Por Martina Rua
lanacion.com
La fricción del trapo rejilla sobre la mesada. La yerba seca que cae en el fondo del mate. El azúcar que se desliza por la cuchara hacia el café. Una caricia en la espalda del hijo. Hasta hace tres años Florencia estaba segura que ninguna de estas acciones tenía sonido.
"Somos una familia de sordos", presenta a los cuatro integrantes de los Casin. Su acento suena extranjero -sólo hace tres años que habla- y por su altura y belleza cualquiera diría que es una alemana que sabe castellano. Pero no, ella nació en Zárate, provincia de Buenos Aires, y vive con su marido Eloy y sus hijos Milos y Mateo en Belgrano.
Decisión. Frente a la poca utilidad que le dieron los audífonos durante su vida, Florencia desarrolló una habilidad innata para leer los labios. "Los audífonos me mantenían alerta al mundo pero me resultaban pobres para la discriminación de los sonidos del habla. Luego de negarme varias veces en la adolescencia, a los 27 años y ya siendo mamá de mellizos de 8 meses, me animé al primer implante", cuenta. Su esposo, con quien vive desde hace 12 años, es sordo total de un oído y tiene una hipoacusia moderada a severa en el oído derecho donde usa un audífono.
Sus mellizos, nacieron oyendo, pero a los pocos meses perdieron paulatinamente la audición. Eloy y Florencia no dudaron en recurrir a los implantes que le posibilitaron a sus bebés, aprender a hablar y escuchar a la misma edad que el resto de los niños.
Pero, ¿De qué se trata un implante coclear (IC)? "Es una tecnología que permite a niños y adultos con hipoacusia poder oír e iniciar el proceso del lenguaje. El IC no sube el volumen de los sonidos, sino que pasa a través de la parte dañada del oído y envía el sonido directamente al nervio auditivo para posibilitar una mayor comprensión del sonido y del habla. En resumen, crea una nueva manera de oír", explica Florencia.
Tecnología para la salud. El funcionamiento del implante es el siguiente: unos micrófonos diminutos captan los sonidos y transmiten las vibraciones de esos sonidos a un procesador del lenguaje que permite recoger las vibraciones del habla y transmitirlas al nervio auditivo como señales electrónicas. El cirujano otorrino introduce los electrodos del implante dentro de la cóclea (de ahí el nombre) y estimula directamente el nervio auditivo que llega a la parte del cerebro que interpreta los sonidos. El IC proporciona información que el cerebro puede aprender a entender y que es similar a un nuevo código. Tiene una parte interna (va adentro de la cabeza) y otra que se coloca sobre el cuero cabelludo con un imán y se sostiene desde la oreja. El costo de cada uno de los IC alcanza los 20.000 dólares en promedio, pero en la Argentina están dentro del Programa Médico Obligatorio para personas sordas y, sin no poca burocracia, la familia Casin consiguió 5 implantes hasta ahora.
Encendido. "Antes, con el audífono, yo escuchaba cuando mis hijos lloraban, gritaban o reían, pero no llegaba a conmoverme o tener un sentimiento a partir de esos sonidos. Ahora todos los días me emociono con una nueva palabra o sonido de la calle", relata Florencia.
Los niños, como siempre ocurre, lo toman como algo muy natural. En el jardín, sus compañeros los ayudan cuando algún implante externos se desconecta y explican con mucha claridad cómo funciona "el aparatito". Milos y Mateo concurren a un jardín común y público y hablan, escuchan y juegan como cualquier otro niño de cuatro años.
En la actualidad, Florencia trabaja en diversas fundaciones para orientar y ayudar a las personas con hipoacusia -en Argentina hay más de 1.5 millones que la padecen- sobre todas las posibilidades que cuentan para lograr una mejor calidad de vida. "Hay muchísimos usuarios de audífonos que podrían beneficiarse con implantes. Es crucial informar sobre esta tecnología y su cobertura, de esa manera, seremos muchos más los sordos con acceso una mejor calidad auditiva. Es decir una mejor calidad de vida".
Protagonistas: Familia Casin: Florencia Montoto (30), su esposo Eloy Casin (38) y sus mellizos Milos y Mateo (4).
Su historia: Florencia Montoto nació sorda. Hace 3 años recibió un implante coclear que le permitió oír por primera vez a los 27 años. Sus hijos también fueron implantados antes de los 2 años de edad y su esposo, Eloy (38), utiliza un potente audífono. La vida de la familia Casin cambió por completo luego de la colocación de los implantes que les permiten aprender literalmente a escuchar.
Tecnología: Mateo tiene implante coclear bilateral colocado al año de edad. Milos, un implante en oído izquierdo y un potente audífono en el derecho. Florencia, oído derecho con implante coclear colocado hace 3 años. El 7 de octubre último recibió su segundo transplante. Todos son de la marca australiana Cochlear que se comercializa en nuestro país. Los implantes fueron cubiertos por el Programa Médico Obligatorio (PMO).
