En momentos de crisis económica e incertidumbre mundial, como los que ahora se viven, tiempos en los que están cambiando continuamente los marcos de referencia que nos daban cierta estabilidad y seguridad y nos permitían saber qué lugar ocupamos en la sociedad, es natural que muchos se sientan desorientados.
“Si ni siquiera el mundo sabe hacia dónde se dirige, ¿cómo voy a saberlo yo? La vertiginosa y cambiante realidad actual me trae a la memoria aquel póster que fue muy popular en mi juventud y decía: ¡Cuándo finalmente conocí todas las respuestas, me cambiaron todas las preguntas!”, explica uno de los pacientes del “coach” (orientador personal) José María Sanz.
“No se qué hacer con mi vida, estoy un poco perdido, y por ello también asustado…” ha confesado Juan Carlos (su nombre ha sido cambiado para reservar su intimidad), durante su primera consulta con Sanz, quien se autodefine como facilitador en procesos de crecimiento, gestión de cambio, relaciones e inteligencia emocional.
“Es el testimonio de un hombre de mediana edad, casado y con dos hijos, que parecía tener todo claro hasta que uno de los denominados ‘golpes de la vida’, su divorcio, puso todo patas arriba, lo sacó del frenesí de actividades y trabajo en que vivía inmerso hasta entonces y lo puso delante de una apremiante página en blanco: su futuro a partir de ese momento”, explica Sanz.
Según este experto “las palabras de este hombre, presa de la desorientación vital, reflejan lo que sienten muchas personas de todas las edades, en algún momento de su existencia, cuando algún cambio radical, pérdida o adversidad, le rompe los esquemas habituales que hasta ese momento le servían de referencia, y pierden el rumbo en su vida”.
“En cambio –prosigue José María Sanz- muchas otras personas, nunca han tenido claro qué es lo querían en la vida, peregrinando de un trabajo a otro, de unos propósitos a otros, mudando continuamente de objetivos, en medio de una gran desorientación vital por no saber lo que quieren. Son como un barco sin timón, es decir que van a la deriva, como una hoja en el viento, siempre a merced de condicionantes exteriores”.
“¿Cuál es el `norte´ de su existencia? ¿Cuál es su misión en la vida. Esa actividad o camino ideal que le permitirá ser útil a la sociedad y al mismo tiempo desarrollarse y crecer como persona? Las respuestas a estos interrogantes no son sencillas. Muchas personas incluso nunca se las han planteado”, comenta por su parte la ‘coach’ y terapeuta francesa Carol Adrienne.
CÓMO ENCONTRAR NUESTRA META VITALSegún la autora del libro 'Encuentre su meta en la vida', “en los momentos más oscuros, cuando los caminos parecen cerrados, debemos tener la certeza que todo ocurre por un orden universal, cuyo fin es ayudarnos a comprender nuestro propósito en la vida.
“Muchos se niegan a reconocerlo y por esto no ven su propio potencial humano y espiritual”, explica la autora para quien “cada vida tiene su propósito propio, aunque no es tan fácil de entender”.
Según Adrienne “la mayoría aspiramos a hacernos dueños de nuestro destino, esa fuerza desconocida que al parecer obra sobre los hombres y los sucesos y los conduce en una determinada dirección y para un cierto fin. Queremos y necesitamos cumplir nuestra misión en la vida para realizarnos como personas”.
Para ayudarnos a descubrir nuestra misión en la vida la experta propone realizar un sencillo ejercicio de cinco pasos, que permite identificar nuestras aspiraciones más profundas y talentos más o menos ocultos.
El primer paso consiste en apuntar en una hoja las tres actividades que más nos gusta practicar, preferentemente aquellas que nos vienen a la cabeza sin pensarlo demasiado. Deben ser aquellas actividades en las que, al realizarlas, encontramos pocas dificultades y para las cuales no hemos recibido ningún tipo de formación.
Por ejemplo: hablar, escuchar, enseñar, escribir, negociar, analizar, coleccionar, descubrir, cocinar, bailar, conducir, pintar, curar, aconsejar, renovar, vender, hacer bricolaje…
A continuación, hay que anotar en la lista las tres cualidades que más nos gustan de nosotros mismos o aquellas que los demás ven en nosotros, evitando los excesos de modestia. Para elaborarla hay que escribir la expresión “yo soy…”, seguido de un adjetivo.
Para ello, pueden ser útiles algunos adjetivos como los siguientes: valiente, entusiasta, perspicaz, divertido, generoso, creativo, espontáneo, culto, persuasivo, compasivo, determinado, flexible, cuidadoso, ordenado…. El tercer paso consiste en anotar tres o cuatro cualidades que nos gustaría desarrollar y que han de responder a la propuesta de “Me gustaría ser más…”. Para elaborarla también puede ser de ayuda la anterior lista de adjetivos.
En cuarto lugar hay que anotar en la misma hoja tres o cuatro habilidades que nos gustaría desarrollar y que han de ser complementarias de la frase inicial: “Me gustaría tener la capacidad de..”. Algunas opciones pueden ser: llevar un equipo, reconciliar, tener empatía, hacer reír, valorarme, curar, sintetizar las ideas, crear, tener intuición, hacer un presupuesto…
Por último, hay que reagrupar los elementos incluidos en las listas 1, 2 y 3 –algunos de los cuales pueden coincidir- y anotarlos en otra hoja. El objetivo es sintetizar las principales informaciones en un texto corto, tomándonos todo el tiempo que haga falta e implicándonos totalmente en lo que escribimos.
“Ese texto condensará la esencia de los que somos, así como los campos de realización que queremos cultivar. Tenerlo a mano y leerlo, así como repetir este ejercicio regularmente, sobre todo en los momentos de duda y desánimo, ayuda a recuperar el deseo y la ilusión”, según Carol Adrienne.
Omar Segura. EFE–REPORTAJES.
msn.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario