Por la Dra. Elsa Rappoport de Aisemberg
Ante todo debemos aceptar el carácter multifactorial de estos síntomas: lo genético, lo epidemiológico - que no son de nuestro resorte - y lo psíquico, siendo este último nuestro objeto de estudio como psicoanalistas. Es decir, se trata de encontrar las relaciones entre las emociones y los síntomas somáticos.
En Buenos Aires, desde que se inició la Asociación Psicoanalítica Argentina, hace más de sesenta años, los fundadores estuvieron preocupados por este tema. Así Arnaldo Rascovsky, Ángel Garma y Enrique Pichon Riviere nos transmitieron la importancia del cuerpo y del soma en la formación analítica.
A posteriori, describimos con David Liberman a los pacientes sobreadaptados. Se trata de personas que sobrevaloran el éxito y lo perentorio en detrimento de la reflexión y las emociones, lo que los hace candidatos a enfermedades graves o a sufrir muerte súbita, como el personaje central de la película "All that jazz".
Actualmente pienso que el abordaje clínico de las enfermedades somáticas está en el centro del psicoanálisis contemporáneo. Se trata de lo que denomino el funcionamiento primitivo de la mente que coexiste con el funcionamiento más organizado de la misma. Y esta coexistencia se da en un grado mayor o menor en todos nosotros.
Este funcionamiento más organizado remite a un psiquismo estructurado con ideas y sus afectos correspondientes, sueños, pensamientos, conflictos edípicos, que nos permite pensarnos, cuestionarnos, reflexionar, reconocer las emociones; mientras que el otro funcionamiento, el primitivo, remite a una zona no organizada, que estaría entre cuerpo y psique, serían las huellas sensoriales o marcas de las experiencias con el objeto primario que sostiene: la madre o sustitutos, huellas que no han podido traducirse al psiquismo. Estas marcas traumáticas pueden entrar en circulación a raíz de un trauma o un duelo actual, que actúa como desencadenante.
Se tramita el duelo con el cuerpo, favoreciendo una enfermedad somática a partir de una zona vulnerable, en vez de hacerlo con la mente. Es lo que he denominado "una peculiar patología del duelo".
Si esta puesta en escena de las huellas sensoriales primitivas tiene lugar durante el tratamiento, podemos intentar construir con el paciente un significado que le fuera útil, transformando dichas marcas en psiquismo, que permitirá el desarrollo de la capacidad de pensar. Este trabajo creativo tiene algo en común con la actividad artística: transformar las trazas dolorosas en algo nuevo.
Con esto he querido transmitir que en el psicoanálisis contemporáneo, además de recuperar los recuerdos reprimidos de los traumas infantiles, también amplía nuestro campo de abordaje construyendo psiquismo allí donde aún no era posible.
La autora es ex vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
lanacion.com
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