Por Juan Yesnik
RevistaOhlala.com
Una fobia es un miedo excesivo, persistente e irracional. Un fóbico sexual es quien evita por completo el sexo o limita ciertas prácticas por temor, dolor u otras cuestiones que considera peligrosas. Hay quienes siquiera pueden hablar de sexo. La erotofobia es uno de los traumas más primarios, que nada tienen que ver con la vergüenza o el pudor. De eso no sólo no se habla, sino que se reprime hasta la palabra.
El hecho de padecer una fobia sexual no significa que no haya atracción, impulso o deseo sexual. En estos casos, el miedo paraliza y quien sufre esta limitación se siente inhibido, bloqueado, incapacitado de concretar el acto. El fóbica sexual desea y teme al mismo tiempo. Y la respuesta más habitual, a modo de defensa, es el escape, el evadir las situaciones de encuentro.
Muchos de los casos de eyaculación precoz, vaginismo o dispaurenia (dolor a la hora de practicar sexo) son consecuencia de este temor. Generalmente, están fundados en experiencias traumáticas previas, creencias y mitos infundados o tan sólo fantasías que paralizan. Así como hay casos extremos de abuso y violación, una inadecuada "educación sexual" también puede ser causa de este temor extremo por el sexo.
Las fobias alcanzan tanto a hombres como a mujeres. Según los especialistas, el número de personas que consultan por este trastorno ha crecido enormemente en los últimos años, así como también ha disminuido considerablemente la edad de quienes llegan al consultorio. Mientras que hace unos años atrás el promedio de pacientes rondaba los 30-40, hoy son los jóvenes de 20 los que piden ayuda.
Por suerte están quienes consultan. Muchos se enquistan en el silencio y el trauma sexual los condiciona de por vida. Así es como existen los "matrimonios no consumados" o quienes, por su aversión, pueden mantenerse vírgenes hasta la muerte. Muchos fóbicos sexuales no logran siquiera masturbarse.
Muchas mujeres tienen miedo a ser penetradas. Y ese pánico se extiende al punto tal que no se animan a consultar a un ginecólogo, ponerse un tampón o permitir el más mínimo roce con su vagina. Este temor al falo (falofobia) es muy común que surja por alguna relación con un hombre que las haya lastimado con su pene o tan sólo por haber escuchado quejas por el estilo.
Los hombres desarrollan miedos acordes a sus genitales y a los viejos mandatos culturales de "hombría y provisión". Están quienes tienen miedo a no satisfacer a su pareja por el tamaño de su pene, ya sea éste extremadamente grande o pequeño. Y si no es por cuestión de centímetros, es la baja autoestima o temor a no responder como ellas esperan (o como ellos creen que ellas esperan).
Están quienes no pueden tener contacto con mujeres bellas. En ellos crece la curva de ansiedad y exigencia. Ni una ni otra, en ningún caso, son buenas consejeras a la hora de gozar en la cama (o donde sea). En materia de "escenarios de placer", hay quienes desarrollan fobias a tener relaciones en algún lugar en especial (lugares cerrados, espejados, vidriados y aparentemente expuestos al exterior, etc). Generalmente, en estos casos, la fobia sexual está asociada a otras fobias (a los lugares cerrados, las alturas, etc).
Sufrir de impotencia o eyaculación precoz sigue en la tabla de los clásicos masculinos de siempre.
No siempre alcanza con reemplazar inseguridades con una pastillita azul, desinhibirse con unos tragos o respirar 20 veces antes de entregarse al encuentro sexual que sea. La consulta al profesional, como siempre, es el pasaje más seguro a conquistar el placer.
Las técnicas clínicas y psicoterapéuticas son eficientes, junto, muchas veces, a ciertos psicofármacos que permiten abordar los episodios de fobia, los trastornos obsesivos y los eventuales ataques de pánico. Será clave la alianza establecida entre profesional y consultante; así como, de ser necesaria, la participación de las parejas. No todos los tratamientos son iguales. Cada quien con su "mambo sexual", su diagnóstico y debido tratamiento. Todo pasa. El goce no quiere otra cosa más que ser encontrado.
Diccionario de fobias sexuales:
Agrafobia: miedo al abuso sexual
Erotofobia: miedo a hablar sobre cualquier tema erótico o sexual
Eurotofobia: miedo a los genitales femeninos
Falofobia: miedo al pene
Genofobia: miedo al sexo
Gimnofobia: miedo a la desnudez propia y ajena
Heterofobia: miedo al sexo opuesto
Homofobia: miedo a los homosexuales o a convertirse en homosexual
Itifalofobia: miedo a tener una erección
Medomalacufobia: pánico a perder la erección
Parafobia: miedo a la perversión sexual
Venustrafobia: fobia que tienen los hombres a las mujeres hermosas.
