Los medicamentos generalmente son sustancias químicas sintetizadas artificialmente en el laboratorio, a veces proceden de productos naturales, cuyo objetivo es curar las enfermedades. Los niños, también los adultos, consumen demasiados medicamentos, cuya eficacia para curar enfermedades es escasa o nula. Contrariamente a lo que muchas personas creen, bastantes medicamentos de frecuente uso no son eficaces para el objetivo de curar las enfermedades.
Existen tres tipos de medicamentos, los que curan que son pocos, los que controlan los síntomas y los que no sirven para nada. Cuando no existen fármacos para curar, sencillamente porque la ciencia no ha encontrado ninguno, podría aplicarse estos solo para controlar o atenuar síntomas que impidan una adecuada calidad de vida, siempre que los riesgos o efectos secundarios de estos fármacos sean escasos o menores que los beneficios que se esperan de ellos. Sin embargo, con demasiada frecuencia los niños toman medicamentos, unas veces prescritos por sus médicos, otras por sus padres, vecinos o familiares, cuyo único objetivo es atenuar o suprimir los síntomas de la enfermedad, no esta. Muchos de los síntomas que acompañan a las enfermedades de los niños son útiles, no solo sirven para evidenciar la enfermedad en cuestión, actuando como alarma, también tienen efectos curativos, por ejemplo la fiebre, la tos, los mocos, la diarrea o la inmovilidad después de un traumatismo, todos ellos tienen una gran utilidad para el proceso de curación.
¿Debe suprimirse la fiebre?
La fiebre suele acompañar a múltiples infecciones y a otras situaciones de enfermedad o de normalidad. Se sabe que el organismo de los niños responde mejor contra las infecciones más frecuentes que son las virales, con fiebre que sin fiebre. Únicamente cuando la fiebre elevada o produce gran disconfor, no cuando es bien tolerada, la fiebre debe suprimirse con medicamentos. La costumbre de administrar paracetamol o ibuprofeno antes o después de las vacunas ha demostrado que disminuye la respuesta fisiológica a estas vacunas, haciendo posiblemente la vacunación menos protectora al inhibir la respuesta inmunológica ('The Lancet', octubre 2009; vol 374. Cell Inmunol 2009, vol 258). Por tanto la fiebre es útil, representa una respuesta fisiológica cuyo objetivo es mejorar la eficacia de la lucha contra la infección.
¿Deben suprimirse los mocos?
La mucosidad en la nariz, faringe, traquea o bronquios es la primera defensa contra las infecciones que penetran a través del aire que respiramos, principal o casi exclusivo origen de las infecciones que afectan a las vías respiratorias altas y bajas de los niños. El moco es la primera barrera contra la invasión de estos microbios. La mucosidad nasal puede aspirarse o limpiarse introduciendo suero salino fisiológico a través de las fosas nasales para ser arrastrados a la garganta y al estómago, donde son inofensivos. Nunca deben administrarse vasoconstrictores nasales, gotas o nebulizaciones para disminuir la producción de mocos en los procesos catarrales, excepto en la rinitis alérgica en donde puede aliviarse los síntomas con nebulizaciones de antihistamínicos o corticoides nebulizados y solo bajo indicación médica. Por tanto la mucosidad respiratoria es molesta pero beneficiosa.
¿Debe medicarse la diarrea?
La diarrea aguda suele producirse por gastroenteritis infecciosa que consiste en la invasión del intestino por un germen, generalmente un virus, a veces una bacteria. En el primer caso no se precisan antibióticos, en el segundo generalmente tampoco. Los medicamentos llamados antidiarreicos raramente están indicados. El tratamiento de la diarrea infecciosa consiste por tanto en administrar solución de rehidratación oral para evitar la deshidratación y esperar. Cuando la diarrea es por transgresión dietética o intolerancia a algún alimento como la lactosa o las proteínas de leche de vaca, el tratamiento consiste en la retirada de estos, no fármacos.
Otros muchos fármacos de frecuente uso en los niños deberán suprimirse porque muchos de ellos nunca han demostrado eficacia, por ejemplo los antibióticos en las infecciones virales, las más frecuentes en los niños, los antidiarreicos, los frenadores de los vómitos y otros muchos más. Algunos fármacos incluso tienen reales o potenciales efectos indeseables.
