Una mala experiencia en el terreno sentimental, laboral o social quizá venga a culminar un deseo latente de cambio del que no éramos conscientes y que, sin embargo, se nos desata ante la idea de que con una imagen diferente a la que tenemos, nuestra actitud para enfrentar las cosas cambiará.
Cuando Lucía se dejó caer sobre el sillón de su estilista habitual, con aire cansado, ojeras y el cabello revuelto, era evidente de que algo no marchaba bien. Una nueva discusión con su pareja había llevado a la ruptura definitiva de la relación.
“¡Quiero cambiar de imagen!”, espetó cuando le consultaron de manera rutinaria: ¿Te corto como siempre?”.
Una conversación nada baladí y muy común, según los profesionales de la peluquería. Corte, extensiones, mechas, cambios de color... Las variables se abren al infinito cuando se quiere poner fin a una etapa.
Una actitud que, según los profesionales de esculpir la imagen, está más vinculada a mujeres que a hombres, pertenecientes a una amplia franja de edad que va desde los 25 a los 60 años.
Juan Belmonte, estilista y director del centro Juan, Por Dios!, afirma que “sin lugar a dudas, cuando estamos de ‘bajón’ vamos a donde nos mimen un poco y nos hagan sentir más guapos y guapas. Sobre todo buscamos que ese cambio nos sorprenda a nosotros mismos y que además lo noten los de alrededor”.
Ricard Sorio, psicólogo clínico y coordinador de la unidad de psicología de la Clínica Londres de Madrid (España), por contra, señala que no siempre ante un momento de debilidad emocional se quiere cambiar de imagen.
“La experiencia clínica nos demuestra que cuando las personas presentan un estado emocional bajo o sintomático desde el punto de vista anímico, lo más frecuente es que exista lo que llamamos una "anhedonia". Traducido al lenguaje coloquial, significaría que la persona pierde la capacidad para experimentar placer, con una falta de ilusión general, con lo cual ante estados depresivos a nivel conductual puede darse un abandono del cuidado físico y personal que puede conllevar a la persona a un incremento de peso, falta de ejercicio, despreocupación general”.
El psicólogo añade que existen otros perfiles diferentes de personas “en las que la presencia de un determinado factor de estrés podría influir negativamente sobre su vida como, por ejemplo, la pérdida de su trabajo, una ruptura sentimental, un cambio social”.
Estos actuarían como factores desencadenantes en la necesidad de iniciar un cambio vital, como podría ser el cambio físico y de la propia imagen corporal.
REFORZAR LA AUTOESTIMA
La doctora Susana Rodríguez de Cos, especialista en estética, del Instituto Médico Láser (IML) reconoce que hay un pequeño porcentaje de pacientes que acuden a la clínica buscando un cambio que les permita reforzar su estado psicológico.
“Hay pacientes que acuden a nosotros con un cierto síntoma depresivo o cuando se ha producido un cambio en su situación sentimental, pero no quieren ser otros, quieren mejorar su aspecto físico, porque consideran que eso puede revertir en una mejora de la situación psicológica en la que están en ese momento”, afirma Rodríguez de Cos.
Para el doctor Sorio, las causas que precipitan el deseo de querer un cambio físico "están vinculadas a: querer romper con el pasado e iniciar un proceso nuevo vital; la ilusión de iniciar una nueva relación afectiva sentimental; un cambio laboral donde consideremos que es importante mejorar nuestra imagen corporal; querer mejorar más nuestra autoestima donde el físico cabe destacar que lo va a potenciar y, algo que siempre estará presente, el canon de belleza actual de la sociedad".
IMAGEN Y ACTITUD
Juan Belmonte considera que la imagen condiciona la actitud y ayuda a reforzar la autoestima.
“Por eso el trabajo de un peluquero es tan difícil y gratificante a la vez. Si fuésemos pintores sería como hacer el cuadro que cada cliente quiere en ese momento, para ese estado de ánimo. Nuestra imagen es todo lo que proyectamos de nosotros. Lo que queremos o no queremos que vean, generalmente, lo comunicamos con el pelo en su conjunto: corte, color, peinados o, incluso, se establece una comunicación real jugueteando con él”.
La doctora Rodríguez de Cos explica que, antes de comenzar un tratamiento, siempre se realiza una “valoración individualizada del paciente, tanto física como psicológica”. Y añade que “nunca podría aconsejar un cambio drástico en una situación de duelo o conflicto emocional intenso, pero pequeños cambios positivos que ayuden al paciente a estar mejor, por supuesto que sí”.
“Es normal que cuando nuestro futuro paciente se plantea un cambio físico, ya sea de estética o de peso corporal, suele haber detrás un malestar psicológico que generó un sufrimiento y un deseo de cambio que iría seguido por un estado motivacional para conseguir el objetivo de cambio: adelgazar, mejorar un rasgo físico. Cuando, por el contrario, encontramos un estado depresivo severo, nos deberíamos de plantear primero el tratamiento del estado emocional y conseguir mejorarlo para recuperar la motivación al cambio físico”, señala el psicólogo clínico Ricard Sorio.
AJUSTAR EXPECTATIVAS
Rodríguez de Cos explica que, normalmente, los pacientes que acuden para mejorar su físico ya pensaban hacerlo antes de llegar a una situación emocional de fragilidad, y no asegurara que estos cambios están vinculados sólo a “rupturas amorosas”.
Los principales cambios que solicita un paciente que está “atravesando un bache”, según la doctora, están vinculados a aspectos faciales y corporales.
“Solicitan tratamientos que les mejoren la calidad de la piel, la luminosidad, el tono, la firmeza, arrugas o manchas”. Y, a nivel corporal deciden quitarse los kilos que le sobran, “reducir volumen, mejorar la textura de la piel que suelen llevar hasta la celulitis o la flacidez”.
La mejor recomendación es seguir siempre el consejo profesional y no dejarnos llevar por los consejos o las opiniones de la gente que tenemos más cerca.
"Será el profesional (médico, cirujano, psicólogo) quien valore al paciente y lo asesore para llevar a cabo la mejora de su físico, si es que lo necesita, o para aconsejarle cuándo sería el momento clave para llevarlo a cabo”, comenta Sorio, quien apunta lo importante que es tener unas expectativas reales de cambio “ya que unas expectativas irreales pueden generar mayor frustración en la persona, siendo por eso muy importante seguir un buen consejo médico”.
Para concluir, Juan Belmonte recuerda que el cambio más radical que ha llevado a cabo fue el que le solicitó su amiga Rocío, que lucía una larga melena “del estilo de la cantante Isabel Pantoja” y salió con un corte a la altura del lóbulo de la oreja y con flequillo. “Fue ella quien me dió mi nombre profesional -cuenta entre sonrisas-: ¡Juan, Por Dios!”.
Por Inmaculada Tapia. EFE REPORTAJES
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