Por Sue Shellenbarger
Cuando la maestra de arte Kandy Dea recientemente les pidió a sus alumnos de cuarto grado, en el estado de Iowa, que crearan un juego de mesa, quedó atónita al ver que uno de los niños se paralizó.
Mientras que sus compañeros dejaban volar su imaginación creando personajes coloridos y mundos de fantasía, al niño no se le ocurría nada. Aunque Dea le aseguró que nada de lo que hiciera sería juzgado como "malo", el alumno trató de copiar los juegos de otros estudiantes. Al final, Dea le dio permiso para que hiciera unas fichas de memoria con preguntas y respuestas.
Los investigadores creen que el tiempo cada vez mayor que los niños pasan frente a la computadora o la televisión, junto con una tendencia en las escuelas al aprendizaje mecánico y a las evaluaciones estandarizadas, están desplazando a las actividades menos estructuradas que fomentan la creatividad.
Muchos padres están tratando de cubrir la brecha nutriendo las habilidades creativas de sus hijos. Los están desafiando a generar nuevas ideas y los alientan a identificar problemas del mundo que los rodea y buscar posibles soluciones. Al tolerar respuestas "incorrectas" o al permitir a sus hijos vivir por un momento en un mundo de fantasía, los padres pueden dejar de hacer tanto énfasis en la construcción de habilidades y de logros, consideran los investigadores.
Los padres deben escuchar con respeto y no juzgar las ideas de sus hijos.
En el pasado, los investigadores pensaban en la creatividad como la capacidad para generar muchas ideas nuevas. Pero en los últimos años, los expertos han comenzado a asignar igual importancia al aprender cómo seleccionar las mejores ideas y solucionar problemas específicos, frecuentemente trabajando en equipo.
Algunos padres están inscribiendo a sus hijos en programas diseñados para alentar la creatividad, donde los pequeños desarrollan proyectos tales como diseñar estructuras con láminas de metal, madera y goma que soportan peso; resolver un problema comunitario o, para los más pequeños, crear una obra de teatro sobre insectos para ver cómo interactúan con la naturaleza y los animales.
Para nutrir las habilidades creativas en casa, los padres pueden invitar a los hijos a plantear posibles soluciones para los problemas de todos los días y escuchar sus ideas con respeto, dice Don Treffinger, presidente del Center for Creative Learning, un grupo de consultoría en Sarasota, Florida. Un niño que nota que un vecino enfermo tiene nieve frente a su casa puede limpiar la acera, por ejemplo. Un niño conmovido por fotos de las víctimas del terremoto de Haití puede donar parte del dinero que le dan sus padres para un fondo de ayuda. Hacer preguntas de amplias respuestas y mostrar interés también ayuda.
Los padres deben abstenerse de juzgar las ideas de sus hijos, incluso cuando parecen locas o ingenuas. Cuando el hijo de Linda Rice, de 10 años, le dijo que quería ganar mucho dinero escribiendo, publicando y vendiendo un diario global y un sitio web complementario, lo escuchó y luego le hizo algunas preguntas. Le preguntó quiénes serían las personas más indicadas a las que podría venderles suscripciones y qué tipo de artículos incluiría. Su diario de ocho páginas tuvo una publicación exitosa durante cuatro meses con 10 suscriptores, con lo que ganó US$90 hasta que perdió interés.
Es mejor no prestar demasiada atención al resultado de los esfuerzos creativos de los niños, dice James C. Kaufman, profesor asociado en psicología de la Universidad Estatal de California y autor de libros sobre creatividad. "Mientras más énfasis se pone en el producto final —"Está bien lindo, lo voy a enmarcar y mostrar a mis amigos"— mayor es el riesgo de que el niño vaya a hacer dibujos para recibir elogios, y no por disfrute", explica. En lugar de eso, enfatice el esfuerzo más que los resultados.
Los niños creativos tienden a tener una "espontaneidad, audacia, coraje, libertad y expresividad" por encima del promedio, dice Kyung Hee Kim, profesor asistente de psicología educacional del College of William and Mary, en Virginia, por lo que a veces se comportan como pequeños anarquistas. Es allí cuando los padres pueden explicar cuándo está bien que sean extravagantes y cuándo tienen que cumplir las reglas.
wsj.com
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