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jueves, 7 de abril de 2011

La cantidad de VIH en los genitales predice el riesgo de transmisión


Durante las últimas dos décadas varios investigadores han tratado de ver si existía relación entre la cantidad de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) presente en los genitales -tanto masculinos como femeninos- y el riesgo de infección. Ninguno, hasta la fecha, había tenido éxito en el intento. Pero después de varios años y de un arduo trabajo, un equipo dirigido por el Departamento de Salud de la Universidad de Washington (EEUU) ha mostrado, por primera vez, que la cantidad de VIH en la mucosa genital aumenta las posibilidades de transmitir el virus.
"El 90% de las nuevas infecciones en el mundo se produce por una relación sexual. Conocer los mecanismos biológicos que subyacen a esta transmisión es de vital importancia", explica a ELMUNDO.es Jared M. Baeten, coordinador del estudio que se publica esta semana en las páginas de 'Science Translational Medicine' .
Para llegar a establecer la relación entre virus en los genitales y riesgo de transmisión, los investigadores analizaron a 2.521 parejas heterosexuales africanas serodiscordantes -aquellas en las que uno de los miembros tiene el VIH y el otro no. En 1.805 de ellas, la infectada era la mujer y en 716, el portador del VIH era el hombre. La media de relaciones sexuales era de cuatro al mes y el 28,6% de las parejas reconoció haber mantenido sexo sin protección antes de entrar a participar en el estudio. Durante los aproximadamente dos años de seguimiento, 73 varones y 40 mujeres contrajeron el virus de sus parejas.
Al medir los niveles de VIH en las muestras del cuello del útero de las mujeres y del semen masculino "observamos que aquellos participantes que habían transmitido la infección a sus parejas tenían más cantidad de virus en las mucosas genitales que quienes no lo transmitieron", afirma el doctor Baeten, quien añade que "este factor de riesgo es independiente a la cantidad de virus que hay en sangre y que es el marcador que se usa en la actualidad para predecir el riesgo de infección".
Por ello, los autores consideran que estos niveles en los genitales "deberían usarse a partir de ahora como nuevo marcador, más eficaz a la hora de evaluar el potencial de transmitir el virus que tiene un seropositivo".
"Es la primera vez que se demuestra que estos niveles de virus en el tracto genital predicen la transmisión del VIH. El hallazgo ha sido posible gracias al enorme trabajo realizado por un equipo multinacional que ha recogido las muestras en siete países africanos: Botsuana, Kenia, Ruanda, Sudáfrica, Tanzania, Uganda y Zambia. Gracias a estos resultados se podrán desarrollar productos, como microbicidas, que bloqueen esta forma de transmisión", apunta el autor.
elmundo.es

