LONDRES.- Si hacía falta prueba de que el dinero no hace la felicidad, en Londres los psicoanalistas advierten que la crisis financiera global está arrastrando a los más acaudalados banqueros al borde del ataque de nervios.
El fenómeno registrado en la city londinense salió a la luz cuando se supo que el director ejecutivo del Lloyds Banking Group, el portugués Antonio Horta-Osario, pidió una licencia "por razones médicas" a sólo seis meses de haberse puesto al frente de la entidad bancaria. Desde entonces se encuentra internado en un instituto neuropsiquiátrico. Los médicos le han diagnosticado "fatiga, estrés, depresión e insomnio".
Horta-Osario, de 47 años, casado y con tres hijos, cobra un salario básico anual de más de 1,6 millones de dólares. La semana pasada hizo varias movidas en su cartera de valores, incluida la venta de 145.000 acciones del Banco Santander, una operación con la que se embolsó 1,27 millones de euros. No todo, sin embargo, le andaba bien a este bronceado ejecutivo, fanático del tenis y del buceo.
Sus colegas dicen que él siempre fue un poco quisquilloso en relación con su trabajo, pero que últimamente había trasladado esa actitud a lo personal.
Aparentemente, estaba obsesionado con ser víctima de "toxinas", con lo cual obligaba a sus asistentes a llevar a cada reunión una tetera y sus saquitos de té verde preferidos para evitar que le sirvieran un té preparado en un recipiente desconocido y con hierbas no saludables. De no hacerlo, se ponía "terriblemente furioso".
Contagio
El suyo parece no ser un caso aislado. De acuerdo con un informe elaborado por la agencia Bloomberg, un 58 por ciento de la gente que trabaja en la City londinense dice haber visto a algún colega "llorar desconsoladamente" durante los últimos dos años.
Michael Sinclair, director clínico del City Psychology Group, que atiende a enfermos del distrito financiero de Londres, ha notado un "incremento marcado en la cantidad de pacientes que presentan condiciones de estrés, ansiedad y depresión, con síntomas que incluyen dolores de cabeza, molestias de espalda y taquicardias".
Cary Cooper, profesor de psicología de la Universidad de Lancaster, atribuye la situación a una combinación de factores. A raíz de la recesión, muchas compañías se vieron forzadas a despedir a empleados y aumentar el caudal de trabajo para la plantilla restante.
La crisis en la zona euro empeoró las cosas al hacer que muchos banqueros y corredores de bolsa temieran un colapso similar al del banco Lehman Brothers, que cay cuando cientos de empleados fueron despedidos de un día al otro.
"Todo esto tiende a generar enormes caudales de tensión que muchas veces son difíciles de manejar. El problema es que la mentalidad que impera entre la gente de la City es la ley de supervivencia del más fuerte. Esto los inhibe a admitir que están sufriendo por miedo a perder el empleo. Algunos, incluso, mienten cuando se les pregunta si están bien", advirtió Cooper.
La imagen pública negativa de los banqueros y los ataques de los medios de prensa contra su gestión aumentaron aún más su desesperación. Según Sinclair, la falta de compasión de los británicos hacia los ejecutivos financieros forzó a muchos de ellos a recurrir a las drogas y el alcohol.
Despidos
Las cosas no prometen ir mejor. Según un informe del Center for Economic and Business Research (CEBR, Centro de Investigaciones de Economía y Negocios), el sector financiero será blanco de más despidos, un hecho que reducirá el número de empleados en ese sector a niveles no vistos desde 1998.
A fin de año, Londres habrá perdido durante 2011 por lo menos 27.000 puestos de trabajo en la City financiera. Y una cifra similar podría registrarse el año próximo.
DILMA: "NO VAMOS A EXPORTAR EMPLEOS"
SAN PABLO (ANSA).- En un discurso pronunciado en la inauguración del primer navío petrolero construido en Brasil desde 1997, la presidente Dilma Rousseff pronosticó ayer que la crisis financiera durará dos años más, y comparó la situación de la economía brasileña con la europea. "En Brasil tenemos empleo cuando en Europa hay desempleo. No vamos a permitir que se exporten empleos a otros países", dijo la mandataria. Además, dijo que Brasil es un "país de cabeza erguida, que sabe lo que quiere", y que ya no recibe instrucciones sobre política económica de organismos internacionales.
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