¿Cuál es la mejor forma de atraer sexualmente a alguien? ¿Cómo podemos aumentar nuestro sex appeal? Olvidaos de pintalabios, sesiones en el gimnasio, wonderbrás o tener una cartera muy abultada (ya sea por la envergadura de vuestro sexo o porque ganáis mucho dinero).
La mejor forma de que los demás se convenzan de que somos atractivos es que ya haya gente convencida de que somos atractivos. La valoración del atractivo de hombres y mujeres es contagiosa.
Para demostrar esto se realizó un famoso experimento en el que se mostraron varias fotografías de hombres un grupo de mujeres para escoger a los más atractivos. Más tarde, se enseñaron varios pares de fotografías de dos hombres igualmente atractivos a otro grupo de mujeres, pero entre par y par de fotografías, se insertó una de una mujer que “miraba” a uno de los hombres.
La mujer en cuestión tenía una sonrisa en la boca o, por el contrario, una expresión neutra.
Pues bien, los hombres de las fotos resultaron finalmente más atractivos a las mujeres cuando se interpolaba la imagen de una mujer sonriente. ¿Hemos descubierto por fin la manía de muchos hombres que gustan de fotografiarse con grupos de amigas alrededor, como si fueran parte de su harén?
En otro estudio, otro grupo de mujeres valoraba también el atractivo de unos hombres que aparecían en unas fotografías. Las fotos iban acompañadas de unas descripciones breves. Pues cuando en la descripción se incluía el dato de que el hombre estaba casado, la valoración de la mujer mejoraba.
Las fotografías en las que un hombre aparece con su novia también incrementan el atractivo del hombre. Pero cuidado, la novia no puede ser del montón. Sólo aumenta considerablemente el atractivo del hombre en el caso de que la novia sea también atractiva.
Esta tendencia tiene sentido desde un punto de vista evolutivo: una forma rápida y eficaz de evaluar las características de un hombre es basarse en su éxito con otras mujeres que probablemente ya las habrán valorado profundamente. Algo así como un atajo. En términos de tiempo y energía, un gran atajo.
El psicólogo Daniel Gilbert demostró que cuando una mujer quiere saber lo bien que se lo puede pasar con un hombre con el que está a punto de salir, la opinión de alguna mujer con quien ese hombre ya haya salido es mucho más valiosa que conocerlo todo de él.
Es decir: labraos una buena reputación, y que vuestras ex novias hablen bien de vosotros. Algo que ya existe incluso en páginas de contactos: páginas en que sólo se permite anunciarse a los hombres “recomendados” por una novia anterior.
Pero ¿y las mujeres? En esta línea, ¿qué clase de detalles hacen que resulten irresistibles para un hombre? ¿También fotografiarse rodeada de hombres sonrientes?
No. En absoluto. En las fotografías de mujeres pasa exactamente lo contrario.
Las universitarias encuestadas solían considerar más atractivo a un hombre si en la foto aparecía rodeado de cuatro mujeres. Pero a los universitarios, una mujer rodeada de cuatro hombres no resultaba tan atractiva como una mujer que aparecía completamente sola.
A la hora de escoger pareja, esto también tiene una lógica evolutiva: los varones suelen ser menos quisquillosos que las mujeres y, por tanto, la opinión de los demás les importa menos. Por otra parte, la presencia de otros hombres les sugiere otra cosa, a saber, que puede llevar mucho tiempo (y resulta muy estresante) competir por el interés de una mujer tan solicitada.
Vía Conectados de Nicholas A. Christakis y James H. Fowler
genciencia.com
La mejor forma de que los demás se convenzan de que somos atractivos es que ya haya gente convencida de que somos atractivos. La valoración del atractivo de hombres y mujeres es contagiosa.
Para demostrar esto se realizó un famoso experimento en el que se mostraron varias fotografías de hombres un grupo de mujeres para escoger a los más atractivos. Más tarde, se enseñaron varios pares de fotografías de dos hombres igualmente atractivos a otro grupo de mujeres, pero entre par y par de fotografías, se insertó una de una mujer que “miraba” a uno de los hombres.
La mujer en cuestión tenía una sonrisa en la boca o, por el contrario, una expresión neutra.
Pues bien, los hombres de las fotos resultaron finalmente más atractivos a las mujeres cuando se interpolaba la imagen de una mujer sonriente. ¿Hemos descubierto por fin la manía de muchos hombres que gustan de fotografiarse con grupos de amigas alrededor, como si fueran parte de su harén?
En otro estudio, otro grupo de mujeres valoraba también el atractivo de unos hombres que aparecían en unas fotografías. Las fotos iban acompañadas de unas descripciones breves. Pues cuando en la descripción se incluía el dato de que el hombre estaba casado, la valoración de la mujer mejoraba.
Las fotografías en las que un hombre aparece con su novia también incrementan el atractivo del hombre. Pero cuidado, la novia no puede ser del montón. Sólo aumenta considerablemente el atractivo del hombre en el caso de que la novia sea también atractiva.
Esta tendencia tiene sentido desde un punto de vista evolutivo: una forma rápida y eficaz de evaluar las características de un hombre es basarse en su éxito con otras mujeres que probablemente ya las habrán valorado profundamente. Algo así como un atajo. En términos de tiempo y energía, un gran atajo.
El psicólogo Daniel Gilbert demostró que cuando una mujer quiere saber lo bien que se lo puede pasar con un hombre con el que está a punto de salir, la opinión de alguna mujer con quien ese hombre ya haya salido es mucho más valiosa que conocerlo todo de él.
Es decir: labraos una buena reputación, y que vuestras ex novias hablen bien de vosotros. Algo que ya existe incluso en páginas de contactos: páginas en que sólo se permite anunciarse a los hombres “recomendados” por una novia anterior.
Pero ¿y las mujeres? En esta línea, ¿qué clase de detalles hacen que resulten irresistibles para un hombre? ¿También fotografiarse rodeada de hombres sonrientes?
No. En absoluto. En las fotografías de mujeres pasa exactamente lo contrario.
Las universitarias encuestadas solían considerar más atractivo a un hombre si en la foto aparecía rodeado de cuatro mujeres. Pero a los universitarios, una mujer rodeada de cuatro hombres no resultaba tan atractiva como una mujer que aparecía completamente sola.
A la hora de escoger pareja, esto también tiene una lógica evolutiva: los varones suelen ser menos quisquillosos que las mujeres y, por tanto, la opinión de los demás les importa menos. Por otra parte, la presencia de otros hombres les sugiere otra cosa, a saber, que puede llevar mucho tiempo (y resulta muy estresante) competir por el interés de una mujer tan solicitada.
Vía Conectados de Nicholas A. Christakis y James H. Fowler
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