jueves, 4 de febrero de 2010

Los tatuajes en el pene tienen el mismo riesgo que en otras zonas del cuerpo

LAURA TARDÓN
MADRID.- Dicen que los Jacuzas (la mafia japonesa) se tatúan dragones y samurais en todo el cuerpo; también en los testículos, el pene y el glande. Aunque pueda parecer una práctica especialmente anecdótica y dolorosa, los expertos aseguran que no lo es más que en cualquier otra parte del cuerpo y afirman, además, que este tipo de tatuajes también tienen su público en España.
Pero, ¿cuándo comenzó este interés por tatuarse la zona genital? Un artículo publicado en 'Revista Urología' se remonta a finales de la Prehistoria Europea. "Los hallazgos arqueológicos del paleolítico (objetos de arte mobiliar cotidiano o decorativo) hacen pensar que el engalamiento fálico a base de marcas, perforaciones y tatuajes fue una práctica posible desde hace más de 10.000 años", argumenta Javier Angulo, uno de los autores del artículo y jefe de Urología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid).
Según este trabajo, en el repertorio paleolítico existen más de una docena de piezas de arte mueble con forma fálica y decorados con líneas y puntos que adquieren formas diversas y curiosas. "Todas estas piezas pueden representar tatuajes y marcas cutáneas realizadas de manera intencional sobre el falo", señala el doctor Angulo.
A modo de ejemplo, en Dordoña (Francia), se encontró una porción de bastón perforado, realizado sobre asta de reno, que muestra un doble falo formando entre ambas ramas un ángulo de 110 grados. "Ambos extremos revelan el glande y el cuerpo del pene totalmente decorados con líneas longitudinales y marcas en zig-zag". Esta pieza se encuentra hoy en el Museo Nacional de Antigüedades de Saint-Germain-en-Laye, a las afueras de París.
Riesgos del tatuaje genital
Desde entonces, el tatuaje se ha ido extendiendo a lo largo de la geografía mundial y de los tiempos. Se sabe, por ejemplo, que los tatuajes tribales maoríes de Nueva Zelanda identificaban a cada individuo en su grupo. Se tatuaban ya en la infancia desde la cabeza hasta los pies. "Creían que podían atrapar la energía cósmica en sus tatuajes. Las mujeres se grababan los dedos de las manos, las orejas e incluso la vulva. Los hombres también se hacían dibujos en todo el cuerpo, incluida la nariz, los párpados, la lengua y el cuero cabelludo.
Como explica Carlos González Herrada, dermatólogo del Hospital Universitario de Getafe, "aunque no se debe olvidar que un tatuaje supone una agresión externa a la piel, no existen zonas 'prohibidas' o en las que no se recomiende tatuar siempre y cuando, insiste, se realice en las condiciones higiénicas adecuadas y utilizando productos no tóxicos".
La realización de tatuajes en las zonas genitales, añade el especialista, entraña los mismos riesgos que en otras partes del cuerpo: posible transmisión de determinadas enfermedades infecciosas en caso de no hacerse bajo las condiciones adecuadas de esterilidad; alergias, reacciones inflamatorias, eccemas... Pero no hay mayores riesgos. Es más, la zona genital se caracteriza por una buena cicatrización de la piel".
"Esta zona está muy vascularizada y esto facilita una mejor cicatrización", añade Sergio Vañó-Galván, dermatólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Incluso si la persona quisiera quitarse el tatuaje, "la piel de la base del pene es igual que la del resto del cuerpo, por lo que el láser no tiene por qué presentar complicaciones en esta zona".
Eso sí, si hubiera infección o alergia por la sustancia que se utiliza, las molestias en la zona genital pueden resultar más incómodas para el paciente por el simple hecho de la localización.
En cualquier caso, el dermatólogo del Hospital de Getafe indica que "el número de pacientes con problemas derivados del tatuaje está disminuyendo, probablemente debido a la implantación de medidas de control de calidad en estos negocios, que cada vez cuidan más las condiciones de higiene y esterilidad, imprescindibles en esta práctica".
Tatuaje en primera persona
Los tatuadores consultados por SALUD aseguran que, aunque los genitales no son la zona más solicitada para hacer un tatuaje, sí tiene su público. David Barragán (Dave), tatuador en Estudios Z (Madrid), lo sabe de primera mano. "Un hombre de 30 años vino hace algún tiempo porque quería uno en el pene. Tenía prácticamente el cuerpo entero cubierto de dibujos. Probablemente le animaba su afición por los tatuajes y algún motivo sexual".
Lo primero que se hace es cubrir la zona con una crema anestésica distinta que también se utiliza cuando algún cliente tiene especial sensibilidad al dolor y en otras zonas como el costado. "Aquí es más difícil tatuar, porque es una parte del cuerpo muy sensible y dolorosa. Además, están las costillas, que complican el trabajo", señala el experto, que también recuerda que a quienes les gustan los tatuajes "tienen otro concepto del dolor, lo controlan muy bien y son capaces de llegar a un estado de relajación absoluto. También hay gente que va buscando estas sensaciones".
Teniendo en cuenta que el miembro viril ha de estar en erección, un requisito para proceder a esta práctica es tomarse viagra. "Igual que no se podría escribir sobre una tela arrugada, el tatuaje sin erección no daría buenos resultados, aunque también se puede hacer", apunta Dave. Después, se le cubre con una especie de "plástico fino especial" para que la piel transpire y también para mantenerla protegida de posibles roces.
Los cuidados posteriores son muy sencillos. Basta con aplicar una crema cicatrizante varias veces al día durante un mes. Según Dave, si no se hidrata adecuadamente, se formará costra, lo que significa que, cuando se caiga, habría que repasar el dibujo.
Mientras las peticiones más habituales son el brazo, la espalda y las piernas, "también nos piden otras menos frecuentes como los genitales, las axilas, la cabeza, la cara y la barbilla; incluso los labios vaginales por fuera", señala David. Es una cuestión muy personal.

elmundo.es