Un público numeroso y variopinto –desde niños en uniformes escolares hasta famosos como Boy Olmi y Mora Furtado– se reunió en el auditorio de la Universidad Maimónides para escuchar a la prestigiosa antropóloga y primatóloga inglesa, Jane Goodall.
Goodall pasó alrededor de cuatro décadas en la selva africana –especialmente en el interior de Tanzania– investigando el comportamiento de los chimpancés salvajes, considerados unos de los más evolucionados del reino animal. Así descubrió que estos mamíferos usualmente simpáticos son capaces de fabricar y utilizar herramientas –por ejemplo cortan ramas para cazar termitas– desterrando la idea de que esa habilidad era exclusiva de la especie humana.
Convencida de que “cada uno de nosotros hace una diferencia cada día”, la inglesa dedica 300 días del año a recorrer el mundo para transmitir su mensaje de alerta sobre la destrucción del medio ambiente; y aunque ya no vive en la selva, los primates todavía la acompañan: Goodall siempre lleva un mono de peluche a donde quiera que vaya.
Atenta a los peligros del crecimiento vertiginoso de la especie, la primatóloga cree que “el consumo de carne afecta el futuro del planeta, ya que cuanta más gente coma carne más zonas se deforestan” para cultivar granos que alimentan al ganado. Por otra parte, para aumentar la producción, “los animales se crían en condiciones poco favorables y de esa forma se enferman fácilmente, entonces se les da medicina en forma regular y esos antibióticos luego pasan a la cadena alimenticia humana”. Si bien Goodall –que ayer atendió a la prensa, Clarín entre ellos– es vegetariana y cree que el vegetarianismo “es una forma de contribuir al ecosistema”, la clave pasa por la moderación. “Si sólo comiéramos carne una vez por semana no tendríamos problema, pero la gente quiere comer carne todos los días, una e incluso hasta dos veces al día”.
Ayer, mientras la noticia sobre el nacimiento del habitante 7 mil millones aparecía en la tapa de los diarios, Goodall se lamentaba. Es que para ella “la gran cantidad de gente es el principal problema de la humanidad, además del estilo de vida que llevamos, donde una parte de la población tiene mucho más de lo que necesita”.
Parte de la solución pasa por saber que “vivir no es destruirlo todo”, la otra clave –más polémica– sería limitar el crecimiento de la población mundial, lo cual está en directa relación con la producción de alimentos. Para la científica, “al aumentar la oferta de comida se incrementa la población, y de esa forma se promueve el crecimiento habitaciones de la especie humana”.
Una luchadora implacable
Nacida en Inglaterra en 1934, Goodall estudió el comportamiento de los chimpancés salvajes durante más de 45 años en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania.
A lo largo de su carrera obtuvo numerosas condecoraciones como Hubbard Medal de la National Geographic Society (1995) y el Premio Príncipe de Asturias de Ciencia (2003). Además, es Embajadora de la Paz de las Naciones Unidas (2002) y Dama del Imperio Británico. Cuenta con más de 40 doctorados Honoris Causa, entre ellos por la Universidad Nacional de Córdoba (2009) y la Universidad Maimónides (2011).
En 1975 fundó el Instituto Jane Goodall para la Investigación, la Educación y la Conservación de la Vida Salvaje. Más tarde creó el programa educativo Roots & Shoots (Raíces y Brotes) para transmitir su mensaje de cuidado al medio ambiente a los más jóvenes, Con presencia en 123 países -entre ellos la Argentina, donde funciona desde marzo de 2010- Roots & Shoots está formado por voluntarios que implementan proyectos que buscan hacer del mundo un lugar más habitable para todos.
Actualmente recorre el mundo dictando conferencias y alertado sobre el peligro que corren hoy los chimpancés: ““Los chimpancés atraviesan una situación muy dura, tanto en libertad como en cautividad. En cuatro países africanos se han extinguido y sólo en cinco hay poblaciones amplias”.
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