La Justicia colombiana se empeña en verla como asesina. Sin embargo, ella dice que sólo es una campesina que pecó de inocente.
María Eugenia Tique, de 24 años, no alcanzó a imaginar que siguiendo un consejo de una yerbatera acabaría con la vida de su hija y de paso arruinaría la suya.
Sin pensar las consecuencias, introdujo el cuerpo de Karen Yulieth, su primogénita de 17 meses, en el vientre de una vaca. Los hechos sucedieron en el Tolima, en el sur de Colombia.
Las escenas fueron dramáticas, la niña lloraba desesperada mientras el animal yacía muerto y listo para ser comercializado horas después en las proveedoras de la región.
Karen pasó 15 minutos dentro de la res. Lograron introducirla luego de rajar el estómago de la vaca. Después la cubrieron con la piel del animal y dejaron por fuera la cabeza de la niña, que era sostenida por su madre, narró Clara Jimena López, una testigo que ayudó a la madre de la menor.
Lo que buscaba María Eugenia era que su hija fortaleciera las piernas y aprendiera a caminar. Además, buscaba curarle a su niña una extraña enfermedad que le generaba vómitos, fiebre y hasta un sonido preocupante que se emitía desde los pulmones.
Algunas yerbateras dijeron que se trataba de un mal llamado 'Pujo', que se produce, según ellas, por las personas que tienen mal de ojo y que con sólo observar a los bebés atrasan su desarrollo.
La opción más rápida, según ciertas creencias locales, era introducir el cuerpo de la niña en la vaca. Lo que no imaginaban era que la menor tragaría el excremento del animal, lo que le generó una infección crónica.
De inmediato, la niña fue trasladada al Hospital San Rafael de Ibagué, pero era tarde. Sus signos vitales se habían perdido.
Arcesio Perdomo, médico pediatra que atendió a Karen Yulieth, confirmó que la muerte fue producida por el extraño hecho de introducir el cuerpo de la menor en una vaca. Por esto, remitió el caso al Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía que pidió a Medicina Legal una necropsia para determinar las causas de la muerte de la menor.
ELMUNDO.es tuvo acceso a los resultados, que concluyeron que el fallecimiento se originó porque Karen se asfixió y sus pulmones se llenaron de excremento de vaca.
La Fiscalía detuvo a la madre de la víctima, quien deberá no sólo cargar con el peso de la conciencia, sino responder por el presunto homicidio de su hija, quien ya fue sepultada en medio de la tristeza y conmoción de los tolimenses.
Miguel Flores, médico veterinario del Tolima, dijo que este caso es común entre las familias humildes y carentes de educación del Tolima, y recalcó que estas prácticas son exageradas y extrañas.
"Eso es algo inconcebible, no entiendo cómo pueden hacer una cosa de esas. Si un recién nacido es introducido por el ano de una vaca está expuesto a 10 y 15 kilos de materia fecal, es una cavidad húmeda, sin oxígeno. Y si es por la vagina igual, está expuesto a gran cantidad de líquidos que pueden ahogarlo".
En el sur de Colombia, estas prácticas son usuales. Algunos casos son exitosos, insisten las abuelas que los recomiendan. Otros llevan a la muerte como sucedió con un niño de dos años en un matadero ubicado a 320 kilómetros de Bogotá. Los padres buscaban que caminara y tuvieron mala suerte: el chico falleció dentro del animal.
elmundo.es
María Eugenia Tique, de 24 años, no alcanzó a imaginar que siguiendo un consejo de una yerbatera acabaría con la vida de su hija y de paso arruinaría la suya.
Sin pensar las consecuencias, introdujo el cuerpo de Karen Yulieth, su primogénita de 17 meses, en el vientre de una vaca. Los hechos sucedieron en el Tolima, en el sur de Colombia.
Las escenas fueron dramáticas, la niña lloraba desesperada mientras el animal yacía muerto y listo para ser comercializado horas después en las proveedoras de la región.
Karen pasó 15 minutos dentro de la res. Lograron introducirla luego de rajar el estómago de la vaca. Después la cubrieron con la piel del animal y dejaron por fuera la cabeza de la niña, que era sostenida por su madre, narró Clara Jimena López, una testigo que ayudó a la madre de la menor.
Lo que buscaba María Eugenia era que su hija fortaleciera las piernas y aprendiera a caminar. Además, buscaba curarle a su niña una extraña enfermedad que le generaba vómitos, fiebre y hasta un sonido preocupante que se emitía desde los pulmones.
Algunas yerbateras dijeron que se trataba de un mal llamado 'Pujo', que se produce, según ellas, por las personas que tienen mal de ojo y que con sólo observar a los bebés atrasan su desarrollo.
La opción más rápida, según ciertas creencias locales, era introducir el cuerpo de la niña en la vaca. Lo que no imaginaban era que la menor tragaría el excremento del animal, lo que le generó una infección crónica.
De inmediato, la niña fue trasladada al Hospital San Rafael de Ibagué, pero era tarde. Sus signos vitales se habían perdido.
Arcesio Perdomo, médico pediatra que atendió a Karen Yulieth, confirmó que la muerte fue producida por el extraño hecho de introducir el cuerpo de la menor en una vaca. Por esto, remitió el caso al Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía que pidió a Medicina Legal una necropsia para determinar las causas de la muerte de la menor.
ELMUNDO.es tuvo acceso a los resultados, que concluyeron que el fallecimiento se originó porque Karen se asfixió y sus pulmones se llenaron de excremento de vaca.
La Fiscalía detuvo a la madre de la víctima, quien deberá no sólo cargar con el peso de la conciencia, sino responder por el presunto homicidio de su hija, quien ya fue sepultada en medio de la tristeza y conmoción de los tolimenses.
Miguel Flores, médico veterinario del Tolima, dijo que este caso es común entre las familias humildes y carentes de educación del Tolima, y recalcó que estas prácticas son exageradas y extrañas.
"Eso es algo inconcebible, no entiendo cómo pueden hacer una cosa de esas. Si un recién nacido es introducido por el ano de una vaca está expuesto a 10 y 15 kilos de materia fecal, es una cavidad húmeda, sin oxígeno. Y si es por la vagina igual, está expuesto a gran cantidad de líquidos que pueden ahogarlo".
En el sur de Colombia, estas prácticas son usuales. Algunos casos son exitosos, insisten las abuelas que los recomiendan. Otros llevan a la muerte como sucedió con un niño de dos años en un matadero ubicado a 320 kilómetros de Bogotá. Los padres buscaban que caminara y tuvieron mala suerte: el chico falleció dentro del animal.
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