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La fricción del trapo rejilla sobre la mesada. La yerba seca que cae en el fondo del mate. El azúcar que se desliza por la cuchara hacia el café. Una caricia en la espalda del hijo. Hasta hace tres años Florencia estaba segura que ninguna de estas acciones tenía sonido.
"Somos una familia de sordos", presenta a los cuatro integrantes de los Casin. Su acento suena extranjero -sólo hace tres años que habla- y por su altura y belleza cualquiera diría que es una alemana que sabe castellano. Pero no, ella nació en Zárate, provincia de Buenos Aires, y vive con su marido Eloy y sus hijos Milos y Mateo en Belgrano.
Decisión. Frente a la poca utilidad que le dieron los audífonos durante su vida, Florencia desarrolló una habilidad innata para leer los labios. "Los audífonos me mantenían alerta al mundo pero me resultaban pobres para la discriminación de los sonidos del habla. Luego de negarme varias veces en la adolescencia, a los 27 años y ya siendo mamá de mellizos de 8 meses, me animé al primer implante", cuenta. Su esposo, con quien vive desde hace 12 años, es sordo total de un oído y tiene una hipoacusia moderada a severa en el oído derecho donde usa un audífono.
Sus mellizos, nacieron oyendo, pero a los pocos meses perdieron paulatinamente la audición. Eloy y Florencia no dudaron en recurrir a los implantes que le posibilitaron a sus bebés, aprender a hablar y escuchar a la misma edad que el resto de los niños.
Pero, ¿De qué se trata un implante coclear (IC)? "Es una tecnología que permite a niños y adultos con hipoacusia poder oír e iniciar el proceso del lenguaje. El IC no sube el volumen de los sonidos, sino que pasa a través de la parte dañada del oído y envía el sonido directamente al nervio auditivo para posibilitar una mayor comprensión del sonido y del habla. En resumen, crea una nueva manera de oír", explica Florencia.
Tecnología para la salud. El funcionamiento del implante es el siguiente: unos micrófonos diminutos captan los sonidos y transmiten las vibraciones de esos sonidos a un procesador del lenguaje que permite recoger las vibraciones del habla y transmitirlas al nervio auditivo como señales electrónicas. El cirujano otorrino introduce los electrodos del implante dentro de la cóclea (de ahí el nombre) y estimula directamente el nervio auditivo que llega a la parte del cerebro que interpreta los sonidos. El IC proporciona información que el cerebro puede aprender a entender y que es similar a un nuevo código. Tiene una parte interna (va adentro de la cabeza) y otra que se coloca sobre el cuero cabelludo con un imán y se sostiene desde la oreja. El costo de cada uno de los IC alcanza los 20.000 dólares en promedio, pero en la Argentina están dentro del Programa Médico Obligatorio para personas sordas y, sin no poca burocracia, la familia Casin consiguió 5 implantes hasta ahora.
Encendido. "Antes, con el audífono, yo escuchaba cuando mis hijos lloraban, gritaban o reían, pero no llegaba a conmoverme o tener un sentimiento a partir de esos sonidos. Ahora todos los días me emociono con una nueva palabra o sonido de la calle", relata Florencia.
Los niños, como siempre ocurre, lo toman como algo muy natural. En el jardín, sus compañeros los ayudan cuando algún implante externos se desconecta y explican con mucha claridad cómo funciona "el aparatito". Milos y Mateo concurren a un jardín común y público y hablan, escuchan y juegan como cualquier otro niño de cuatro años.
En la actualidad, Florencia trabaja en diversas fundaciones para orientar y ayudar a las personas con hipoacusia -en Argentina hay más de 1.5 millones que la padecen- sobre todas las posibilidades que cuentan para lograr una mejor calidad de vida. "Hay muchísimos usuarios de audífonos que podrían beneficiarse con implantes. Es crucial informar sobre esta tecnología y su cobertura, de esa manera, seremos muchos más los sordos con acceso una mejor calidad auditiva. Es decir una mejor calidad de vida".
Protagonistas: Familia Casin: Florencia Montoto (30), su esposo Eloy Casin (38) y sus mellizos Milos y Mateo (4).
Su historia: Florencia Montoto nació sorda. Hace 3 años recibió un implante coclear que le permitió oír por primera vez a los 27 años. Sus hijos también fueron implantados antes de los 2 años de edad y su esposo, Eloy (38), utiliza un potente audífono. La vida de la familia Casin cambió por completo luego de la colocación de los implantes que les permiten aprender literalmente a escuchar.
Tecnología: Mateo tiene implante coclear bilateral colocado al año de edad. Milos, un implante en oído izquierdo y un potente audífono en el derecho. Florencia, oído derecho con implante coclear colocado hace 3 años. El 7 de octubre último recibió su segundo transplante. Todos son de la marca australiana Cochlear que se comercializa en nuestro país. Los implantes fueron cubiertos por el Programa Médico Obligatorio (PMO).
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