El ataque cerebral es la tercera causa de muerte en adultos y la primera que produce discapacidad permanente. En Argentina, ocurren entre 100 mil y 190 mil casos por año, lo que equivale a decir que ocurre un ataque cerebral cada 4 minutos. El 30% de las personas que sufren un ataque cerebral fallece en el primer mes, es decir, que en Argentina fallecen entre 30 mil y 60 mil personas luego del primer mes.
El ataque cerebral es una afección causada por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquemia) o por el sangrado (hemorragia) dentro de la cabeza. Cualquiera de las dos situaciones puede provocar que las neuronas se debiliten o mueran, ya que, sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. En consecuencia, las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas también dejan de funcionar. Los efectos de un ataque cerebral son a menudo permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar. Afortunadamente, por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.
Más importante que tratar es prevenir y, para esto, es indispensable conocer los factores de riesgo. Éstos representan las condiciones que predisponen a una persona a sufrir un ataque cerebral. Podemos clasificar a estos factores en dos tipos: los tratables y los no tratables.
Los factores de riesgo no tratables son aquellos sobre los que no podemos intervenir médicamente y, por lo tanto, sólo nos sirve conocerlos, saber que están y que agregan riesgo. Entre ellos, podemos nombrar al antecedente familiar de ataques cerebrales, el sexo masculino, la edad y el haber sufrido en el pasado un ataque cerebral. Investigaciones recientes demostraron que aquellas personas que nunca tuvieron síntomas compatibles con un ataque cerebral pero que tienen lesiones cerebrales isquémicas (infartos cerebrales) en la tomografía o resonancia, tienen un mayor riesgo de sufrir un ataque cerebral. Para decirlo más claramente, si una persona se hace una resonancia por cualquier motivo y, en ella, se ven lesiones que aparentan ser infartos cerebrales que no produjeron síntomas (silentes o encubiertos), éstas deben ser consideradas como un marcador de riesgo.
El otro grupo de factores incluye determinadas condiciones sobre las que podemos intervenir médicamente. Estas son:
* Presión arterial alta.
* Cigarrillo.
* Diabetes.
* Fibrilación auricular.
* Problemas cardíacos.
* Alcohol.
* Colesterol alto.
* Drogas (cocaína).
* Alteraciones de la sangre.
* Migrañas.
* Anticonceptivos orales.
* Sedentarismo.
* Obesidad.
* Enfermedad carotídea.
* Dentadura en mal estado.
* Procesos infecciosos.
La hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente en pacientes con ataques cerebrales. En Argentina, 8 de cada 10 pacientes que sufren un ataque cerebral son hipertensos. El problema es que un gran porcentaje de la población no sabe que es hipertensa. Más grave aún es que una proporción de las personas que saben que son hipertensas no se trata. Finalmente, dentro del pequeño grupo de pacientes que recibe tratamiento, sólo la minoría logra controlar su presión y, de cada cien hipertensos, sólo 17 logran mantener su presión en valores normales.
Si la presión arterial se mantiene dentro de valores normales, podemos disminuir el riesgo de un ataque cerebral en un 30% a 40%.
Las claves para lograrlo son:
* Actividad física aeróbica regular.
* Ingesta limitada de alcohol.
* Ingesta de frutas, lácteos, y verduras.
* Descenso de peso.
* Medicación antihipertensiva.
Las personas que fuman tienen cuatro veces (400%) más riesgo de sufrir un ataque cerebral respecto de aquellas que no fuman. Cinco años luego de haber dejado de fumar, comienza a disminuir el riesgo.
La diabetes se define como glucosa en ayunas (azúcar en la sangre) mayor de 126 mg/dl o mayor de 200 mg/dl cuando no es en ayunas. Los valores deben confirmarse dos veces. La diabetes aumenta seis veces el riesgo de sufrir un ataque cerebral en hombres y 13 veces en mujeres. Las personas que se controlan los niveles de azúcar en sangre responsablemente logran disminuir el riesgo de sufrir un ataque cerebral. Entre otras medidas, es muy importante el control de la presión arterial y hacer ejercicio. Algunas personas deben usar medicamentos como insulina e hipoglucemiantes orales para controlar sus niveles de glucosa en sangre.
El sedentarismo es otro factor de riesgo que puede evitarse, ya que las personas sedentarias tienen un riesgo 20% a 30% mayor que aquellas que hacen deporte regularmente. Para no ser sedentarios, debemos hacer alguna actividad física aeróbica (caminar, correr, bicicleta, natación, etc.) más de 30 minutos, al menos tres veces por semana. Al hacer ejercicio aeróbico, baja la presión arterial, mejora el control de la glucemia en diabéticos y se reduce el peso en obesos.
La obesidad es otro importante factor de riesgo. Más que el peso, lo que importa es el perímetro abdominal.
Tomar alcohol en forma moderada protege contra las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el riesgo de sufrir un ataque cerebral aumenta en personas que consumen alcohol en exceso. En los hombres se aceptan dos tragos por día y mientras que en las mujeres el límite es un trago. Un trago equivale a una lata de cerveza, un vaso de vino o una medida de licor o whisky.
La fibrilación auricular es una arritmia cardíaca que es responsable de una gran cantidad de ataques cerebrales en mayores de 60 años. Forma coágulos en el corazón que viajan hasta el cerebro, tapan arterias y finalmente producen un infarto. En algunas ocasiones, es necesario tratarla con anticoagulantes orales (drogas que licuan la sangre) para que no formen coágulos. Mientras que, en otros casos, con la aspirina es suficiente.
Es importante que la gente se controle regularmente con su médico de cabecera o que recurra a algún centro con experiencia para realizarse algún chequeo más completo. Esto permitirá diagnosticar los factores de riesgo y buscar la mejor estrategia de prevención para cada persona.
Fuente: Dr. Luciano Sposato, director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, doctor del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director del Registro Nacional de Stroke (ReNACer).
entremujeres.com
El ataque cerebral es una afección causada por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquemia) o por el sangrado (hemorragia) dentro de la cabeza. Cualquiera de las dos situaciones puede provocar que las neuronas se debiliten o mueran, ya que, sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. En consecuencia, las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas también dejan de funcionar. Los efectos de un ataque cerebral son a menudo permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar. Afortunadamente, por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.
Más importante que tratar es prevenir y, para esto, es indispensable conocer los factores de riesgo. Éstos representan las condiciones que predisponen a una persona a sufrir un ataque cerebral. Podemos clasificar a estos factores en dos tipos: los tratables y los no tratables.
Los factores de riesgo no tratables son aquellos sobre los que no podemos intervenir médicamente y, por lo tanto, sólo nos sirve conocerlos, saber que están y que agregan riesgo. Entre ellos, podemos nombrar al antecedente familiar de ataques cerebrales, el sexo masculino, la edad y el haber sufrido en el pasado un ataque cerebral. Investigaciones recientes demostraron que aquellas personas que nunca tuvieron síntomas compatibles con un ataque cerebral pero que tienen lesiones cerebrales isquémicas (infartos cerebrales) en la tomografía o resonancia, tienen un mayor riesgo de sufrir un ataque cerebral. Para decirlo más claramente, si una persona se hace una resonancia por cualquier motivo y, en ella, se ven lesiones que aparentan ser infartos cerebrales que no produjeron síntomas (silentes o encubiertos), éstas deben ser consideradas como un marcador de riesgo.
El otro grupo de factores incluye determinadas condiciones sobre las que podemos intervenir médicamente. Estas son:
* Presión arterial alta.
* Cigarrillo.
* Diabetes.
* Fibrilación auricular.
* Problemas cardíacos.
* Alcohol.
* Colesterol alto.
* Drogas (cocaína).
* Alteraciones de la sangre.
* Migrañas.
* Anticonceptivos orales.
* Sedentarismo.
* Obesidad.
* Enfermedad carotídea.
* Dentadura en mal estado.
* Procesos infecciosos.
La hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente en pacientes con ataques cerebrales. En Argentina, 8 de cada 10 pacientes que sufren un ataque cerebral son hipertensos. El problema es que un gran porcentaje de la población no sabe que es hipertensa. Más grave aún es que una proporción de las personas que saben que son hipertensas no se trata. Finalmente, dentro del pequeño grupo de pacientes que recibe tratamiento, sólo la minoría logra controlar su presión y, de cada cien hipertensos, sólo 17 logran mantener su presión en valores normales.
Si la presión arterial se mantiene dentro de valores normales, podemos disminuir el riesgo de un ataque cerebral en un 30% a 40%.
Las claves para lograrlo son:
* Actividad física aeróbica regular.
* Ingesta limitada de alcohol.
* Ingesta de frutas, lácteos, y verduras.
* Descenso de peso.
* Medicación antihipertensiva.
Las personas que fuman tienen cuatro veces (400%) más riesgo de sufrir un ataque cerebral respecto de aquellas que no fuman. Cinco años luego de haber dejado de fumar, comienza a disminuir el riesgo.
La diabetes se define como glucosa en ayunas (azúcar en la sangre) mayor de 126 mg/dl o mayor de 200 mg/dl cuando no es en ayunas. Los valores deben confirmarse dos veces. La diabetes aumenta seis veces el riesgo de sufrir un ataque cerebral en hombres y 13 veces en mujeres. Las personas que se controlan los niveles de azúcar en sangre responsablemente logran disminuir el riesgo de sufrir un ataque cerebral. Entre otras medidas, es muy importante el control de la presión arterial y hacer ejercicio. Algunas personas deben usar medicamentos como insulina e hipoglucemiantes orales para controlar sus niveles de glucosa en sangre.
El sedentarismo es otro factor de riesgo que puede evitarse, ya que las personas sedentarias tienen un riesgo 20% a 30% mayor que aquellas que hacen deporte regularmente. Para no ser sedentarios, debemos hacer alguna actividad física aeróbica (caminar, correr, bicicleta, natación, etc.) más de 30 minutos, al menos tres veces por semana. Al hacer ejercicio aeróbico, baja la presión arterial, mejora el control de la glucemia en diabéticos y se reduce el peso en obesos.
La obesidad es otro importante factor de riesgo. Más que el peso, lo que importa es el perímetro abdominal.
Tomar alcohol en forma moderada protege contra las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el riesgo de sufrir un ataque cerebral aumenta en personas que consumen alcohol en exceso. En los hombres se aceptan dos tragos por día y mientras que en las mujeres el límite es un trago. Un trago equivale a una lata de cerveza, un vaso de vino o una medida de licor o whisky.
La fibrilación auricular es una arritmia cardíaca que es responsable de una gran cantidad de ataques cerebrales en mayores de 60 años. Forma coágulos en el corazón que viajan hasta el cerebro, tapan arterias y finalmente producen un infarto. En algunas ocasiones, es necesario tratarla con anticoagulantes orales (drogas que licuan la sangre) para que no formen coágulos. Mientras que, en otros casos, con la aspirina es suficiente.
Es importante que la gente se controle regularmente con su médico de cabecera o que recurra a algún centro con experiencia para realizarse algún chequeo más completo. Esto permitirá diagnosticar los factores de riesgo y buscar la mejor estrategia de prevención para cada persona.
Fuente: Dr. Luciano Sposato, director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, doctor del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director del Registro Nacional de Stroke (ReNACer).
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