Hay quienes se despiertan de repente en la noche por culpa de una pesadilla muy real. Los que sueñan de forma sumamente lineal, como si se tratara de una película. Y los que al despertar en la mañana no recuerdan nada.
¿De qué depende esta diferencia?
Un estudio italiano, publicado en el journal Human Brain Mapping , explica ahora por qué los sueños tienen una intensidad emotiva más o menos fuerte en diferentes personas. Según sus conclusiones, todo depende de cuánto incide en la actividad onírica la “medida” de la amígdala y del hipocampo, dos estructuras cerebrales profundas que juegan un papel crucial en la regulación de las emociones y en la formación de la memoria durante el estado de vigilia.
Colaboraron para este descubrimiento investigadores del Departamento de Psicología de Sapienza, del Departamento de Neurología Clínica y Comportamiento del Irccs Santa Lucía y de la Universidad de L’Aquila y de Bolonia. “Seguimos de cerca la actividad onírica de 34 personas, de entre 20 y 70 años, durante 14 días”, explica el profesor Luigi De Gennaro, de la Universidad La Sapienza, coordinador del estudio. “Para hacerlo, usamos una resonancia magnética 3 Tesla, instrumento que está en condiciones de “fotografiar” al cerebro con resolución alta”.
La tarea asignada a la muestra consistía en la compilación de un diario de los sueños. Al momento de despertar, todos debían registrar en un video lo que recordaban. En un segundo momento, y para evaluar la calidad e intensidad del recuerdo, los estudiosos midieron el volumen y densidad de la materia gris de la amígdala y el hipocampo , comparándola con los registros recogidos. Con los resultados descubrieron una disociación entre calidad y cantidad.
La cantidad promedio de sueños recordados al día siguiente no mostró ninguna relación importante con la “medida” de la amígdala y el hipocampo. La relación significativa, en cambio, era aquella entre estas zonas del cerebro y la calidad del sueño, a saber, carga emotiva, originalidad y vivacidad. En especial, a un mayor “volumen” de la parte izquierda de la amígdala le correspondía un sueño más breve y un grado más bajo de carga emotiva.
La originalidad y vivacidad, en cambio, se correspondían mayormente con un “volumen” superior de la amígdala derecha y, en pequeño grado, con la dimensión del hipocampo.
EL CEREBRO BAJO OBSERVACION
“Esta investigación comenzó hace dos años, cuando nos preguntamos si aspectos microestructurales de la anatomía cerebral podían explicar los diferentes modos de soñar”, explica el investigador Luigi De Gennaro. Y agrega, sin embargo, que “esto no significa que sólo así se puedan explicar los sueños. De hecho, sabemos que el sueño profundo luego de un largo período de vigilia, puede eliminar casi por completo los recuerdos del sueño”.
clarin.com
¿De qué depende esta diferencia?
Un estudio italiano, publicado en el journal Human Brain Mapping , explica ahora por qué los sueños tienen una intensidad emotiva más o menos fuerte en diferentes personas. Según sus conclusiones, todo depende de cuánto incide en la actividad onírica la “medida” de la amígdala y del hipocampo, dos estructuras cerebrales profundas que juegan un papel crucial en la regulación de las emociones y en la formación de la memoria durante el estado de vigilia.
Colaboraron para este descubrimiento investigadores del Departamento de Psicología de Sapienza, del Departamento de Neurología Clínica y Comportamiento del Irccs Santa Lucía y de la Universidad de L’Aquila y de Bolonia. “Seguimos de cerca la actividad onírica de 34 personas, de entre 20 y 70 años, durante 14 días”, explica el profesor Luigi De Gennaro, de la Universidad La Sapienza, coordinador del estudio. “Para hacerlo, usamos una resonancia magnética 3 Tesla, instrumento que está en condiciones de “fotografiar” al cerebro con resolución alta”.
La tarea asignada a la muestra consistía en la compilación de un diario de los sueños. Al momento de despertar, todos debían registrar en un video lo que recordaban. En un segundo momento, y para evaluar la calidad e intensidad del recuerdo, los estudiosos midieron el volumen y densidad de la materia gris de la amígdala y el hipocampo , comparándola con los registros recogidos. Con los resultados descubrieron una disociación entre calidad y cantidad.
La cantidad promedio de sueños recordados al día siguiente no mostró ninguna relación importante con la “medida” de la amígdala y el hipocampo. La relación significativa, en cambio, era aquella entre estas zonas del cerebro y la calidad del sueño, a saber, carga emotiva, originalidad y vivacidad. En especial, a un mayor “volumen” de la parte izquierda de la amígdala le correspondía un sueño más breve y un grado más bajo de carga emotiva.
La originalidad y vivacidad, en cambio, se correspondían mayormente con un “volumen” superior de la amígdala derecha y, en pequeño grado, con la dimensión del hipocampo.
EL CEREBRO BAJO OBSERVACION
“Esta investigación comenzó hace dos años, cuando nos preguntamos si aspectos microestructurales de la anatomía cerebral podían explicar los diferentes modos de soñar”, explica el investigador Luigi De Gennaro. Y agrega, sin embargo, que “esto no significa que sólo así se puedan explicar los sueños. De hecho, sabemos que el sueño profundo luego de un largo período de vigilia, puede eliminar casi por completo los recuerdos del sueño”.
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