sábado, 13 de noviembre de 2010

Ceremonias, a la medida de los novios


Laura Reina
LA NACION
En la playa, a orillas del mar; bajo una glorieta, rodeados de flores o, incluso, en la pista de baile. El escenario cambió, pero la tradición se mantiene inalterable: las ceremonias como corolario del casamiento están intactas, aunque predominan las no tradicionales.
Las iglesias y sinagogas siguen siendo el lugar elegido por católicos y judíos para celebrar su unión. Pero fuentes del Arzobispado de Buenos Aires confirmaron a LA NACION que los casamientos en las casi 200 iglesias y parroquias de la Capital disminuyeron alrededor del 30 por ciento en los últimos años.
Fieles que mantienen su fe en Dios, pero descreen de las instituciones; parejas que ya pasaron por el altar y no pueden repetir la experiencia o, simplemente, gente que quiere una ceremonia a medida y distinta son los que buscan la opción no tradicional.
El director de Tu Ceremonia, Javier Gerenschtein, empresa que organiza este tipo de celebraciones a medida, confirmó la tendencia: "Hoy, la gente busca ceremonias personalizadas. Nuestra empresa nace como una alternativa a una enorme cantidad de parejas que no pueden o no quieren pasar por un casamiento de tipo religioso. De diez ceremonias que oficiamos, ocho son laicas".
El psicólogo social Lito Dorman, fundador de Ceremonias Especiales, confirmó que el 80% de las parejas que contratan sus servicios son divorciados que no pueden volver a casarse porque su credo se lo impide.
"Los ritos aparecen como instancias necesarias en todas las culturas y en todas las civilizaciones. Son el marco imprescindible que, como un puente, nos permiten recorrer el espacio que existe entre un antes y un después", explicó.
Pero aunque no sean bodas religiosas, la fe está presente. "Los conceptos relativos a la fe, al Dios único que nos creó diferentes y nos enseñó a amarnos a pesar de nuestras diferencias, forman parte de la ceremonia", dijo Dorfman.
Sin embargo, aunque el ámbito puede ser más informal, según Gerenschtein las parejas siguen pidiendo una ceremonia solemne. "Sigue siendo fuerte lo formal. En general, recreamos los rituales de la ceremonia religiosa como la entrada o el intercambio de anillos, pero sin hacer mención de cuestiones religiosas. Incluso los novios firman un acta simbólica, sin valor, pero que sirve como recuerdo", contó el director de Tu Ceremonia.
La ambientadora Fernanda Díaz aseguró que la ceremonia no tradicional, en el mismo lugar donde se realiza la fiesta, es lo que más piden las parejas que van a casarse.
"Las ceremonias personalizadas están creciendo. A los novios les gusta crear en el mismo lugar de la fiesta un espacio íntimo donde también se haga la celebración que puede o no tener un tinte religioso. Muchas parejas mixtas recurren a esta alternativa", comentó Díaz, que eligió este tipo de ceremonia para celebrar su casamiento en 2008. El encargado de unirlos en matrimonio fue el reconocido escritor y filósofo Santiago Kovadloff, amigo de la pareja.
"Siempre tuvimos en claro que queríamos que nos casara alguien que pudiera expresar en palabras lo que nosotros pensamos del amor y la familia. Junto con él, elaboramos un texto que fue compartido con todos los invitados. Fue un momento muy emotivo, especial y único", contó Díaz, que confirmó que hoy los salones más importantes cuentan con un espacio físico destinado a la ceremonia, algo que hace años no existía.
Francisco Mieres y Paula Tolosa no querían pasar por la iglesia, pero, de todas maneras, sentían que debían hacer una ceremonia en el lugar de la fiesta.
"No somos creyentes, pero queríamos que alguien coronara la unión y contratamos a una jueza de paz para que estuviera en el salón. No tuvo el tono legalista del registro civil, sino algo que hablaba del amor. Leyó un poema de Mario Benedetti, que fue el momento más emotivo de la noche", contó Mieres.
Sin embargo, la ceremonia personalizada conlleva un riesgo: "La gente busca diferenciarse, dar algo distinto a sus invitados. Pero a veces se le vuelve en contra porque no todo el mundo está preparado para hablar de uno. En muchos casos, este tipo de ceremonias implica desnudar el alma frente al resto. Es un riesgo; hay que ver si la pareja quiere correrlo", dijo Díaz.
COMO EGRESADOS, PERO ESPOSOS
A la vera de un lago patagónico, los contrayentes se prometen amor frente a Lito Dorfman, psicólogo social.
LEJOS DE LOS CLAUSTROS UNIVERSITARIOS
El reconocido filósofo y escritor Santiago Kovadloff oficia de "testigo" del amor de una pareja que lo eligió especialmente para que los casara en una ceremonia no tradicional.
ROMANTICISMO FRENTE AL MAR
La playa, una de las mayores fuentes de inspiración a la hora de programar ceremonias íntimas.
AL MEJOR ESTILO AMERICANO
Bajo un gazebo blanco, en medio de la naturaleza, el orador elegido por la pareja lee los votos matrimoniales.
PARA TENER EN CUENTA
Las ceremonias no tradicionales se cotizan según el lugar donde se realiza la celebración. "Si es en la Capital, por ejemplo, puede partir de los 1500 pesos, pero si hay que trasladarse al interior el valor se incrementa", dijo Javier Gerenschtein.
Costo promedio: $ 2000. No incluye músicos, coristas, ni arreglos florales, que se abonan aparte.
Duración: una ceremonia de estas características no suele superar los 30 minutos, considerado por los profesionales de la oratoria el tiempo óptimo para una celebración nupcial.

