domingo, 16 de agosto de 2009

Tras los accidentes, se triplicaron las consultas por miedo a volar


Laura Reina
LA NACION

El ruido de las turbinas es como una puñalada en el pecho. Las manos no dejan de sudar, las palpitaciones aumentan a medida que se acerca el momento del despegue y la respiración se acelera. El pánico se hace presente y se transforma un pasajero más dentro el avión.

Los especialistas que tratan la aerofobia aseguran que se triplicaron las consultas tras la serie de accidentes aéreos que comenzó con el vuelo de Air France, en la madrugada del 1° de junio, y siguió con otro Airbus de Yemenia Air y un avión iraní de Caspian Airlines. A ellos se le sumó el protagonizado recientemente por un helicóptero en el río Hudson.

El pico anterior de consultas por miedo a volar en avión se había alcanzado hace dos años, cuando hubo problemas con los radares -principalmente el de Ezeiza- y la gente desconfiaba de las medidas de seguridad en los aeropuertos nacionales.

"Desde el accidente de Air France, no damos abasto. Lo normal era tener uno o dos cursos diarios. Ahora, dictamos cinco o seis", dijo a LA NACION Claudio Plá, psiquiatra especialista en el tratamiento de fobias, director de Poder Volar, entidad que brinda cursos para vencer el miedo al avión.

Según la psicóloga y directora de Alas & Raíces, Liliana Aróstegui, otra de las organizaciones que trabajan con personas que padecen aerofobia, las consultas aumentaron el 200 por ciento después de los accidentes y, desde entonces, ese porcentaje no bajó.

"El accidente que más impactó fue el de Air France por ser una aerolínea reconocida y, además, usada por muchos argentinos para sus viajes. Los otros reforzaron el miedo. En muchos casos, hicieron desistir de viajar", aseguró Aróstegui.

Aunque antes consultaban más mujeres que hombres, hoy ese porcentaje se equilibró. Se acerca gente que tuvo malas experiencias y otra que no ha subido nunca a un avión. También llegan parejas y hasta familias enteras. "El miedo pasa de padres a hijos, tiene un factor contagioso. Ultimamente, hemos atendido chicos de entre 8 y 14 años", comentó Plá.

La turbulencia representa el principal temor de los que padecen aerofobia, seguida por cuestiones técnicas y de mantenimiento del avión. En general, estos temores se mezclan con otros trastornos como la claustrofobia (miedo a los lugares cerrados) o ataques de pánico y de ansiedad generalizados.

"En la Argentina, los conflictos gremiales generan desconfianza; la gente cree que se pone el acento en otros factores y no en el mantenimiento de las aeronaves. Acá explicamos que hay 200 aerolíneas que no pueden operar en la Comunidad Europea porque no reúnen los estándares de seguridad internacionales. Y ninguna de ellas es argentina", comentó Aróstegui.

Plá lo confirmó: "Nuestra línea de bandera siempre estuvo muy bien posicionada en materia de seguridad. Aerolíneas Argentinas hace 39 años que no sufre ningún accidente. La gente tiene la percepción de que la línea de bandera es un desastre y esto no es verdad".

Tener información

Ante el miedo, lo mejor es contar con mucha información. "Esto aleja fantasmas. Lo primero que hay que hacer es trabajar sobre esas fantasías. Una muy común es pensar que, por un tornillo flojo, el avión se va a venir abajo y esto no es así", aseguró Plá.

Anualmente, vuelan dos mil millones de pasajeros en todo el mundo y hay dos o tres accidentes cada 12 meses. "Si se tiene en cuenta la cantidad de gente que transportan los aviones y las muertes por accidentes, el avión es, por lejos, el medio de transporte más seguro", dijo Plá.

Brindar información también es el objetivo de los cursos dictados por Alas & Raíces. "Damos herramientas para que la persona que está bajo un momento de tensión pueda buscar esa información. Apuntamos a que pueda tener un pensamiento racional en un momento en que lo que prima es lo emocional", comentó Aróstegui.

Noelia Lezcano es publicista y su miedo a volar casi la deja en tierra. "Cuando me faltaban tres días para tomar el avión, mi tranquilidad se sintió amenazada. Surgieron dudas y miedos inexplicables", comentó. Entonces, decidió hacer el curso de Poder Volar. "La sensación que tengo es como si no hubiese volado. Dentro de todo, fue una buena experiencia. Todo estaba en mi mente".

Cuando la información y las técnicas de respiración y relajación no alcanzan, también se prescribe medicación.

"Tratamos de que no sea la primera respuesta a la que acuda la gente. Queremos que tenga recursos personales para enfrentar el problema pero, en caso de que la persona necesite medicación, se le indica", dijo Aróstegui.

Para otros, como Rafael Ruiz, era un desafío enfrentar sus propios miedos sin medicación. "La peor parte fue despegar, ahí empecé con los ejercicios de respiración y de relajación. Lo bueno es que no tomé ningún medicamento. Se me fue el miedo a volar, pero sigo respetando mucho los aviones."

lanacion.com

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