A Pedro Beckinschtein, joven investigador del Conicet en biología celular y neurociencias, desde chico le habían gustado los "bichos", aunque más que nada desde el punto de vista lúdico. El momento del deslumbramiento, aquel en el que supo que había encontrado lo que el personaje de Carlos Castaneda, el sabio yaqui Juan Matus, hubiera llamado "un camino con corazón", se produjo cuando cursaba el tercer año de la escuela secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
"La profesora de biología era buenísima ?recuerda hoy, ya doctorado, Beckinschtein?. A varios de nosotros nos llevó durante diez días al Instituto Malbrán, donde nos dejaron participar en las tareas de distintos laboratorios. Allí pudimos ver cómo era el mundo de la investigación."
Aunque, por supuesto, los factores que influyen en la elección de una carrera son múltiples, un estudio realizado entre 852 científicos de todo el país muestra que, tal como ocurrió en el caso de Beckinschtein, los docentes ocupan el primer lugar por su importancia, seguidos por los libros, en especial los dedicados a la divulgación de la ciencia o a la vida de científicos, y el entorno familiar. Las revistas y los artículos en medios gráficos de circulación masiva y las producciones audiovisuales también cumplen un papel destacado cuando se elige una carrera.
"Lo que nos inspiró para hacer esta búsqueda es la afirmación de César Milstein de que él decidió dedicarse a la microbiología después de leer Cazadores de microbios, de Paul De Kruif ?cuenta Susana Gallardo, una de las autoras del trabajo que también firman Gabriel Stekolschik, Cecilia Draghi y Dan Adaszko, y que acaba de publicarse en la revista Public Understanding of Science?. Hubo otros investigadores que se dedicaron a esa área que también leyeron esa obra. Un Premio Nobel de Química que vino a la Argentina hace unos años contó que la biografía de Marie Curie había influido en él. Y hay muchos otros que suelen decir que un profesor particularmente cautivante los inició en el camino de la ciencia. Ahora tenemos datos significativos que confirman esa tendencia."
Gallardo, Stekolschik y Draghi, todos integrantes del Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA, ya habían hecho una encuesta en su propia facultad que daba resultados similares. Pero este nuevo trabajo, de más amplio alcance, abarca ya una muestra significativa desde el punto de vista estadístico si se tiene en cuenta que el Conicet tiene entre 8000 y 9000 investigadores y becarios en todo el país.
Además de los docentes y los libros, casi el 70% de los encuestados reconoció la influencia de los artículos de la prensa en general, y el 60% les asignó importancia a los medios audiovisuales, aunque los autores advierten que la presencia creciente de la ciencia en diarios y en revistas, así como en programas de televisión, se registra más que nada a partir de la década de 1960.
"Nuestros resultados se contraponen con la hipótesis de Elías Pérez, de que los medios ejercen una influencia negativa sobre los jóvenes en cuanto a la vocación científica ?escriben?. El influjo creciente de los productos audiovisuales, y muy especialmente de los documentales, sobre los científicos de menor edad permite postular que esta tecnología es promisoria para despertar vocaciones científicas."
Antes de eso, la decisión tomaba otros rumbos. "Desde que me acuerdo, decía que iba a ser químico, dice Ernesto Calvo, hoy director del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía [Inquimae]. Tenía mi laboratorio en casa. Compraba reactivos. En el colegio secundario, participé en las ferias de ciencia y gané la de la Capital. En la entrega de premios, estaba nada menos que Bernardo Houssay." Pero enseguida recuerda: "Algo que creo que también influyó en mi generación es que los cuadernos traían láminas de vidas ilustres que nosotros queríamos emular. Muchas veces, eran científicos, como Pasteur, Jenner, y otros".
En momentos en que las matrículas en las carreras científicas parecen ir en descenso y a pesar de que tiene las limitaciones de toda encuesta, el trabajo de Gallardo, Stekolschik, Draghi y Adaszko ofrece pistas valiosas acerca de cómo despertar la vocación en los jóvenes.
"La profesora de biología era buenísima ?recuerda hoy, ya doctorado, Beckinschtein?. A varios de nosotros nos llevó durante diez días al Instituto Malbrán, donde nos dejaron participar en las tareas de distintos laboratorios. Allí pudimos ver cómo era el mundo de la investigación."
Aunque, por supuesto, los factores que influyen en la elección de una carrera son múltiples, un estudio realizado entre 852 científicos de todo el país muestra que, tal como ocurrió en el caso de Beckinschtein, los docentes ocupan el primer lugar por su importancia, seguidos por los libros, en especial los dedicados a la divulgación de la ciencia o a la vida de científicos, y el entorno familiar. Las revistas y los artículos en medios gráficos de circulación masiva y las producciones audiovisuales también cumplen un papel destacado cuando se elige una carrera.
"Lo que nos inspiró para hacer esta búsqueda es la afirmación de César Milstein de que él decidió dedicarse a la microbiología después de leer Cazadores de microbios, de Paul De Kruif ?cuenta Susana Gallardo, una de las autoras del trabajo que también firman Gabriel Stekolschik, Cecilia Draghi y Dan Adaszko, y que acaba de publicarse en la revista Public Understanding of Science?. Hubo otros investigadores que se dedicaron a esa área que también leyeron esa obra. Un Premio Nobel de Química que vino a la Argentina hace unos años contó que la biografía de Marie Curie había influido en él. Y hay muchos otros que suelen decir que un profesor particularmente cautivante los inició en el camino de la ciencia. Ahora tenemos datos significativos que confirman esa tendencia."
Gallardo, Stekolschik y Draghi, todos integrantes del Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA, ya habían hecho una encuesta en su propia facultad que daba resultados similares. Pero este nuevo trabajo, de más amplio alcance, abarca ya una muestra significativa desde el punto de vista estadístico si se tiene en cuenta que el Conicet tiene entre 8000 y 9000 investigadores y becarios en todo el país.
Además de los docentes y los libros, casi el 70% de los encuestados reconoció la influencia de los artículos de la prensa en general, y el 60% les asignó importancia a los medios audiovisuales, aunque los autores advierten que la presencia creciente de la ciencia en diarios y en revistas, así como en programas de televisión, se registra más que nada a partir de la década de 1960.
"Nuestros resultados se contraponen con la hipótesis de Elías Pérez, de que los medios ejercen una influencia negativa sobre los jóvenes en cuanto a la vocación científica ?escriben?. El influjo creciente de los productos audiovisuales, y muy especialmente de los documentales, sobre los científicos de menor edad permite postular que esta tecnología es promisoria para despertar vocaciones científicas."
Antes de eso, la decisión tomaba otros rumbos. "Desde que me acuerdo, decía que iba a ser químico, dice Ernesto Calvo, hoy director del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía [Inquimae]. Tenía mi laboratorio en casa. Compraba reactivos. En el colegio secundario, participé en las ferias de ciencia y gané la de la Capital. En la entrega de premios, estaba nada menos que Bernardo Houssay." Pero enseguida recuerda: "Algo que creo que también influyó en mi generación es que los cuadernos traían láminas de vidas ilustres que nosotros queríamos emular. Muchas veces, eran científicos, como Pasteur, Jenner, y otros".
En momentos en que las matrículas en las carreras científicas parecen ir en descenso y a pesar de que tiene las limitaciones de toda encuesta, el trabajo de Gallardo, Stekolschik, Draghi y Adaszko ofrece pistas valiosas acerca de cómo despertar la vocación en los jóvenes.
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