Carmen Girona
lanacion.com
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El Wi-Fi se impone, el teléfono móvil es casi indispensable, los edificios de oficinas están llenos de cables ocultos, y la mayoría de las viviendas disponen de todo tipo de electrodomésticos y equipos eléctricos. Cada vez se vive en un entorno de mayor exposición a la radiación electromagnética y cada día hay más pacientes intolerantes a estos campos.
No existe unanimidad de criterios sobre los efectos de este tipo de radiación en la salud, sobre todo los de la radiación emitida por la redes de telefonía inalámbrica, las torres de alta tensión. Muchos científicos reclaman la aplicación inmediata del principio de precaución. Es decir, piden que se adopten medidas protectoras pese a que no exista certeza científica sobre las posibles repercusiones de estos campos.
El espectro electromagnético es la clasificación de las radiaciones electromagnéticas en función de su frecuencia de oscilación (ciclos por segundo o hercios) o de su longitud de onda. Aportan energía; cuanta más frecuencia, más energía. La luz visible es el límite para diferenciar la radiación de alta frecuencia (ultravioleta, rayos X) de la baja (infrarrojos, microondas.) y de las frecuencias extremadamente bajas (líneas eléctricas).
Las radiaciones se clasifican en naturales (procedentes de la radiación solar, corrientes de las aguas subterráneas, fallas, líneas de contacto entre distintos materiales, gas radón) y artificiales (líneas de electricidad soterradas en las aceras, líneas de alta tensión, antenas de telefonía y de televisión, redes wifi).
Pero ¿cómo influyen las ondas electromagnéticas en el organismo? José Luis Bardasano, director del departamento de especialidades médicas de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), explica que el ser humano es de naturaleza bioelectromagnética y se caracteriza por su capacidad de generar ciclos (ciclo ovárico, ciclo de la vida) y ritmos (cardiaco, sístole-diástole; respiratorio, inspiración-espiración, o sueño-vigilia). "La luz es el sincronizador externo del ritmo sueño-vigilia, un ritmo circadiano que conecta al hombre con los ritmos de traslación y rotación de la Tierra. Se duerme por la noche, en ausencia de luz, y se está despierto por la mañana, con luz", explica.
Cuando se rompe este ritmo, continúa Bardasano, hay una falta de sincronización y se producen cronopatías que pueden afectar a los ritmos celulares. Es cuando aparecen los trastornos de cansancio, insomnio o síndrome de fatiga crónica sin causa aparente justificada.
Este experto destaca el papel fundamental que desempeña la glándula pineal en el ciclo sueño-vigilia. Esta glándula, situada en el centro geométrico del encéfalo, ejerce como un verdadero reloj biológico del cuerpo humano y tiene un gran potencial anticancerígeno, entre otras características. "Durante la noche genera melatonina, una hormona que necesita oscuridad total para funcionar, esto es, que no haya ningún tipo de radiación visible ni invisible. Cuando aparece la luz se inhibe hasta la noche siguiente. Si se rompe el ritmo pineal, falta melanina para afrontar los efectos de las ondas electromagnéticas y la persona tiene predisposición genética, se produce cáncer de mama", subraya.
Para que se den las características negativas de las ondas electromagnéticas tienen que coincidir tres fallos: la ruptura del ritmo de vigilia-sueño, fallo en la capacidad de adaptación del organismo a los cambios materiales o energéticos, y fallo en la compatibilidad entre las ondas electromagnéticas que se producen por los inventos del hombre y la del organismo.
"En España urge actualizar la normativa con los datos obtenidos en los 10 últimos años. Si además conseguimos leyes que tengan en cuenta los factores de riesgo, que los enchufes estén bien colocados y que los electrodomésticos vengan con la polaridad marcada o incluyan toma de tierra, no tendríamos problemas. Hay que investigar, formar y educar a la población en esta materia, al igual que se hace en educación vial o con medidas de higiene. Y esos son nuestros objetivos", subraya Ezequiel Cabado, director gerente de la Fundación para la Salud Geoambiental de Madrid.
"Al igual que se realiza un análisis geotérmico de la resistencia del terreno, también se debe elaborar un estudio de impacto ambiental cuando se compra la vivienda para que los usuarios vivan de forma más saludable", subraya Iñaki Alonso, director del estudio de arquitectura SATT de Madrid, en el que se ha desarrollado un sistema de valoración medioambiental que incluye el estudio del entorno (contaminación electromagnética), bioconstrucción (materiales), bioclimática (eficiencia energética), gestión del agua (menor consumo y reciclaje) y energías renovables que supone un coste adicional de un 8% y un ahorro en energía del 80%.
© El Pais, SL
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