viernes, 17 de septiembre de 2010

Emociones y hábitos contagiosos

Evangelina Himitian
LA NACION
Tener un amigo al que consideramos una persona feliz aumenta un 15 por ciento las posibilidades de que, en el corto tiempo, nosotros también nos sintamos felices. Esto porque, según un estudio de dos investigadores norteamericanos, la felicidad se irradia de una persona a otra.
Sin embargo, no es lo único que se contagia en forma de reacción en cadena. Ocurre lo mismo con la obesidad e incluso con el tabaquismo: si los amigos de nuestros amigos están excedidos de peso, esto triplica nuestras oportunidades de tener problemas con la balanza. Del mismo modo, si tenemos amigos fumadores, es muy probable que nuestra pareja u otros conocidos comiencen a fumar.
Dicen los expertos que los hábitos y las conductas de las personas influyen de manera sustancial en los demás, hasta los tres grados de separación, es decir, en los amigos de nuestros amigos.
Tales afirmaciones surgen de los resultados de una investigación que llevaron adelante James Fowler, de la Universidad de Harvard, y Nicholas Christakis, de la Universidad de San Diego, en los Estados Unidos.
Los resultados se publicaron en el libro Connected, que editó en español este año la editorial Taurus, de España. Los autores analizaron uno de los estudios más reconocidos de la historia de la medicina, llamado Framingham.
Todos los años, desde 1948, unos 5000 habitantes de esa localidad norteamericana se someten a estudios médicos para conocer su estado de salud, con fines estadísticos. Ahora, también lo hacen sus hijos y nietos. Se analizaron las respuestas de los cuestionarios de los participantes entre 1983 y 2003, mediante un modelo que permitió establecer más de 50.000 redes sociales.
Se seleccionaron 5124 personas, a las que se denominó "egos", y a sus conocidos, ya fueran padres, hermanos, parejas, hijos, vecinos, compañeros, amigos o amigos de sus amigos, a los que se denominó "álter ego". En total, más de 12.000 personas conformaban la red que tenía más de 53.200 vínculos sociales.
La aplicación de un cuestionario acerca de la felicidad de los "egos", con frases tales como "me siento esperanzado con respecto al futuro"; "me siento feliz"; "disfruto de la vida"; "siento que soy tan bueno como otras personas" aportó datos sustanciales. Como muchos de los "álter" también formaban parte del estudio, fue posible establecer cómo se distribuía y propagaba el sentimiento de felicidad a través de las redes sociales.

Eslabones salteados
La investigación de Christakis y Fowler señala que la felicidad de cada álter influye directamente en las emociones del ego: en líneas generales, tener amigos felices incrementa un 15% las posibilidades de ser felices en el futuro. Pero hay más, ya que el contagio social no siempre es directo, sino que a veces se saltea un eslabón y se presenta en un amigo de un amigo. Que los amigos de nuestros amigos emanen alegría aumenta un 10% nuestro buen humor, y los amigos de los amigos de los amigos, un 6 por ciento.
La infelicidad se transmite con menor rapidez: sólo el 7% de las personas se contagiaron del humor de un entorno pesimista.
"Incrementar sus ingresos en 10.000 dólares anuales le proporciona a una persona un 2% más de oportunidades de ser feliz. Es poco si se lo compara con el 15% que puede obtener al convivir con alguien feliz", señala el libro.
Otra buena noticia es que, así como el vicio del tabaco se contagia, también se contagia la decisión de dejar de fumar. Aquí, no fue tan decisivo el papel de los amigos como el de los compañeros de trabajo: cuando una persona deja el cigarrillo, sus compañeros de trabajo tienen un 34% de probabilidades de seguir esa misma senda.

Otra relación curiosa: el contagio se propaga con mayor facilidad entre personas del mismo sexo. "Encontramos que las relaciones del mismo género tienden a ser más influyentes que las relaciones del género opuesto, lo que explica por qué los amigos tienden a influir en los resultados de la gente que aumenta de peso más de lo que lo hace su cónyuge", dijo Fowler.
La distancia también cuenta. Así, vivir a menos de un kilómetro de un "amigo buena onda" aumenta un 42% nuestras probabilidades de ser felices. También vivir a menos de 1,6 km de un hermano optimista aumenta un 14% la dosis de felicidad personal; en cambio, cuando uno vive alejado de los afectos que influyen positivamente en su humor, los sentimientos fraternales pierden su efecto de contagio.
Christakis es médico y sociólogo de la Universidad de Harvard. Durante años, investigó el "efecto viudez", esto es, la mayor propensión de los integrantes de una pareja a morir tras el fallecimiento de su cónyuge. Fowler estudió el contagio social a la hora de decidir ir o no a votar, algo que en los Estados Unidos no es obligatorio. Se conocieron mientras ambos cursaban una maestría en Harvard y decidieron empezar a investigar juntos la influencia de las redes sociales reales en los hábitos y decisiones de las personas.

La familia, un factor decisivo en la Argentina
Una reciente investigación hecha en la Argentina confirma esta teoría. "El principal hallazgo es que la felicidad se contagia, se transmite y se construye con pequeños rituales cotidianos en los que la familia juega un papel fundamental, sobre todo, entre los argentinos", señala Paula Magariños, socióloga que dirigió la investigación, realizada en forma simultánea en nuestro país, Bolivia y Chile para Coca-Cola.
"Entrevistamos a varios tipos de familias en cada país y descubrimos que, en el caso de las argentinas, las cosas que más nos dan felicidad tienen que ver con el intercambio cotidiano, con el saber que el otro está y se involucra en nuestra vida. Los amigos juegan un rol fundamental, muy imbricado con el de la familia. Sin embargo, para un padre o una madre, recibir un abrazo espontáneo o un beso de un hijo en la mitad de su día, simplemente porque sí, es una de las cosas que los hace más felices", afirma Magariños.
También un trabajo realizado por el doctor Juan Carlos Giménez, jefe de la división Promoción y Protección de la Salud del hospital Pirovano, documentó que el sobrepeso no está tan relacionado con la herencia genética, sino con los hábitos que se propagan entre las personas con las que se convive.
Otro estudio, recientemente publicado por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), destaca entre adolescentes de escuelas bonaerenses la influencia de los amigos en la decisión de comenzar a fumar: en el 77,7% de los casos, el primer cigarrillo fue convidado por un amigo.

lanacion.com

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