El privilegio de oficiar como testigo de la unión
El escritor y filósofo Santiago Kovadloff se siente un privilegiado. A lo largo de los años, ha sido convocado por numerosas parejas para oficiar de testigo de su unión. Una unión que se realiza puertas afuera de iglesias y templos, pero que está investida, en la mayoría de los casos, de una fuerte convicción en el amor y los vínculos, más allá de los credos.
"Se podría decir que la preeminencia de la ceremonia civil sobre la tradicional es creciente. ¿Por qué los jóvenes no quieren ir a una iglesia, a una sinagoga o a un templo islámico? No creo que haya un alejamiento del valor sacramental del matrimonio. Lo que hay es un alejamiento de cierta terminología y de ciertas formas de la liturgia de quienes están enamorados.
"Estas parejas que convocan a un laico para que sea testigo de su unión no necesitan para sentirse consagrados en matrimonio ningún documento institucional. Esto significa que la dimensión de lo institucional está depositada en una persona y no en una entidad", dijo Kovadloff a La Nacion.
Este tipo de ceremonias privadas, de carácter íntimo, se dan sobre todo entre los jóvenes, pero alcanzan a parejas que ya atravesaron por una experiencia matrimonial.
Una institución valorada
"Son vivencias que se dan sobre todo en aquellos sectores que entienden que el matrimonio es una institución valorada, pero que creen que la lectura institucional de esa experiencia no está a la altura de las vivencias de las personas que la protagonizan. De esta manera, el casamiento reaparece connotado por un sentido que no siempre se reescribe en los cauces tradicionales de la religiosidad", explicó el reconocido filósofo y escritor.
Ser convocado para oficiar de testigo de la unión es uno de los tantos placeres que se da este hombre de 67 años, que ha construido su vida y su carrera a través de la palabra.
"No sé por qué me eligen, yo soy un maestro en el sentido convencional del término, un hombre que se emociona enseñando y aprendiendo, y los jóvenes que me convocan para celebrar su pareja advierten esa emoción", reflexionó.
Como es una experiencia que se da desde el disfrute y donde no circula ningún tipo de intercambio de dinero, Kovadloff la reserva para aquellas parejas de las que puede "enamorarse", e indaga acerca del concepto de amor que tienen, no importa qué religión o creencias profesan.
"Me convocan muchas parejas mixtas y otras que no manifiestan una creencia religiosa explícita. En estos últimos casos, lo preponderante es la sensibilidad poética, la convicción profunda de que el amor es una experiencia mística sin religiosidad."

Llevar el amor al altar
Alejandro G. Russo
Llegar al matrimonio es el resultado de un proceso que comienza como reacción espontánea y emocional; surge de la súbita aparición de un sentimiento irresistible que al inicio fluye silenciosamente desde lo más profundo del alma hasta que, en determinado momento, se transforma y crece. Los novios comienzan por darse cuenta de que están enamorados y maduran desde el simple enamoramiento hacia la profundización del amor.
Ese amor tiene que ser cuidado y cultivado cada día para que crezca en plenitud y reciprocidad; es un camino que conduce a la superación madura del sentimiento, porque un sentimiento comienza, pero puede desaparecer. El amor es más.
El primer paso hacia el matrimonio cristiano es la decisión libre de arriesgar su vida juntos por el hecho de amarse con un amor creciente. Es a partir de entonces como surge el punto de enlace de dos destinos, dos libertades, dos seres que van hacia una unidad definitiva e indisoluble.
Con el amor matrimonial, es como si naciera un nuevo ser: dos voluntades que se unen libremente y deciden dar lugar al ser conyugal. Por este nuevo ser, el varón y la mujer están llamados a permanecer unidos para siempre. Este amor fundante del matrimonio es un don y una tarea que profundiza el nosotros como enlace de dos personas libres que comienzan a vivir una unidad sin perder su individualidad.
El sacramento del matrimonio es una realidad humana consagrada por Dios; es una nueva creatura salida de sus manos y de su bondad. Al altar, los novios llevan el amor crecido para que Dios lo fecunde definitivamente; lo llevan para que sea puesto en sus entrañas y de ahí salga fiel, estable, constante?
Casarse por la Iglesia es abrirse a Dios para que integre la vida de los esposos, pidiéndole que camine siempre con ellos a partir de la nueva historia que comienzan. No tengan miedo de dar este paso porque el sacramento matrimonial es una ayuda para caminar juntos; no es el final de una "maratón".
El autor es el secretario ejecutivo de la Vicaría de Pastoral de la Arquidiócesis de Buenos Aires
lanacion.com 

No hay comentarios: