Por Juan Yesnik
RevistaOhlala.com
Así como la tecnología ocupa cada día más espacio en la vida práctica del hombre moderno, las fantasías sexuales encontraron un "hotel alojamiento virtual", abierto las 24 horas, donde no hay mayores limitaciones ni compromisos a la hora de gozar (o por lo menos intentarlo).
El cibersexo es una práctica habitual entre los usuarios de Internet. Hay millones de páginas con pornografía y salas de chat esperando a hombres y mujeres que buscan encuentros calientes. Ellas y ellos, de cualquier edad y preferencia buscan contactarse, charlar y jugar en forma anónima, sin la necesidad de identificarse, definir el tipo de relación, ni saber mucho más del otro. Ya muchos especialistas la consideran una nueva forma de adicción al sexo.
Desde casa, la oficina (incluso) o un ciber, muchos de los cuales ya cuentan salas privadas para que cada quien haga lo suyo sin que nadie lo espíe, las "charlas sexo-espaciales" suben de tono en cada "Enter". A la "parla caliente", micrófono y cámara, suman audio y video al show erótico.
Cada quien avanza como quiere y hasta donde puede. Son muchas las posibilidades, así como el tipo de usuarios con los puede uno toparse en este juego de sexo en red. ¿Las fantasías virtuales vinieron a matar la vida sexual de encuentros reales?. Sólo una primera pregunta para reflexionar después.
Cada día son más las personas solas o parejas que limitan sus encuentros (cuerpo a cuerpo) producto de este nuevo servicio que permite la multifacética internet. La mayoría suele alegar que en la web no hay "rollos, planteos ni otros reclamos una vez terminado el trámite". Chat, emails, messenger, páginas con fotos, videos y literatura erótica... todos los formatos son válidos a la hora del juego (cada día aparecen nuevas ideas).
Más allá del consejo de extremar los cuidados necesarios para no ser víctima de pedófilos y otros delincuentes del sexo, se recomienda estar atento a los niveles de exposición y dependencia que pueda despertar esta práctica.
Hay personas que pierden el día conectadas y pueden correr largas maratones de chat y masturbación viendo pornografía. Existen quienes hasta han perdido a sus parejas, familia y trabajo por estar teniendo relaciones sexuales virtuales en forma compulsiva.
Como siempre, sin ánimo de ir en contra del placer, hay que estar atento a las alertas. Cuando algo se convierte en compulsivo o disfuncional es que ya dejó ser saludable y placentero.
¿Quiénes pueden llegar a ser adictos al cibersexo?
- Aquellas personas reprimidas e introvertidas, a las que les cuesta el contacto físico, concretar sus fantasías o involucrarse emocionalmente
- Los inseguros, depresivos y con baja autoestima, que suelen escudarse en el mundo anónimo y fantasioso del ciberespacio
- Las personas que están en crisis con sus parejas o que no encuentran plena satisfacción en sus relaciones estables
- Aquellos obsesionados con el sexo y amantes de todas sus formas de practicarlo
Así como cualquier otra adicción al sexo, el cibersexo, cuando se convierte en obsesión y compulsión, también puede controlarse. Como siempre, la consulta al profesional adecuado es el primer paso. Hay terapias individuales, de pareja y grupales que suelen contener y ofrecer las herramientas necesarias para el cambio.
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Así como la tecnología ocupa cada día más espacio en la vida práctica del hombre moderno, las fantasías sexuales encontraron un "hotel alojamiento virtual", abierto las 24 horas, donde no hay mayores limitaciones ni compromisos a la hora de gozar (o por lo menos intentarlo).
El cibersexo es una práctica habitual entre los usuarios de Internet. Hay millones de páginas con pornografía y salas de chat esperando a hombres y mujeres que buscan encuentros calientes. Ellas y ellos, de cualquier edad y preferencia buscan contactarse, charlar y jugar en forma anónima, sin la necesidad de identificarse, definir el tipo de relación, ni saber mucho más del otro. Ya muchos especialistas la consideran una nueva forma de adicción al sexo.
Desde casa, la oficina (incluso) o un ciber, muchos de los cuales ya cuentan salas privadas para que cada quien haga lo suyo sin que nadie lo espíe, las "charlas sexo-espaciales" suben de tono en cada "Enter". A la "parla caliente", micrófono y cámara, suman audio y video al show erótico.
Cada quien avanza como quiere y hasta donde puede. Son muchas las posibilidades, así como el tipo de usuarios con los puede uno toparse en este juego de sexo en red. ¿Las fantasías virtuales vinieron a matar la vida sexual de encuentros reales?. Sólo una primera pregunta para reflexionar después.
Cada día son más las personas solas o parejas que limitan sus encuentros (cuerpo a cuerpo) producto de este nuevo servicio que permite la multifacética internet. La mayoría suele alegar que en la web no hay "rollos, planteos ni otros reclamos una vez terminado el trámite". Chat, emails, messenger, páginas con fotos, videos y literatura erótica... todos los formatos son válidos a la hora del juego (cada día aparecen nuevas ideas).
Más allá del consejo de extremar los cuidados necesarios para no ser víctima de pedófilos y otros delincuentes del sexo, se recomienda estar atento a los niveles de exposición y dependencia que pueda despertar esta práctica.
Hay personas que pierden el día conectadas y pueden correr largas maratones de chat y masturbación viendo pornografía. Existen quienes hasta han perdido a sus parejas, familia y trabajo por estar teniendo relaciones sexuales virtuales en forma compulsiva.
Como siempre, sin ánimo de ir en contra del placer, hay que estar atento a las alertas. Cuando algo se convierte en compulsivo o disfuncional es que ya dejó ser saludable y placentero.
¿Quiénes pueden llegar a ser adictos al cibersexo?
- Aquellas personas reprimidas e introvertidas, a las que les cuesta el contacto físico, concretar sus fantasías o involucrarse emocionalmente
- Los inseguros, depresivos y con baja autoestima, que suelen escudarse en el mundo anónimo y fantasioso del ciberespacio
- Las personas que están en crisis con sus parejas o que no encuentran plena satisfacción en sus relaciones estables
- Aquellos obsesionados con el sexo y amantes de todas sus formas de practicarlo
Así como cualquier otra adicción al sexo, el cibersexo, cuando se convierte en obsesión y compulsión, también puede controlarse. Como siempre, la consulta al profesional adecuado es el primer paso. Hay terapias individuales, de pareja y grupales que suelen contener y ofrecer las herramientas necesarias para el cambio.
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