentajes por tipo se mantuvieron”, explica a Clarín el jefe de Toxicología del Hospital Fernández, Carlos Damin. “El 54% de las consultas es por problemas con alcohol, después vienen por medicamentos (6%), cocaína y paco (5%) y más atrás el éxtasis, con menos del 1%”, agrega Damin, quien considera que el éxtasis “no genera complicaciones para acudir a una guardia de hospital”.
A pesar del crecimiento de consumo, un informe del Observatorio de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción (Sedronar), da cuenta que bajó en los últimos años el porcentaje de personas de entre 15 y 65 años que recibió ofertas de éxtasis: 7,1 % en 2006; 4,9 % en 2008; y 3,3% en 2010.
Así todo, el crecimiento en el consumo se explica también con otros números. El informe refleja que en 2008 se incautaron 11.072 píldoras de éxtasis y al año siguiente 136.550. También destaca que la fabricación de drogas sintéticas ha aparecido recientemente en países de América Central y Sudamérica que tenían pocos antecedentes o ninguno, como Argentina, Brasil, Belice, Guatemala, Nicaragua. “En 2008, Argentina reportó el hallazgo de un laboratorio de éxtasis”, agrega la ONU. También remarca que en Argentina se incautó la cuarta parte de lo que se decomisó en efedrina a nivel mundial. “Aunque la fabricación en Argentina no puede descartarse, la mayor cantidad de este precursor llega de México”, sostiene el documento. “A diferencia de las drogas de base vegetal, tales como los opiáceos o la cocaína, las drogas de síntesis se pueden fabricar en cualquier lugar con poca inversión inicial”, advierte el informe. “El mercado de estimulantes anfetamínicos ha pasado de ser una práctica casera de fabricación a pequeña escala a convertirse en un mercado más parecido al de la heroína o la cocaína, con una mayor integración y con grupos del crimen organizado involucrados”, advirtió el director de la ONUDC, el ruso Yuri Fedotov.
Para la ONU resulta difícil calcular el número de consumidores de estas drogas, aunque en función de los decomisos, estima que hay entre 14 y 57 millones de personas de entre 15 y 64 que las han probado. Y resalta el auge de estas drogas en el sudeste asiático y en algunos países de Europa del Este, a la vez que reconoce que en América latina, con la mira puesta en la lucha contra el tráfico de cocaína, estas drogas no son consideradas una “amenaza significativa”.
Pura química
- A nivel mundial, el consumo de éxtasis creció en los últimos años de la mano de la explosión de la música electrónica. Se hizo popular en Europa y a mediados de los ‘90 llegó a nuestro país.
- Detrás de la marihuana, las anfetaminas (como el éxtasis) son las drogas que más se consumen a nivel mundial. En la Argentina su tasa de consumo es similar al de la cocaína (2,6%).
- El uso de efedrina también creció en el país. De acuerdo al informe de las Naciones Unidas, en 2009 en la Argentina se incautó el 25% del total a nivel regional de pastillas de efedrina.
La droga de la energía
El éxtasis es una droga perteneciente a la familia de las anfetaminas, presentadas en forma de pastillas y estimulantes del sistema nervioso central. Producen altos niveles de energía y autoestima, además de quitar la sensación de hambre y de sueño. En la Argentina –y en casi todo Occidente– su consumo está ligado con la cultura de la noche. Provoca euforia, desinhibición, locuacidad y, en algunos casos, agresividad. De acuerdo a los especialistas, su consumo crónico puede dar lugar a cuadro psicóticos similares a la esquizofrenia, delirios persecutorios y alucinaciones, exceso de inquietud, irritabilidad y riesgo de muerte.
Sus efectos fisiológicos inmediatos son la agitación, la taquicardia, el insomnio, la sequedad en la boca (de allí la altísima demanda de ingesta de líquido que provoca en su consumidor), la sudoración y el incremento de la tensión arterial.
En el caso desu consumo en grandes dosis, sus secuelas pueden ser la visión borrosa, el deterioro en el habla, las convulsiones, la crispación, el ritmo de cardíaco irregular y el insomnio. También, en caso de altas dosis durante un lapso de teimpo corto, su uso puede provocar pánico y alucinaciones.
clarin.com
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