En conclusión no administre medicamentos a su hijo porque otros niños o adultos lo han tomado para procesos similares. Empléelo solo cuando curen la enfermedad en cuestión, no para aliviar los síntomas porque estos suelen tener utilidad. Disminuya o elimine con fármacos solo los síntomas que limitan claramente la calidad de vida de su hijo, no la suya. Use los medicamentos solo cuando su médico se los prescriba.
elmundo.es
Existen tres tipos de medicamentos, los que curan que son pocos, los que controlan los síntomas y los que no sirven para nada. Cuando no existen fármacos para curar, sencillamente porque la ciencia no ha encontrado ninguno, podría aplicarse estos solo para controlar o atenuar síntomas que impidan una adecuada calidad de vida, siempre que los riesgos o efectos secundarios de estos fármacos sean escasos o menores que los beneficios que se esperan de ellos. Sin embargo, con demasiada frecuencia los niños toman medicamentos, unas veces prescritos por sus médicos, otras por sus padres, vecinos o familiares, cuyo único objetivo es atenuar o suprimir los síntomas de la enfermedad, no esta. Muchos de los síntomas que acompañan a las enfermedades de los niños son útiles, no solo sirven para evidenciar la enfermedad en cuestión, actuando como alarma, también tienen efectos curativos, por ejemplo la fiebre, la tos, los mocos, la diarrea o la inmovilidad después de un traumatismo, todos ellos tienen una gran utilidad para el proceso de curación.
¿Debe suprimirse la fiebre?
La fiebre suele acompañar a múltiples infecciones y a otras situaciones de enfermedad o de normalidad. Se sabe que el organismo de los niños responde mejor contra las infecciones más frecuentes que son las virales, con fiebre que sin fiebre. Únicamente cuando la fiebre elevada o produce gran disconfor, no cuando es bien tolerada, la fiebre debe suprimirse con medicamentos. La costumbre de administrar paracetamol o ibuprofeno antes o después de las vacunas ha demostrado que disminuye la respuesta fisiológica a estas vacunas, haciendo posiblemente la vacunación menos protectora al inhibir la respuesta inmunológica ('The Lancet', octubre 2009; vol 374. Cell Inmunol 2009, vol 258). Por tanto la fiebre es útil, representa una respuesta fisiológica cuyo objetivo es mejorar la eficacia de la lucha contra la infección.
¿Deben suprimirse los mocos?
La mucosidad en la nariz, faringe, traquea o bronquios es la primera defensa contra las infecciones que penetran a través del aire que respiramos, principal o casi exclusivo origen de las infecciones que afectan a las vías respiratorias altas y bajas de los niños. El moco es la primera barrera contra la invasión de estos microbios. La mucosidad nasal puede aspirarse o limpiarse introduciendo suero salino fisiológico a través de las fosas nasales para ser arrastrados a la garganta y al estómago, donde son inofensivos. Nunca deben administrarse vasoconstrictores nasales, gotas o nebulizaciones para disminuir la producción de mocos en los procesos catarrales, excepto en la rinitis alérgica en donde puede aliviarse los síntomas con nebulizaciones de antihistamínicos o corticoides nebulizados y solo bajo indicación médica. Por tanto la mucosidad respiratoria es molesta pero beneficiosa.
¿Debe medicarse la diarrea?
La diarrea aguda suele producirse por gastroenteritis infecciosa que consiste en la invasión del intestino por un germen, generalmente un virus, a veces una bacteria. En el primer caso no se precisan antibióticos, en el segundo generalmente tampoco. Los medicamentos llamados antidiarreicos raramente están indicados. El tratamiento de la diarrea infecciosa consiste por tanto en administrar solución de rehidratación oral para evitar la deshidratación y esperar. Cuando la diarrea es por transgresión dietética o intolerancia a algún alimento como la lactosa o las proteínas de leche de vaca, el tratamiento consiste en la retirada de estos, no fármacos.
Otros muchos fármacos de frecuente uso en los niños deberán suprimirse porque muchos de ellos nunca han demostrado eficacia, por ejemplo los antibióticos en las infecciones virales, las más frecuentes en los niños, los antidiarreicos, los frenadores de los vómitos y otros muchos más. Algunos fármacos incluso tienen reales o potenciales efectos indeseables.
En conclusión no administre medicamentos a su hijo porque otros niños o adultos lo han tomado para procesos similares. Empléelo solo cuando curen la enfermedad en cuestión, no para aliviar los síntomas porque estos suelen tener utilidad. Disminuya o elimine con fármacos solo los síntomas que limitan claramente la calidad de vida de su hijo, no la suya. Use los medicamentos solo cuando su médico se los prescriba.
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