RevistaOhlala.com
Una fobia es un miedo excesivo, persistente e irracional. Un fóbico sexual es quien evita por completo el sexo o limita ciertas prácticas por temor, dolor u otras cuestiones que considera peligrosas. Hay quienes siquiera pueden hablar de sexo. La erotofobia es uno de los traumas más primarios, que nada tienen que ver con la vergüenza o el pudor. De eso no sólo no se habla, sino que se reprime hasta la palabra.
El hecho de padecer una fobia sexual no significa que no haya atracción, impulso o deseo sexual. En estos casos, el miedo paraliza y quien sufre esta limitación se siente inhibido, bloqueado, incapacitado de concretar el acto. El fóbica sexual desea y teme al mismo tiempo. Y la respuesta más habitual, a modo de defensa, es el escape, el evadir las situaciones de encuentro.
Muchos de los casos de eyaculación precoz, vaginismo o dispaurenia (dolor a la hora de practicar sexo) son consecuencia de este temor. Generalmente, están fundados en experiencias traumáticas previas, creencias y mitos infundados o tan sólo fantasías que paralizan. Así como hay casos extremos de abuso y violación, una inadecuada "educación sexual" también puede ser causa de este temor extremo por el sexo.
Las fobias alcanzan tanto a hombres como a mujeres. Según los especialistas, el número de personas que consultan por este trastorno ha crecido enormemente en los últimos años, así como también ha disminuido considerablemente la edad de quienes llegan al consultorio. Mientras que hace unos años atrás el promedio de pacientes rondaba los 30-40, hoy son los jóvenes de 20 los que piden ayuda.
Por suerte están quienes consultan. Muchos se enquistan en el silencio y el trauma sexual los condiciona de por vida. Así es como existen los "matrimonios no consumados" o quienes, por su aversión, pueden mantenerse vírgenes hasta la muerte. Muchos fóbicos sexuales no logran siquiera masturbarse.
Muchas mujeres tienen miedo a ser penetradas. Y ese pánico se extiende al punto tal que no se animan a consultar a un ginecólogo, ponerse un tampón o permitir el más mínimo roce con su vagina. Este temor al falo (falofobia) es muy común que surja por alguna relación con un hombre que las haya lastimado con su pene o tan sólo por haber escuchado quejas por el estilo.
Los hombres desarrollan miedos acordes a sus genitales y a los viejos mandatos culturales de "hombría y provisión". Están quienes tienen miedo a no satisfacer a su pareja por el tamaño de su pene, ya sea éste extremadamente grande o pequeño. Y si no es por cuestión de centímetros, es la baja autoestima o temor a no responder como ellas esperan (o como ellos creen que ellas esperan).
Están quienes no pueden tener contacto con mujeres bellas. En ellos crece la curva de ansiedad y exigencia. Ni una ni otra, en ningún caso, son buenas consejeras a la hora de gozar en la cama (o donde sea). En materia de "escenarios de placer", hay quienes desarrollan fobias a tener relaciones en algún lugar en especial (lugares cerrados, espejados, vidriados y aparentemente expuestos al exterior, etc). Generalmente, en estos casos, la fobia sexual está asociada a otras fobias (a los lugares cerrados, las alturas, etc).
Sufrir de impotencia o eyaculación precoz sigue en la tabla de los clásicos masculinos de siempre.
No siempre alcanza con reemplazar inseguridades con una pastillita azul, desinhibirse con unos tragos o respirar 20 veces antes de entregarse al encuentro sexual que sea. La consulta al profesional, como siempre, es el pasaje más seguro a conquistar el placer.
Las técnicas clínicas y psicoterapéuticas son eficientes, junto, muchas veces, a ciertos psicofármacos que permiten abordar los episodios de fobia, los trastornos obsesivos y los eventuales ataques de pánico. Será clave la alianza establecida entre profesional y consultante; así como, de ser necesaria, la participación de las parejas. No todos los tratamientos son iguales. Cada quien con su "mambo sexual", su diagnóstico y debido tratamiento. Todo pasa. El goce no quiere otra cosa más que ser encontrado.
Diccionario de fobias sexuales:
Agrafobia: miedo al abuso sexual
Erotofobia: miedo a hablar sobre cualquier tema erótico o sexual
Eurotofobia: miedo a los genitales femeninos
Falofobia: miedo al pene
Genofobia: miedo al sexo
Gimnofobia: miedo a la desnudez propia y ajena
Heterofobia: miedo al sexo opuesto
Homofobia: miedo a los homosexuales o a convertirse en homosexual
Itifalofobia: miedo a tener una erección
Medomalacufobia: pánico a perder la erección
Parafobia: miedo a la perversión sexual
Venustrafobia: fobia que tienen los hombres a las mujeres hermosas.
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