Por Brad Stone
The New York Times
Karl y Dorsey Gude, de East Lansing, Michigan, pueden recordar las mañanas más simples, de no hace mucho tiempo. Se sentaban y conversaban mientras desayunaban. Leían el diario y sólo competían con la televisión por la atención de sus dos hijos adolescentes.
Eso sucedía en el último siglo. En la actualidad, Gude se levanta alrededor de las 6 de la mañana para controlar el correo electrónico de su trabajo y sus cuentas de Facebook y Twitter . Los dos varones, Cole y Erik, comienzan cada mañana con mensajes de texto, videojuegos e Internet.
La nueva rutina se transformó rápidamente en una fuente de conflicto familiar, ya que la señora Gude se quejaba de que la tecnología estaba consumiendo el tiempo familiar. Pero al final, incluso ella sucumbía parcialmente abriendo su computadora portátil después del desayuno.
"Las cosas que consideraba inaceptables hace algunos años hoy son frecuentes en mi casa", dijo ella, "como por ejemplo nosotros cuatro comenzando el día con cuatro computadoras en cuatro habitaciones independientes."
La tecnología ha sacudido una gran cantidad de rutinas de la vida, pero para algunas personas alteró por completo los rituales del comienzo del día, que alguna vez fueron predecibles.
Esta es la mañana en Estados Unidos en la era de Internet. Después de seis a ocho horas de privación de Internet, actividad que también es conocida como dormir, las personas cada vez más se levantan y se abalanzan sobre los celulares y las computadoras portátiles, algunas veces incluso antes de girar sus piernas hacia el piso y realizar actividades que son biológicamente más urgentes.
"Solía tratarse de levantarse, ir al baño, tal vez lavarse los dientes y recoger el diario", dijo Naomi S. Baron, quien enseña Lingüística en la Universidad Americana de Washington, Estados Unidos, que escribió acerca de la presión de la tecnología en la vida diaria. "Pero lo que hacemos primero hoy se ha modificado drásticamente. Seré quien primero debe admitirlo: lo primero que hago es controlar mi correo electrónico."
Los hijos de la familia Gude duermen con sus teléfonos celulares junto a sus camas, por lo tanto, comienzan el día con mensajes de texto en lugar de relojes despertadores. Su padre, instructor de la Universidad del Estado de Michigan , envía textos a sus dos hijos para despertarlos.
"Utilizamos los textos como un medio de intercomunicación dentro de la casa", dice. "Podría simplemente subir las escaleras, pero siempre contestan sus textos." Recientemente, los Gudes comenzaron a apagar sus dispositivos durante los fines de semana como respuesta a la disminución del tiempo familiar.
En otras casas, el impulso de navegar en Internet antes de cruzar la puerta agrega un caos adicional al desorden matutino que ya generaba confusión.
Las mañanas de los días hábiles han sido asuntos frenéticos e inconexos durante un largo tiempo. Actualmente, las familias que solían luchar por la ducha o por el diario pelean por el acceso a la única computadora hogareña, o por si deberían estar utilizando algún aparato en lugar de comunicarse entre sí.
"Solían tener mantitas; hoy tienen teléfonos que tienen incluso su propio cordón umbilical directo al cargador", dijo Liz Perle, una madre de San Francisco que lamenta la inmersión tecnológica de sus dos hijos adolescentes a tempranas horas de la mañana. "Si sus camas estuvieran lejos de las tomas de corriente, probablemente dormirían en el piso."
El surgimiento de quienes se conectan temprano se ve reflejado en los patrones de tráfico de Internet y en los inalámbricos. Las compañías de Internet que solían observar los niveles de incremento de tráfico sólo cuando las personas se conectaban en el trabajo, actualmente ven el incremento mucho más temprano.
Arbor Networks , una compañía de Boston que analiza el uso de Internet, dice que el tráfico de la red en Estados Unidos disminuye gradualmente desde medianoche hasta alrededor de las 6 de la mañana en la costa este y después se observa un enorme "golpe de cafeína matutina". "Es una nave espacial que despega a las 7 de la mañana", dijo Craig Labovitz , el principal científico de Arbor.
Akamai , que ayuda a sitios como Facebook y Amazon a mantenerse al ritmo de la demanda de los visitantes, dice que el tráfico despega más temprano aún, alrededor de las 6 de la mañana en la costa este. Verizon Wireless registró la cantidad de mensajes de texto enviados entre las 7 y las 10 de la mañana, los cuales dieron un salto de un 50% en el mes de julio, en comparación con el año anterior.
Tanto los adultos como los niños tienen buenos motivos para levantarse y conectarse. Es posible que mamá y papá necesiten ponerse al día con los correos electrónicos de colegas ubicados en diferentes zonas horarias. Los niños controlan los mensajes de texto y los puestos de Facebook de amigos con diferentes horarios para ir a la cama, y algunas veces olvidan sus tareas en el proceso.
En el mes de mayo, Gabrielle Glaser, de Montclair, New Jersey, le compró a su hija de 14 años, Moriah, una computadora para su cumpleaños. Durante las semanas siguientes, Moriah perdió el transporte escolar tres veces y pasó de sacar a pasear durante 20 minutos al perro de la familia cada mañana a sólo dejarlo salir brevemente afuera.
Moriah reconoce que se descuidó respecto del transporte y que desatendió a su mascota, y culpa a Facebook, donde la posibilidad de que haya actualizaciones cruciales de amigos esperando la atrapa tan pronto como se levanta. "Tengo algunos amigos que se levantan temprano y chatean", dice. "Definitivamente es atrayente controlarlo."
Algunas familias han intentado establecer límites en el uso de Internet durante las mañanas. James Steyer, fundador de Common Sense Media , una organización sin fines de lucro que trata el tema de los niños y el entretenimiento, se levanta todas las mañanas a las 6 y pasa la siguiente hora con su BlackBerry , administrando el correo electrónico de contactos en diferentes partes del mundo.
Pero cuando se reúne con su esposa Liz y sus cuatro hijos, con edades entre 5 y 16 años, en la mesa del desayuno, no se permiten computadoras personales ni teléfonos.
Steyer dice que tanto él como sus hijos sienten la tentación de la tecnología temprano. Kirk, de 14, generalmente utiliza gran parte del tiempo asignado para los videojuegos durante la mañana.
Incluso Jesse, de 5, ha comenzado a preguntar todas las mañanas si puede jugar con los juegos del iPhone de su padre. Y Steyer manifestó que siente constantemente el tirón de los mensajes en espera en su BlackBerry, incluso durante las horas de la mañana reservadas para la familia.
"Hay que resistir el impulso. Hay que desconectarse del modo trabajo para conectarse con el modo paternal", dijo Steyer. "Pero es difícil alcanzar mi propio estándar."
© NYT Traducción de Ángela Atadía de Borghetti
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